Por Marcos Calligaris
Tac, tac, tac y el último escalón. Los pasos cansinos se detienen en la cima de la escalera.
El teatro luce vacío. El silenció es tal, que puede escucharse.
Tras unos instantes los pasos toman envión nuevamente y se dirigen hacia mí. Tac, tac, tac y de repente, la sombra de una persona se detiene firme ante la mía que parece disiparse.
Giro la cabeza y como quien contempla un busto lo miro de abajo a arriba. Zapatos que brillan con luz propia, pantalón negro, camisa a rayas azules a medio prender y un crucifijo de plata que desparrama las psicodélicas luces del escenario.
Lo miro a los ojos y compruebo que es la persona que espero. Con un barítono “hola, ¿cómo andás?”, Raúl Lavié se presenta y al escuchar la tesitura de esa voz me traslado a aquella noche del ‘84 cuando Astor Piazzolla la calificó como “la mayor de Buenos Aires”.
A través de esas mismas cuerdas vocales procuro escuchar una historia, la historia en primera persona de ese rosarino que de niño amaba pintar, pero que terminó convirtiéndose en uno de los cantantes más importantes de la historia del tango. Pretendo saber cómo fueron aquellas actuaciones con personajes como Héctor Varela, Gidon Kremer, Cacho Tirao o Libertad Lamarque, así como las giras mundiales con el Gran Astor. “Piazzolla es un genio”, me resume ante una primeriza pregunta sobre el bandoneonista, con quien se presentó hasta en Japón. Sí, hablaremos de eso también. Avanzamos hacia el escenario.
Imposible será dejar pasar su historia teatral, si este visitante ilustre del mundo actuó en más de 30 obras sobre los más prestigiosos escenarios, desde la porteña Rivadavia a Broadway, desde México a Los Ángeles.
También actuó en 17 largometrajes, hizo televisión, comedias musicales y telenovelas. “Lo que más me gusta es el hecho de estar sobre un escenario haciendo lo que sea, es mi vida”, dirá más tarde, no antes de hablar de la importancia de su familia.
Tomamos asiento a un costado del escenario, dentro de unos minutos la sala rebozará de tangueros y la voz del ‘Negro’ saldrá a perseguir compases, con ese fraseo particular que lo hace diferente.
Ahora y para no perder la costumbre, somos todo oídos.
Si lo que te apasionaba era pintar, ¿cómo llegaste al canto?
Llego prácticamente de casualidad. Cuando tenía 14 años conocí a un amigo, mayor que yo, a quien le gustaba cantar y era admirador de Carlos Gardel. Un día me pidió que lo acompañara a un instituto musical porque quería aprender a cantar. Lo acompañe y allí un profesor, luego de hacerme cantar de prepo, me dijo: “Pibe, vos tenés que cantar”. Yo le respondí que sólo iba para acompañar a mi amigo. Luego este señor fue a mi casa a hablar con mis padres y prácticamente me obligaron a empezar a vocalizar. Luego ya me entusiasmó el hecho de participar en el coro del instituto, después vino la orquesta del mismo y así comencé la carrera hacia el profesionalismo.
En esa instancia previa que va desde el amateurismo hacia el profesionalismo, ¿qué música te gustaba hacer?
Hice de todo. Corría la década del ‘50 y el tango era la música por excelencia, lo que todo chico comenzaba cantando. Yo canté en orquestas características, pero también en orquestas de jazz, un poco de todo. Luego empecé a cantar tango con la orquesta de Rosario.
Hay un momento clave con la Orquesta de Rosario que marca tu partida a Buenos Aires…
Sí, de la Orquesta me despidieron porque decían que desafinaba. Entonces viajé a Buenos Aires y me volvió a pasar casi exactamente lo mismo que cuando era chico: un amigo que conocía de Rosario me pidió que lo acompañara a Radio Belgrano, una vez ahí me pidieron que cantara algo y así comenzó la historia de la que hoy estoy disfrutando.
¿Cuál fue el siguiente paso?
Al poco tiempo debuté en Radio El Mundo como solista, con una Orquesta estable de 40 músicos.
Teatro y algo más
En 1986 El ‘Negro’ Lavié se presentó en Broadway donde obtuvo cuatro nominaciones para el premio Tony. Catorce años más tarde regresaría y sería nominado nuevamente.
Protagonizó más de 30 obras de teatro, entre ellas Hello Dolly y El hombre de la Mancha, en México, y ‘Annie’, ‘Pippin’ y ‘Zorba el griego’, en Argentina
Por sus asiduas presentaciones y popularidad fue nombrado visitante ilustre de Los Ángeles y Tokio, y ciudadano ilustre en Chubut, Bariloche, Mar del Plata y Rosario.
¿En qué momento surge tu vocación actoral?
Fue en la década del ‘60. Yo ya tenía cierto nombre, ya había actuado con la Orquesta de Héctor Varela -que era el número uno en ese momento- y ya tenía mi Orquesta propia. El tango comenzó a perder vigencia, las Orquestas tendían a desaparecer por falta de presupuesto y surgía la música que la juventud exigía. Todo eso repercutió en mí y me llevó a encarar otros géneros musicales que yo ya había hecho en mis comienzos. Al mismo tiempo hice una evaluación sobre lo que quería hacer, me decidí por la actuación y busqué la forma de acceder al teatro. Lo logré en 1965, cuando debuté con una comedia llamada ‘Locos de verano’, un clásico del teatro argentino. A partir de ese momento nunca dejé de participar en alguna obra teatral. Tuve la oportunidad de crecer como actor a través de distintos géneros del teatro.
¿Cuál fue la importancia de “Tango Argentino”, aquella obra que brilló en Broadway?
Ese espectáculo fue el que marcó el renacimiento del género en el mundo. Nosotros arrancamos a fines del ‘83 en París, luego en el ‘86 hicimos Broadway, donde nos convertimos en la primera compañía netamente argentina en actuar allí y donde competimos con grandes producciones obteniendo cuatro nominaciones para los premios Tony. Ese espectáculo despertó el interés del tango en todo el mundo y por supuesto, después volvió a Argentina.
¿Qué trabajo disfrutaste más?
Lo que más me gusta es el hecho de estar sobre un escenario haciendo lo que sea, es mi vida. El teatro es fundamental en mi carrera, ahí aprendí todo lo que es mi profesión. Uno puede ir a institutos a que le enseñen toda la base para poder hacer una carrera de actor, pero la verdad está en el escenario, en el trabajo. Yo tuve esa suerte, tengo más de 55 años de actuación.
¿Qué significó haber participado en ese generador de estrellas como fue el ‘Club del Clan’?
El ‘Club del Clan’ es fundamental en mi carrera, como cada una de las cosas que hice. Me dio una popularidad rápida y lo pasé muy bien. Pero reitero, lo más fundamental para mí es poder estar en un escenario después de tantos años.
En los ‘90 una encuesta realizada por la revista ‘La Maga’ te situó entre los 10 cantores más importantes del tango. ¿Qué significó para vos?
En aquella oportunidad la gente eligió mi nombre entre los diez artistas más populares de la historia del tango. La particularidad fue que los otros 9 ya estaban muertos. Fue como un agasajo para mi espíritu.
Frecuentemente afirmás que no recibiste influencias de otros artistas. ¿A qué se debe?
Como realicé distintos géneros musicales durante toda mi carrera, fui creando un estilo propio. Yo comencé cantando tango, pero después cantaba en inglés, cantaba jazz y hasta folclore y eso me dio mi propio estilo.
Piazzolla y el mundo
Uno de los grandes compañeros artísticos de Raúl Lavié fue Astor Piazzolla, y el ‘Negro’ no duda de la impronta del marplatense en la historia grande del tango. “Piazzolla es fundamental. Yo creo que en el tango hay tres cosas fundamentales, una de ellas es Gardel, luego los hermanos De Caro, quienes revitalizaron la forma de tocar el tango a través de la armonía y la composición, y gracias a quienes comenzaron a aparecer los grandes músicos, entre ellos Astor Piazzolla, quien finalmente actualiza y renueva el tango. Es un genio, yo creo que por suerte tuvimos a un Astor Piazzolla”, afirma.
¿Qué pensás de quienes en su momento veían en la figura de Piazzolla a una especie de destructor del tango?
Son tonterías a las que no hay que prestarle atención, porque finalmente la historia es la que se encarga de marcar la realidad. Actualmente Piazzolla es reconocido en todo el mundo y cuando se habla de él, se habla de tango y de la Argentina. Lo que dijo en aquel momento cierta gente, no tiene validez.
Japón forma parte de tu historia, así como la del tango…
Japón fue uno de los primeros países en adoptar el tango tal como era, el tango nuestro. Y a su vez generó también muchos artistas locales que llegaron a cantar tango por fonética, sin entender lo que estaban diciendo. La primera cantante japonesa que llegó a nuestro país lo hizo ya en la década del ‘50, se llamaba Ranko Fujisawa y no hablaba una sola palabra en castellano. Para ellos el tango es muy importante.
Luego vendría el debut en Japón junto a Piazzolla…
Sí. La primera visita tanto mía como de Piazzolla a Japón, la hicimos juntos en 1984. Hicimos un espectáculo en el que incluimos a Ranko Fujisawa y ese concierto en vivo fue editado el año pasado en Tokyo.
“Mi esposa es mi mano derecha”
Casado en terceras nupcias, Lavié tiene cinco hijos y seis nietos.
En cada una de sus presentaciones puede verse a su esposa ayudándolo en todo detalle. “Laura es más que mi mano derecha, es quien maneja mi agenda, mis compromisos, quien me saca de encima cuestiones que a veces no quiero atender, ella me aconseja. Luego de estar tantos años juntos ha aprendido los secretos del espectáculo y eso me ayuda mucho”, afirma, confiesa.
Pero mucho antes de Laura, el cantante estuvo casado con una de las por entonces más populares mujeres de Argentina, la actriz, periodista, modelo y actual diputada nacional Lidia ‘Pinky’ Satragno. De su matrimonio nacerían dos de sus hijos y algunas disputas en los medios.
“Mi casamiento con Pinky fue uno de los momentos más mediáticos de aquella época.
El hecho de casarse con alguien que está en el mismo tema que vos, a veces ayuda y otras veces no tanto. Y en una pareja de artistas siempre hay cierta competencia”, recuerda.
¿En qué cosas competían con Pinky?
Cuando la conocí yo no tenía la trascendencia pública que tenía ella. Pinky era una de las grandes estrellas de la televisión, y si bien yo no competía con ella, el público sí lo hacía y fue difícil.
¿Cómo puede el público hacer que una pareja compita o se confronte?
A veces era el público y a veces el mismo medio en el que uno se maneja el que ensuciaba la cancha.
Hoy Jorge Rial se haría un picnic: Pinky vs. Lavié…
Por supuesto. Antes eso también existía, pero no eran tan sangrientos como ahora.
Muchas veces había gente que probablemente tenía animadversión con Pinky y me hacía pagar a mí las consecuencias, quitándome protagonismo o de alguna otra manera. No era fácil, sobre todo tratándose de una figura de la importancia de ella, que en ese momento era como hoy Mirtha Legrand.
¿Cómo siguieron las cosas con ella?
Tenemos dos hijos y una relación muy adulta.
Un tipo común
Pasó la temporada teatral, ¿a qué te abocás ahora?
Sigo con mis shows personales, con varias salidas por el interior del país. En junio tengo dos conciertos en Boswil, una localidad cercana a Zúrich, Suiza, donde voy a cantar María de Buenos Aires con la Orquesta Sinfónica de Zúrich, dirigida por el argentino Marcelo Nisinman. También estoy pensando en volver con una comedia musical. Tengo en carpeta ‘Jekyll & Hyde’ y ‘Gotán’.
Por otra parte estoy con un proyecto muy importante llamado ‘Terra Tango’, un parque temático que va a estar instalado en un predio de varias hectáreas en Vicente López y donde armaremos una ciudad a través de la cual vamos a contar la historia del tango desde los comienzos hasta nuestros días.
¿Cómo sos abajo del escenario?
Igual que arriba del escenario.
¿Cómo es un típico día tuyo?
Yo trabajo permanentemente creando cosas, estoy siempre detrás de proyectos. Normalmente uso las primeras horas del día, a eso de las 6 de la mañana ya estoy trabajando tranquilo. Luego desayuno leyendo los diarios y hago algo de actividad física. Por las tardes siempre hago cosas que tienen que ver con mi trabajo.
¿Vivís en Buenos Aires?
Sí, a 30 kilómetros de la Capital.
¿Es una necesidad, una costumbre o te gusta el ritmo bonaerense?
No, no estoy acostumbrado, pero en Buenos Aires tengo todo.
¿Qué música escuchás en el living de tu casa?
Escucho la música buena. La música populachera, de mal gusto, no la quiero y no quiero que alguien la escuche en mi casa. Siempre les puse buena música en los oídos a mis hijos, por eso ellos crecieron disfrutando la música de calidad. Creo que es importantísimo que los padres orientemos a los hijos para que tengan un oído abierto pero a las buenas cosas, de la música y de la vida. Tengo una hija de 26 años y a veces todavía le digo, “no, esto no. Pará la mano acá” y si no le gusta, mala suerte.
¿Volverías a Rosario?
No creo. Me encanta Rosario, pero toda mi vida está desarrollada en Buenos Aires. Yo llegué a los 18 años, hice todos mis amigos, tuve mi familia…me casé tres veces y de los tres matrimonios tengo hijos. En Rosario estaría muy solo.
Tac, tac, tac y el último escalón. Ahora en sentido inverso. La figura de Raúl Lavié comienza a retirarse, lentamente. Me quedo mirándolo en silencio y a causa de un fenómeno extraño, difícil de explicar, su imagen se agiganta a medida que se aleja.