Entrevista a Ángel ‘Pato’ Cabrera
Por Marcos Calligaris
Ángel Cabrera nació el 12 de setiembre de 1969 en Villa Allende, a pocos metros del Córdoba Golf Club donde comenzó a trabajar como caddie con tan sólo 10 años. Sus amigos, la mayoría más grandes que él, también eran caddies y le habían propuesto que los acompañara.
Pero el Pato mostraba buenas aptitudes para pegarle y pronto comenzó a probar suerte en torneos para caddies. Fue su extraordinario talento el que le permitió dejar de trabajar para convertirse en jugador profesional.
Poco a poco, aquel jugador de origen humilde se fue ganando un lugar entre los jugadores más importantes, primero del país y luego del mundo. Y así comenzó a inscribir su nombre en reconocidos torneos de todo el planeta.
Ya convertido en uno de los referentes del golf sudamericano llegó 2007, año en que dio el gran golpe mundial quedándose con el Abierto de Estados Unidos, uno de los 4 torneos más importantes del planeta.
Para coronar un año inolvidable El Pato fue elegido como el mejor representante del deporte argentino en 2007 siendo premiado con el Olimpia de Oro, imponiéndose a deportistas de la talla de David Nalbandian, Lionel Messi, Juan Martín Hernández y Emanuel Ginóbili,
Revista Yas! dialogó con el deportista en el lugar mismo que lo vio crecer. La entrevista comienza con un Pato Cabrera distendido, hablando de lo que considera su segundo hogar, el Golf de Villa Allende. “Para mí este es un lugar muy especial, es mi segunda casa. Acá es donde yo prácticamente crecí. A los 10 años empecé a llevar palos y pasé gran parte de mi vida acá adentro”.
Empezaste a trabajar desde muy chiquito acá…
Si, empecé a trabajar como caddie a los 10 años. Mis amigos del barrio, que eran más grandes que yo, venían a trabajar acá para ganarse unos mangos, así que yo también empecé a venir me quedé para siempre en el golf. No terminé la primaria, llegué hasta sexto grado.
¿Cómo era la situación económica de tu familia en ese momento?
Mala. Imaginate que si venía a laburar a los 10 años, es porque necesitaba guita. Mis padres se separaron cuando yo era muy chico, no los vi más y yo me tuve que ir con mi abuela. Era duro, tenía que laburar para morfar. Yo estaba todo el día solo, porque mi abuela tenía que trabajar. Entonces iba del colegio al golf y del golf a mi casa.
¿Fue entonces tu abuela la que estuvo presente a la hora de los consejos?
Si, pero igual acá en el golf también hay mucha gente buena. Todos tienen título. Yo tuve la suerte de tener un patrón como Juan Cruz Molina por mucho tiempo, que me ayudó mucho y me enseñó muchas cosas que yo no hubiese aprendido nunca.
¿Cómo es el momento en que un caddie decide ser jugador de golf?
Eso no se decide, te tiene que llegar. Primero que todo, tenés que tener condiciones, tenés que tener ganas, se tienen que juntar un montón de cosas. Uno no puede decir “yo quiero ser profesional del golf y empiezo a jugar”. Yo empecé como a jugar y participé de muchos campeonatos nacionales de caddies en Buenos Aires, representando al club. Luego, al los 16 años comencé a jugar como aspirante a profesional hasta que recién a los 20 me hice profesional y ese mismo año gané mi primer torneo como profesional.
La sucesión
Eduardo Romero fue en la década del noventa, el máximo exponente del golf argentino en el mundo. Natural de Villa Allende también, sería él uno de los encargados de acompañar el crecimiento ya incontenible de su coterráneo y sucesor en la cumbre mundial del golf.
¿En qué momento llega la mano del “Gato” Romero?
El gato me dio una mano después. En el año 90, yo era profesional con 20 años, jugué hasta el 95 por todo Sudamérica, y era el número uno argentino y sudamericano. En ese momento yo ya tenía que jugar en un tour más grande, me sentía capacitado. El gato se arrimó, yo le pedí consejos y una ayuda que me la dio. Ese año me fui con él a Europa, pasé la escuela clasificatoria y empecé en Europa.
¿Cuál fue el primer torneo importante que ganaste?
El sueño de mi vida fue ganar el Abierto del Centro. Ganar por primera vez ese torneo que se juega acá en Villa Allende fue lo mejor que me pudo haber pasado en mi carrera deportiva.
¿Fue más importante que ganar el US Open?
Sucede que al principio para mí, ganar acá era lo máximo, como algo imposible. Cuando era caddie y llegaba el momento del Abierto del Centro, los veía jugar a todos los monstruos que venían, lo veía ganar al Gato Romero. Imaginate si vas ahora a la casilla de los caddies y le preguntas a alguno si tiene alguna expectativa de algo y ¿qué te va a decir? “Llevando palos acá, qué puedo hacer…”
Primero el golf, segundo el golf
Con 38 años cumplidos y 18 como profesional Ángel Cabrera mira hacia atrás y recuerda años de sacrificio, muchos años que luego dieron su recompensa, pero que también le quitaron tiempo con su familia.
El golf, más allá de un deporte fue una apuesta de vida…
Si, yo no sé hacer otra cosa. Cuando me hice profesional a los 20 años, ya lo tenía a mi hijo Federico, así que dije “voy a probar un año, si las cosas andan bien seguiré y si no, a laburar”. Por suerte tengo una mujer bárbara que me ayudó en ese momento.
Y le dedicaste al deporte gran parte de tu tiempo…
Si. Este deporte tiene sus cosas buenas como sus cosas malas. Imaginate que Federico ya tiene 18 años y es profesional. Mi otro hijo, Ángel, tiene 16 -también juega al golf- y yo los he visto muy poco, porque he pasado muy poco tiempo en casa. Antes me iba por dos meses, venía por dos semanas y me volvía a ir por otros dos meses. Ahora trato de estar más con ellos y probablemente viaje menos.
¿La decisión de viajar menos nace a partir del triunfo en el US Open?
No, hace rato ya que vengo tratando de viajar menos y estar más en contacto con mis hijos, ayudarlo más a Federico con el golf, “caminarlo” un poco. Sé que a veces escuchan poco a los padres, ellos saben todo (risas), pero en esto también que yo los puedo ayudar mucho y me escuchan.
¿Tenés planificada alguna gira con tu hijo?
No, él por ahora tiene que jugar en Argentina y ya clasificó para jugar el tour sudamericano. Creo que él tiene que hacerse su propio camino. Yo tengo mis planes para jugar en Estados Unidos y en Europa, pero obviamente cuando pueda lo haré invitar a algún torneo.
¿Cómo ves el futuro de tus hijos en este deporte?
Y…la verdad es que yo los veo jugar y se me caen las babas.
El US Open, un hito en la historia del deporte argentino
El US Open es uno de los cuatro majors que se celebran a lo largo del año y uno de los máximos logros al que pueda aspirar un golfista. El Pato Cabrera es el actual campeón de este torneo que se definió en un apasionante final frente a la figura del supercampeón Tiger Woods.
Pasaron algunos meses de aquél gran éxito mundial que fue la obtención del US Open. ¿Cómo vivís ese recuerdo?
Esas es algo que no me voy a olvidar nunca, como tampoco me voy a olvidar nunca del mi primer Abierto del Centro. Es muy difícil decir “ya está, ya pasó”. De repente estoy en mi casa, paso por el living y veo la copa, o veo las fotos y me trae muchos recuerdos.
Fue un torneo donde se lo ganaste mano a mano a Tiger Woods, ¿Sentiste que le arrebataste “su” torneo?
Acá no hay una cancha para cada jugador. Tiger no lo ganó muchas veces, es el major que menos veces ganó. Pero el golf es un deporte en el cual decís “la tengo” y de repente se te escapó y no la tenés más.
¿Para este año, el US Open será una mochila, te generará una presión extra para defenderlo?
No, yo no tengo que defender nada. Tengo que ir a jugar y tratar de hacer lo mejor. Creo que es al revés, me saqué una mochila de encima porque nunca había ganado nada tan importante antes. No todo el mundo tiene un major, así que ya tengo una obligación menos, no pasé mi vida sin ganar nada.
¿Cómo es tu relación con los jugadores que frecuentan este tipo de torneos?
El golf es un deporte muy individualista. Cada uno hace la suya, no hay mala intención, pero tampoco somos amigos. De repente un “hola”, un “chau”, compartís una tal hoyo e una vuelta y nada más. Es muy difícil que alguno se haga muy amigo, o que salga a cenar. Es una relación, tranquila, buena pero no hay una amistad fluida.
¿Entonces no tenés amigos en los torneos?
No, no hay. Por ahí nos juntamos con José Cóceres, o con Carlos Franco, pero amigos no hay. El golf te hace muy solo, vos sos vos y al que está al lado tuyo le querés ganar. A mí no me molesta desayunar, almorzar o cenar solo, ya estoy acostumbrado.
Paralelo al golf tenés una fundación…
Si, se llama Ángel Cabrera. En principio lo hice con la idea de ayudar un poco a los caddies, pero después se fueron dando cosas y acá por Villa Allende he tenido la oportunidad de ayudar bastante. Por suerte el golf me da la oportunidad de ayudar.
¿Crees más en ese tipo de acciones que en las partidarias, a través de un gobierno?
Si, seguro. Yo nunca prometo, si lo hago, lo hago. Cuando tengo unos mangos lo llamo al intendente y le digo “che loco, ¿Qué hace falta?”.
El año pasado jugué la Copa Presidente, donde juega Estados Unidos contra el mundo y me dieron “ciento y pico mil dólares”. Hablé con el intendente, preguntándole qué hacía falta y me dijo “tenemos que terminar el hospital” y “bueno dale”, le dije. Y terminamos el hospital.
Te molesta que cualquiera tenga acceso a tus ganancias
Creo somos públicos y estamos expuestos. Si te metés en Internet, ponés mi nombre y te figuran mis ganancias. Pero a veces me molesta la forma en que lo dicen. Hace unas semanas yo estaba jugando en Estados Unidos y leo una nota del diario La Nación, que decía “Cómo ganar 100 mil dólares en tres horas”. Entonces lo llamé al tipo y le dije “Para estar en este torneo llevo 20 años laburando, de sacrificio, de dejar mi familia. A esto no lo gano en 3 horas”. Otra vez leí “Cabrera millonario”, y me choca, esas cosas me molestan, pero son inevitables.
La prensa te ha considerado en alguna oportunidad como un tipo difícil. ¿Por qué?
Cuando alguien quiere hacerme una nota, lo primero que pregunto es si el tipo sabe de golf. Una vez le corté el teléfono a Víctor Hugo Morales. Yo estaba en Estados Unidos, me llamó para una nota, no sé qué me preguntó y le corté. Yo soy golfista entonces hablame de golf.
También trascendió una entrevista tensa luego del US Open con Mario Pereyra por Cadena 3.
A Mario Pereyra yo no lo traté mal, le dije “viste que aparte de hacer cagadas, hago cosas buenas”. Antes de eso yo había tenido un accidente y me dio con un caño. Es parte del periodismo que a veces les gusta que te vaya mal para matarte. Pero tampoco fue que lo haya puteado.
Esas cosas antes me hacían sentir mal pero ahora ya no me molestan. Nunca he tenido problemas con el periodismo, pero cuando no me gusta una pregunta no la contesto.
¿Cuáles son tus objetivos para este año?
Ver si puedo mejorar mi puesto en el ranking mundial donde estoy decimoquinto y ganar un par de torneos en Estados Unidos. La gira americana es la Fórmula Uno del golf, así que quiero ganar algunos torneos ahí.
Cabrera se despide, le quedan pocos días en Villa Allende antes de emprender una nueva gira hacia Estados Unidos. Por eso disfruta cada minuto viviendo una vida simple, en su ciudad natal, como cuando era chico.