Entrevista a Jorge Cuadrado y ‘Lagarto’ Guizzardi, periodistas
Por Marcos Calligaris
Aldo “Lagarto” Guizzardi y Jorge Cuadrado tienen muchas cosas en común. Ambos trabajan desde hace largo tiempo en televisión, medio por el cual comparten la pasión y hasta el mismo canal, el 12.
Tanto el Lagarto como Cuadrado compartían un protagonismo indiscutido en sus respectivos programas cuando decidieron ser partícipes de una nueva etapa en la televisión cordobesa: la mañana.
No fue fácil, pero la mañana televisiva se fue afianzando y actualmente le da pelea mano a mano a la radio. “Competimos con inmediatez, un elemento que hasta no hace mucho tiempo era exclusivo de la radio, pero además le hemos puesto un valor agregado definitorio, la imagen”, afirma Guizzardi, quien día a día conduce el “Show de la mañana”.
También se ha sumado un nuevo público. Así lo cree el conductor de Arriba Córdoba: “Lo más importante fue haber incorporado al circuito de la noticia a gente que antes no se informaba hasta la noche, si es que se informaba”, sostiene Cuadrado.
Pero la información no es el único componente de estos programas, el formato también admite entretenimiento, más ‘ida y vuelta’ con la gente, más opinión.
La mañana es el presente del Lagarto y Jorge Cuadrado. Pero hay un antes, hay paralelos, hay circunstancias que los sitúan donde están y Revista Yas! lo quiere contar.
¿Cuáles fueron sus primeras experiencias en TV?
Lagarto Guizzardi: Mi primera experiencia fue en San Carlos de Bariloche en 1975, con un ciclo que sólo duro dos programas, tenía por entonces 20 años. Luego y ya de manera casi ininterrumpida desde 1985 a la fecha, siempre en Córdoba.
Jorge Cuadrado: Yo tenía 22 años y Ricardo Palladino, el jefe de noticias del 10, necesitaba un cronista. Tuve que dejar la facultad pero allá fui. Mi primera nota fue en un cuartel de bomberos de barrio Maipú.
¿Qué anécdotas recuerdan de entonces, que contrasten con el presente, con sus programas actuales?
Lagarto Guizzardi: No es una anécdota, es un grato recuerdo que contrasta un poco con estos días. En Bariloche, una sola cámara, muy poca luz, un solo micrófono, un solo pantalón y un solo saco (el mismo que usaba para salir a la noche). Se permitía una sola toma y de la cintura para arriba; abajo, el pantalón y los zapatos mojados por la nieve. Ah, me olvidaba, un solo televidente también. De aquella frustración a estos días pasaron muchas cosas y de a poco se fueron cumpliendo los módicos sueños de mi carrera. Hoy estamos calentitos, con cuatro cámaras, asesor de vestuario, maquilladora, productores, y el segundo caudal de audiencia de la mañana.
Jorge Cuadrado: Yo tenía 21 años y además de trabajar en la radio, mañana y tarde, me gustaba salir, como a cualquiera a esa edad. Un lunes a la mañana dije que en el boliche de Santa Rosa, el sábado a la noche había habido una batahola. Recuerdo como si fuera hoy esa palabra. Santa Rosa de Calamuchita hervía de turistas y fiesta y el dueño del boliche no me dejó entrar por lo que había dicho. Incluso amenazó con desconectar los parlantes de la radio de circuito cerrado de la confitería más popular del pueblo. Muy temprano empecé a darme cuenta de lo que era resistir las presiones, de lo que era el periodismo independiente.
¿Hasta qué punto son conscientes de la capacidad de influir en la sociedad que tienen?
Lagarto Guizzardi: Sé que lo que uno dice frente a una cámara es recibido por mucha gente y tal vez pueda crear un clima especial sobre un tema determinado. Yo en lo particular no soy un analista, pero sí he comprobado que a partir de comentarios o enfoques basados en la experiencia cotidiana he logrado abrir debates sobre temas que yo considero esenciales y que deberían ser tratados en los medios de manera más frecuente. La honestidad de los dirigentes, la efectividad en su trabajo, la solución inmediata de los problemas acuciantes de la gente, el sostenimiento del dialogo y la discusión como herramienta de crecimiento, la renovación de la dirigencia, la creación de nuevos cuadros políticos capacitados, la facilitación de herramientas para investigar los hechos de corrupción, la depuración de los instrumentos para la elección de autoridades, la denuncia de la trampa , del sometimiento y la esclavitud impuesta por el asistencialismo político. Creo profundamente que es una obligación de los comunicadores declararle la guerra a la vieja política, nos merecemos otra cosa. Ojala que podamos influir para que estos temas sean tenidos en cuenta y para que cada día más gente participe, se comprometa.
Jorge Cuadrado: Esa pregunta implica que la “capacidad de influir en la sociedad” es algo medible, matemático. Y no es así. Por otro lado, yo encaro mi trabajo de todos los días con rigor y profesionalismo. Tengo que informar lo que veo y sé, tengo que analizar, interpretar y opinar con datos y elementos, tengo que estudiar todos los días para saber más del mundo y del hombre. De eso sí soy consciente, de la responsabilidad social que tiene mi trabajo. A mí no me interesa influir en la sociedad. Eso es para megalómanos y yo apenas soy un periodista.
¿Se consideran vergonzosos a la hora de hablar de sí mismos?
Lagarto Guizzardi: No me da vergüenza hablar de mi vida, no tengo nada que ocultar, hablo con mucho cariño, respeto y agradecimiento por lo vivo y me ha tocado vivir.
Jorge Cuadrado: Diría que me pone incómodo.
¿Cómo es un día de ustedes?
Lagarto Guizzardi: El despertador suena a las 05.45. Desayuno, levanto a la tropa, dejamos a Lucca en el colegio y seguimos con mi señora hacia el canal. A las doce, un pequeño corte para hacer una hora de natación y luego a la productora para armar el programa del día siguiente o diagramar alguna estrategia de trabajo con mi socia Gladys Vega. A eso de las 19 hs. ya estamos de regreso en casa, cena temprano, un poco de música, Internet, un libro y a la cama.
Jorge Cuadrado: ¿Ves?, esas cosas me ponen incómodo. (Risas) Soy una persona como todas. Tengo mi trabajo, mi familia, mis amigos… nada especial. Te aburrirías escuchando sobre mi día.
¿Con respecto al carácter, cómo se definirían?
Lagarto Guizzardi: Fundamentalmente soy optimista, de buen carácter, alegre, a veces un tanto introvertido, intolerante con las agachadas.
Jorge Cuadrado: Me he pasado más de cuarenta años de mi vida tratando de definirme y aún no he podido. No sé, creo que si el hombre pudiera definirse a sí mismo perdería la magia que afortunadamente aún conserva la raza humana.
Televisión cordobesa, un modelo para armar
La televisión de Córdoba corre con desventaja en relación al desarrollo que tuvieron los medios radiales y gráficos de la ciudad, que incluso en el caso de los líderes, están técnicamente a la altura de los medios porteños. ¿Qué debe cambiar? ¿Hay virtudes para rescatar?
Lagarto Guizzardi toma la delantera con un diagnóstico politizado y una propuesta superadora: “La televisión cordobesa tiene los mismos problemas que la provincia, habría que incluirla en el reclamo que dicen que llevarán los legisladores a la Nación. Nos hace falta desarrollo tecnológico y sin él, la televisión difícilmente progrese más de lo que lo ha hecho. La televisión, no así la radio, depende fundamentalmente de lo tecnológico para poder crecer y hoy lo tecnológico es dinero.
No hubo ningún gobierno en la provincia que se haya preocupado por este tema de manera seria, nunca se habló de créditos blandos para desarrollar esta verdadera industria que generalmente se desconoce. Para hacer nuestro programa de la mañana se ocupan directa e indirectamente más de 35 personas, es decir 35 familias, una Pyme o más que eso. Mucho podría crecer este rubro si técnicamente estuviésemos a la altura de la competencia con Buenos Aires. Ojalá alguien piense en esto y genere créditos, no subsidios, ni ATN, créditos a aquellos productores que puedan garantizar el reintegro y la producción de contenidos locales y exportables. Hace mucho tiempo, presentamos un proyecto en este sentido y creo que debe estar en algún cajón o se lo llevó Crese”, finaliza Guizzardi.
Por su parte, para Cuadrado es difícil hablar de una “televisión cordobesa”, y defiende su punto de vista: “sobre todo porque habría que dividir entre noticieros, programas periodísticos, de entretenimiento y los quioscos que brotan en la mayoría de los canales”. En el mismo plano, el conductor agrega que “entre los noticieros, la mayor virtud es la seriedad y el respeto. Eso de no inventar cualquier cosa con tal de decirla antes. Entre los defectos, el más importante es la falta de valentía para tomar riesgos y elaborar cosas nuevas”.
¿Consideran que sus programas por la mañana marcaron una nueva forma de estar informado en Córdoba?
Lagarto Guizzardi: Definitivamente, competimos con inmediatez, un elemento que hasta no hace mucho tiempo era exclusivo de la radio, pero además le hemos puesto un valor agregado definitorio, la imagen. Todos saben que ‘el Show’ está en todos lados, que lo que sucede siempre estará aquí, el televidente sabe que el canal tiene una fortaleza informativa muy importante y esa impronta se traslada hasta nuestro programa.
Jorge Cuadrado: Creo que al menos la gente tiene otra manera de informarse. De todos modos, lo más importante de Arriba Córdoba fue haber incorporado al circuito de la noticia a gente que antes no se informaba hasta la noche, si es que se informaba.
Conduciendo programas líderes en rating ¿es posible abstraerse de la cuestión de las mediciones a la hora de definir contenidos?
Lagarto Guizzardi: Las mediciones no son para mí un elemento condicionante, son en todo caso una herramienta para perfeccionar, modificar o corregir los rumbos. La medición marca el hoy, pero no dice nada sobre el futuro, para eso hay que agregarle otro valor un poco más profundo y científico, que son los estudios de mercado, focus group, etc., que nos indican el pulso más profundo del televidente y de qué manera avanzar y corregir. Nosotros hacemos uno todos los años y hasta ahora nos está yendo muy bien.
Jorge Cuadrado: Yo soy un convencido de que haciendo buen periodismo hay rating. No me desvela el rating. Es una consecuencia del trabajo bien hecho. Me refiero al rating sostenido en el tiempo, no al rating fugaz que se acaba en cuanto pasa una moda. En periodismo la gente sigue a noticieros y periodistas en los que cree. Y construir credibilidad es una tarea de hormiga que requiere de honestidad personal y mucho esfuerzo cotidiano.
¿Por qué consideran que los televidentes los eligen a ustedes, a sus programas?
Lagarto Guizzardi: Canal doce marcó un hito en la televisión nacional, generó un cambio de hábito que hasta entonces no se había manifestado de tal manera. Hoy la mañana de la tele compite directamente con la radio y está avanzando de manera más sostenida y ascendente que ella. Si tuviéramos acceso a lo tecnológico, la radio estaría en problemas. Creo que nos eligen porque competimos con inmediatez, porque no sólo contamos, también mostramos y además porque decimos y nos comprometemos con los televidentes. En el último año se atendieron casi 370.000 reclamos de hechos puntuales que fueron trasladados a las autoridades pertinentes, cronicamos 890 hechos barriales y pasaron 2300 invitados. La gente entiende y sabe que allí estamos, que no le esquivamos el bulto. Puede ser que la gente, después de tantos años, identifique mi imagen con la de un amigo que siempre ha estado allí, en la tele.
Jorge Cuadrado: Yo creo que en cierta forma contesté a esa pregunta, (nos eligen) por la credibilidad. Pero agrego, creo que hablamos un mismo lenguaje, nosotros y nuestros televidentes somos simples, llanos y directos. Nos comunicamos, en el más esencial sentido de la expresión.
¿Hay algún formato de programa que les gustaría realizar en el futuro?
Lagarto Guizzardi: Me encantaría hacer algo como ‘el Show’, pero a la medianoche. Algo más distendido, más humorístico, divertido y reflexivo, un programa de una hora como cierre del día.
Jorge Cuadrado: Hay muchas cosas que me gustaría hacer. Pero supongo que estoy en busca de un formato nuevo. Cuando lo encuentre, quizás salga al aire.
El ‘Lagarto’ y Jorge Cuadrado tienen mucho en común. Y seguramente seguirán coincidiendo en conquistas dentro de un medio al que han dedicado gran parte de sus vidas.
Arriba Cuadrado
Jorge Néstor Cuadrado nació en Santa Rosa de Calamuchita, aunque vivió parte de su niñez en la ciudad de Río Tercero. De ambas guarda valiosos recuerdos. Está casado con Daniela y tiene un hijo, Alexis.
A su padre le gustaba arriesgarse en emprendimientos periodísticos y llegó a tener un par de periódicos regionales y hasta una pequeña FM. “Creo que de ahí viene la cosa”, responde Jorge cuando le consultamos sobre su elección por el periodismo.
Antes de llegar a ser el conductor de Noticiero Doce y de Arriba Córdoba, Jorge fue telefonista, productor, colaborador, cronista, redactor y jefe de noticias de diferentes medios. Afirma que de cada una de esas experiencias tiene “momentos gratos e ingratos que recordar”. Pero de todas maneras, para él “la satisfacción de vivir llega por otro lado”. “Mi trabajo, que ha sido y será arduo y comprometido, es una forma de retribuirle a la vida todo lo que hace por mí”, sostiene.
Entusiasta de las nuevas tecnologías, posee una cuenta en facebook con más de cinco mil amigos. “Facebook es una manera más de comunicarse. Una forma de recibir respuestas directas, sin intermediarios, algo así como “el que escribe está al alcance del que lee”, señala.
La vida continúa fuera de la pantalla. Allí, en el mundo detrás de escena, Cuadrado asegura disfrutar mucho de los desayunos con su mujer, de las charlas con su hijo, las reuniones con sus amigos, los encuentros con su mamá y sus hermanos. “Lo demás (incluido mi trabajo) es bijouterie”, remata.
Y entre esas cosas que disfruta el conductor, no se puede dejar de mencionar su pasión por la escritura. ‘Romagosa’ y ‘Un país para César Ferri’ son las novelas que lo iniciaron exitosamente en el camino de la literatura.
¿Cuál de tus libros te dieron más satisfacción como escritor?
Los dos, por distintas razones. Quizás el segundo, Un país para César Ferri, me defina más como escritor. Pero sin el atrevimiento y la recepción de Romagosa, no hubiese llegado Ferri.
¿Estás trabajando en un nuevo libro? ¿Se puede adelantar algo?
Estoy trabajando sí, pero no sé qué adelantar. Por ahora es una historia de amor. Veremos en qué se convierte.
En una entrevista señalaste que el escritor no se iba a devorar al periodista, ¿seguís sosteniendo lo mismo?
¿Dije eso? No me reconozco en esa frase, porque implicaría adivinar el futuro o algo así. Y no sé lo que va a ocurrir con mis trabajos. Por ahora disfruto de los dos, con distintas intensidades, por supuesto.
Ping Pong de Jorge Cuadrado
Un Hobby: el cine.
Un programa de la televisión cordobesa que no sea el suyo: el Telemanías en épocas del Lagarto. Y Muy Buenas Noches, el programa que producía Zapata a la medianoche y que conducía Clariá con Césari, Zuliani, Lumbía y Ferrari.
Un conductor de TV: El Lagarto. Es mi referente, mi mentor, un tipo al que quiero entrañablemente y al que la televisión cordobesa le debe mucho.
Un libro: Moby Dick. Pero soy injusto con docenas de otros.
Una comida: Los sorrentinos asados de Marcelo Taverna.
Un escritor: Dos: Kafka y Borges. No puedo escindirlos.
Un vino: Me da igual cualquiera.
Una ciudad: Río Tercero.
Una canción: La historia de las sillas, de Silvio Rodríguez.
Un político actual: Ricardo Lagos.
Una banda o cantante: Pink Floyd, lejos.
Lagarto, un show
Aldo Emilio Guizzardi es su nombre completo, aunque todos lo llaman simplemente Lagarto. Está casado con Silvana y tiene un hijo, Lucca.
Desde muy chico, el conductor siguió los pasos de su padre. “Él era un fanático de la radio y yo tomé esa inclinación. A los 14 años debuté como operador y luego como cronista de fútbol”, recuerda.
Luego de haber convivido 37 años con la radio y TV, el Lagarto considera que la ha pasado muy bien con las dos y no podría elegir entre una u otra. Ambas son sus amores. “Siempre consideré que la radio es la madre de todo, es un amor indestructible, pero la televisión es como la novia nueva, te atrapa, te seduce todo el tiempo, te da y te quita, te hace sufrir, te mima y te embriaga de ego, es peligrosa, es capaz de dejarte en cualquier momento, sobre todo si compraste su miel”, asegura, y continuando con su idílica semblanza, añade:“la radio es menos peligrosa, es la novia del barrio, la podés dejar un tiempo y seguro que cuando volvés, te está esperando”.
Fuera del trabajo, al Lagarto le gusta mucho viajar con su familia, el jazz, la Radioafición y también “un poco el silencio”. “También me gusta leer, escuchar y aprender de mis compañeros que respeto y admiro, Cuadrado, Suppo, Clariá, Battaglino, Londero, Mareco, Perotti, Césari. Es una costumbre que nunca perdí, admirar y disfrutar de mis compañeros lo que yo no tengo.
¿Qué más podemos saber de este periodista, al que el mismo Jorge Cuadrado admira, considera su referente, y afirma que “la televisión cordobesa le debe mucho”? Sin dudas, podemos saber mucho más del Lagarto. Basta como ejercicio, apelar a sus memorias:
“Recuerdo muchas cosas, he participado y generado hechos que para mí han sido importantes. Recuerdo las aventuras de Telemanías, La Pachanga, la producción del primer gran show de Perales en el Chateau; el regreso de Los Olimareños; Silvio Rodríguez en Instituto y Juniors; La mañana del Octavo Día y las penurias para promocionar artistas prohibidos; los mensajes encriptados entre familiares y prófugos de la dictadura; cientos de artistas que recogíamos con Tito Acevedo para programar Tonos y Toneles; el abrazo que me dio Zitarrosa después del exilio; las lágrimas con Marilina Ross en el estudio de Radio Universidad cuando llegó de España; la giras con Tarragó, Los Trovadores, Zupay; el Cuchi Leguizamón escupiendo coca en el piso de la radio y su arenga de legalización del uso en plena dictadura y después a quemar la noche y apilar latas de cerveza en el Sorocabana; la tarde con Perón en Puerta de Hierro, casi sin saber qué preguntar.
También recuerdo a Paco de Lucía insultándome porque el Club Atenas no era un ámbito para él y yo explicándole que allí cantó Mercedes, Serrat, que estuvo Astor… Nunca me creyó y tuve que devolver las entradas. La noche en que Dino Saluzzi estrenó Carta a Perdiguero en Tonos; Juan Carlos Maldonado y Eduardo Morello, mis primeros garantes para arrancar con mis sueños, la casa y los viajes; mis tres meses en la BBC donde me especialicé en automatización radial, fue tocar el cielo con las manos; la noche con Antonio Carrizo en Festirama contando la historia de las marchas militares; la pila de discos que me regaló Percy Llanos cuando se fue; la foto con Martín Paz y los retos del Tío Pepe; el programa de radio en vivo y directo durante una semana desde Sídney, fue maravilloso, allá era de noche y aquí plena mañana, inolvidable. Así podríamos estar un día recordando experiencias, hasta cuando me echaron de Universidad tuvo su lado inolvidable, de ese despido nació Radio Ancasti y el diario El Ancasti de Catamarca, donde estuve casi dos años.
Toda mi vida está relacionada a los medios, he vivido en ellos. Trabajé con Mabel López, René S. Luter, Miguel Ángel Merellanos, Sergio Villarroel, lo escuché y vi trabajar en vivo a Oscar Luna, a todos le robe un poquito, de todos aprendí lecciones. Mi vida se desarrollo en los medios, recorrí el mundo por ellos, las mujeres más hermosas las conocí allí, hasta llegué a vivir 4 días sin salir dentro de Radio Universidad…”
Ping Pong del ‘Lagarto’
Un Hobby: La Radioafición
Un programa de la televisión cordobesa que no sea el suyo: ADN
Un conductor de TV: mi referente es Cacho Fontana.
Un libro: Las venas abiertas de América Latina.
Una comida: asado.
Un escritor: Borges, Cortázar, Urondo, Conti, Soriano.
Un vino: Ruttini
Una ciudad: Madrid, Paris, Montevideo.
Una canción: Tiempo de Partir (Mansilla – Falú), Ojalá (Silvio rodríguez).
Un político actual: Felipe González, Lula, Morandini, Sabatella.
Una banda o cantante: Rolling Stones, Charlie Parker, Jamie Cullum, Falú, Miles David, Ella Fitzgerald.