Entrevista al ‘Flaco’ Pailos, humorista
Por Marcos Calligaris
“La imaginación consuela al hombre de lo que no es y el humor lo consuela de lo que es”. La frase emerge de la boca de Fernando Pailos.
Fernando ‘El Flaco’ Pailos es el humorista del momento. Tiene 41 años, nació en el barrio cordobés de Güemes, aunque él prefiera decir que nació en la maternidad.
Mirado por muchos como el sucesor de Cacho Buenaventura y el Negro Álvarez y mentor de un estilo propio, este ex flaco se siente orgulloso de poseer el don de divertir a la gente y no le afecta en lo más mínimo el hecho de haber abandonado cuatro carreras universitarias.
Su perseverancia y su alma buscavida lo llevaron desde vender rifas, hasta maravillar a la mismísima Susana Giménez o dejar a Marcelo Tinelli tendido en el piso por la risa.
Boca sucia. No se le caen las malas palabras de la boca, a las cuales considera totalmente necesarias para ser sincero.
Pailos es un caso aparte. Piola, fresco, sincero, agradecido, no deja de saludar a quien le grita desde algún auto o le palpa la espalda como si lo conociera de toda la vida.
El Flaco Pailos se instaló en la movida del humor desde la cuna misma de la risa.
Se baja el telón y en cada uno de sus shows el flaco comienza diciendo que para este año tiene dos noticias, una buena y una mala: la buena es que los argentinos sabemos reírnos de nuestras desgracias y la mala…que este año nos vamos a cagar de risa.
Comienzos con la viola
¿Tuviste una adolescencia muy apegada a la música.
Si, desde 1982 tuve distintas bandas con las que pude recorrer muchos lugares tocando desde música country hasta rock Pero fue recién en 1992 cuando formé mi primer grupo exitoso. Nos juntamos con unos amigos y fundamos “Los viejos pescados”, una banda con la que hasta llegamos a hacer temporada en Carlos Paz junto a Alejandra Pradón en el ’98.
¿Cómo surge la idea de hacer reír a la gente?
Fue un día en un pub de Río Tercero. La gente estaba muy parca, ni nos miraban. Entonces el gordo que tocaba con nosotros contó un chistecito, yo tiré algún otro, como amenizando, y vimos que funcionaba. De repente todo empezó a andar bien, lo empezamos a hacer con frecuencia como complemento de la música y poco tiempo después todo fue al revés, el humor era protagonista y la música complemento.
¿Cuándo fue el momento en que dijiste “soy un humorista”?
Una vez estaba por empezar a cantar un tema y dije: “Bueno, para los que no me conocen soy Fernando Pailos, y para los que me conocen –y quedé mirando con cara de nada- también soy Fernando Pailos.” Y se empezaron a cagar de risa.
Hablando en serio, considero que me recibí de humorista hace recién dos años. De repente me di cuenta de que podía seleccionar los lugares donde quería laburar. Si bien hace mucho que vivo de esto, recién desde el año 2004, anoto “humorista” en las fichas que te preguntan la profesión. Antes ponía músico, estudiante, que se yo…
¿Y cómo describís a tu humor?
Es un humor muy fuerte. Cacho Buenaventura me sabe decir “hace treinta años que me vengo cuidando para no decir malas palabras y venís vos con el ‘cu….’ que no se te cae de la boca y nos cambiás toda la historia. Obviamente me lo dice con buena onda.
Además en las historias que cuento siempre hay algo político, una crítica a algo que no está bien. Lo puedo definir como un humor muy contestatario.
¿Cómo se compone actualmente un espectáculo del Flaco Pailos?
Nuestra propuesta hoy es mucho más compleja y adaptada al teatro. Nos acompañan los chicos de la Camerata Córdoba –violinistas-; también tenemos un grupo de baile que se llama Makumba. Juntamos estas tres patas, preparamos un guión teatral y así surgió “Los Inservibles”, que es el nombre del show que en la actualidad ponemos en escena y con el cual nos está yendo bárbaro.
El empuje de la televisión
En el año 2000 Marcelo Tinelli organizó en su programa, el campeonato Argentino del humor, suceso que iba a marcar un antes y un después en la carrera del Flaco Pailos. Su mujer le insistió bastante para que se presentara al casting, y aunque esto le generó un dilema porque él ya estaba trabajando como humorista en su ciudad, finalmente accedió a la intuición femenina y su carrera iba a dar un vuelco substancial.
¿Cómo fue lo que viviste con Marcelo Tinelli?
Me presenté al casting de Video Match y ya había terminado. Por esas cosas del destino el productor era amigo mío, así que hizo armar nuevamente las cámaras, conté un chiste y a las dos semanas me llamaron y partí para Buenos Aires. El primer día competimos cuatro humoristas y perdí. Pero mi cuento duró once minutos, porque mientras los productores me decían que redondeara la idea, Tinelli se estaba muriendo de risa en el suelo, así que seguí contando. Al día siguiente cuando me estaba por volver a Córdoba, me llamaron al hotel para decirme que Tinelli estaba copado conmigo. Así fue que hicieron un repechaje que gané y al año siguiente quedé junto a Cacho Garay participando en el Show del chiste.
Tu figura se siguió acrecentando en el resto del país. ¿A qué se lo atribuís?
Después de lo de Tinelli trabajé junto al imitador Mario Devallis en el programa Lagarto Show, algo que me permitió darme a conocer bien en la provincia en que nací. Además trabajé en muchos medios radiales de Córdoba, hasta que finalmente el año pasado, me convocaron del programa de Susana Giménez donde fui incluido en la selección nacional del humor. Allí compartí estudio con figuras del humor nacional como Chichilo Viale, Lambetain y Daniel Araoz entre otros. Creo que toda esa exposición en los grandes medios fue trascendental, pero no te olvidés que hace 24 años que estoy trabajando en esto.
Si bien no sos un nene, estás considerado como una especie de “crack” de las inferiores del humor; un pibe de la cantera humorística de Córdoba…
Si, sucede que de la nueva camada de humoristas soy el más joven. Siempre me quedó grabado, cuando una vez me encontré con el Sapo Cativa en el programa de Susana. Estábamos sentados juntos y todo el mundo lo saludaba a él “¿qué hacés sapo, cómo andás? Y el respondía señalándome con el entrecejo: “Estoy acá…con el semillero”. Es muy gracioso y gratificante.
Tenés un público bastante heterogéneo…
Sí. Hace una semana iba caminando por la peatonal; me para una señora y me dice: “a mi hija le encanta el cuento de la cenicienta, dele un beso”. Me doy vuelta buscando para todos lados y no había nadie. Miro para abajo y la nena debe haber tenido 6 años. Es algo muy raro pero a mis discos los escuchan chicos de 10 años. O sea que tengo público para rato (risas).
¿Cómo es la vida de un humorista?
Como la de cualquier otro, a diferencia que de vez en cuando, cuando voy por la calle me gritan ¡“Eh flaco, contate un chiste”!
¿Y que hacés?
Les digo “¡Ah culiau! Si fuera Meolans, me hacés nadar”. Y con eso zafo.
A veces suelo estar con mi hija y la gente viene a sacarse fotos. Yo no tengo dramas, pero después les digo que quiero estar con la nena y lo entienden. La gente se ubica.
Al Flaco Pailos la vida no le sonríe, le ríe a carcajadas.
Sin repetir y sin soplar
Un color: El celeste, por Belgrano de Córdoba
La última película que viste en el cine: La aventura del Poseidón
Un deporte: Metegol sin arqueros
Cacho Buenaventura o El Negro Álvarez: Un cachito del negro
Vino tinto o Vino Blanco: ¿Por qué “o”?
¿Fernet o Cerveza? Fernet, pero no genérico.
¿Rubias o Morochas? Morochas teñidas