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Arbeit Macht Frei (Y el detalle oculto)

Por Marcos Calligaris

La mañana es helada. Es mucho más que una obviedad si se trata del mes de febrero en Cracovia. Camino por las calles de lo que fuera el gueto judío y su estilo me recuerda a las casas que rodean el Mercado Norte cordobés. Caigo en la cuenta de que esa zona infravalorada de Córdoba es acaso una de las últimas que expone caprichosa su berretín europeo en La Docta. “Dzień dobry”, alguien me da los buenos días en polaco y me traslada nuevamente a más de 12 mil kilómetros de Argentina.

Camino. La escarcha y la nieve dominan el paisaje de esta pintoresca ciudad que fuera por tanto tiempo capital polaca y donde la cultura, el arte y los centros científicos todavía hacen que muchos la consideren el corazón de Polonia.

El centro histórico de Cracovia fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y junto al río Vístula -que lo atraviesa de punta a punta- conforma un exquisito y atrayente destino para los turistas que se largan a recorrer los místicos laberintos de la Europa oriental. Sin embargo, es importante recalcar que una de las principales atracciones turísticas de Cracovia, no es Cracovia en sí, sino un campo de concentración que tiene como vecino.

Hablo de Auschwitz, el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, donde se calcula fueron asesinadas no menos de 1,3 millones de personas.
Auschwitz, está situado a unos 60 Km. al oeste de Cracovia, y el viaje no toma más de una hora y media, si el tráfico es benévolo.

Pero la intención no es hablar de Cracovia, ni hablar de las atrocidades que se cometieron dentro del campo de concentración.
Me considero un abogado defensor de los detalles, de esos detalles que por lo general terminan estando más conectados de lo que uno cree con un todo. Por lo tanto en esta oportunidad voy a hablar simplemente de una letra.

Frío desolador, desolador frío

 

Si la mañana es helada en Cracovia, al llegar a Auschwitz, el panorama se agrava al sumarse un frío estremecedor que corre ineludiblemente por el alma; que a su vez converge con un ensordecedor silencio que domina el lugar y una niebla que genera un ambiente ceniciento. (Confieso que es contexto cercano a la muerte me genera una extraña sensación, mezcla inexplicable de nostalgia, desconsuelo, morriña… Me hubiera gustado definirlo con el término portugués ‘saudade’.)

Ya he dejado pasar varios detalles antes de ingresar en Auschwitz, pero el siguiente no se me pasa.
‘ARBEIT MACHT FREI’ es el eslogan que reza el pórtico de entrada al campo de concentración. Con este mensaje -que en alemán significa “El trabajo libera”, eran recibidos los deportados por las fuerzas SS que custodiaban el centro durante el periodo de funcionamiento, desde su apertura en mayo de 1940 hasta el 27 de enero de 1945.

Esta frase es atribuida a Rudolf Franz Ferdinand Höß, un oficial nazi miembro de las Schutzstaffel (SS) y las Waffen-SS con el rango de SS-Obersturmbannführer, y quien fuera comandante del mismísimo campo de concentración Auschwitz.

Antes de llegar a ser comandante en este enclave polaco, Rudolf Höß, había sido prisionero durante la República de Weimar y sostenía que haber realizado “trabajo doméstico” o forzado, lo había ayudado a sobrellevar la dura experiencia.

De todos modos este eslogan se repitió en diversos campos de concentración de Alemania y hasta incluso en edificios públicos. El término, desde la perspectiva nazi, constituía una especie de declaración mística en la cual “el auto-sacrificio puesto en práctica como trabajo sin fin, conlleva en sí mismo a una suerte de liberación espiritual.”(1)

Y el papel de Höß en esta historia fue haber sido quien decidió colocarlo en la entrada misma de Auschwitz 1, el campo principal.

Cerca de develar el misterio

 

Ha sido necesario contextualizar un poco, hablar de generalidades, pero lo dije al principio, mi intención es llegar a un detalle, a una letra. Continúo entonces.

Algo extraño hay en esa frase. ‘ARBEIT MACHT FREI’. La miro desde lejos, la miro mientras me acerco, la miro mientras paso por debajo. Ya sé –pienso- estoy entrando a Auschwitz, ese lugar parangonado tantas veces con el mismísimo infierno, debe ser eso. No.

Pero sé que estoy muy cerca, me llama la atención algo más, la tipografía. Frente a mis ojos hay algo que descifrar.

¡Finalmente lo percibo! ¡Sí! Es la palabra ‘ARBEIT’, Allí la letra “B” está invertida. La “pancita” de la misma es más ancha arriba que abajo, inversamente a la manera como la he visto escrita desde mi niñez. De todos los campos de concentración donde los alemanes han escrito este lema, el de Auschwitz 1 es el único que cuenta con esa particularidad. Y el mundo de los símbolos es demasiado complejo, tan enmarañado que en esta ocasión me rehúso a creer en el azar, o en una simple variación tipográfica sin sentido.

Auschwitz me genera miles de sensaciones al recorrerlo, los detalles afloran como abejas merodeando cientos de panales, y quizás en algún momento me concentre en pronunciarme sobre alguno de ellos.
Pero quiero detenerme en esa “B”. Me obsesiona su por qué, y sé que es poco probable encontrarlo.
Luego me tranquiliza un poco notar que no soy el único en advertirlo. De hecho ya se han dilucidado algunas hipótesis sobre su significado.

Así entonces, me he visto coincidiendo a la distancia con Patricio Pinto, un blogger que desde Londres se asombra de haber comprobado a través de literatura sobre el nazismo,  “cómo aspectos mínimos, corrientes y superfluos, adquieren una dimensión monstruosa, en el contexto abominable de deshumanización que tuvo lugar en estos campos.”

Pinto reflexiona primero, “en la cruel ironía del lema, ‘El Trabajo Libera’, dirigido a seres humanos que en gran medida murieron realizando trabajos forzados, sin casi comida y agua, y en unas condiciones sanitarias inexistentes, si es que no fueron asesinados directamente en cámaras de gas.” Y luego, trata de imaginarse “cómo la vista de estos prisioneros posiblemente se detenía en esta letra, primero con curiosidad, luego con indiferencia, y finalmente, con un profundo desconsuelo, al imaginar en esta letra torcida una cruel metáfora de una vida invertida, descolocada, sin significado, apretujada dentro en una frase grandilocuente que ya nada tiene que ver con la indignidad del trabajo inútil (…)”

Pero afirmé párrafos arriba, que el mundo de los símbolos es demasiado complejo. Y más allá del excelente valor metafórico y figurativo de esta última impresión, deseo darle lugar a otra versión más técnica, más escalofriante, más estremecedora.

 

La otra posibilidad

 

Recorriendo los pasillos del campo de concentración observo y llego a la conclusión de que el insecticida usado en las cámaras de gas de Auschwitz y otros lugares, se llamaba Zyklon B.

Luego de un recorrido por las frías cámaras de gas, puedo divisar miles de tarros oxidados con la marca Zyklon B. Esta última era la marca registrada de un insecticida a base de cianuro que se usó en la Alemania Nazi durante el Holocausto, para asesinar personas. También conocido como Cyclon B, la sustancia consistía en ácido cianhídrico (ácido prúsico), además de un estabilizador y un odorante de advertencia. Con este se impregnaban pequeñas bolas absorbentes, discos de fibra, o tierra de diatomeas. El mismo se almacenaba en envases herméticos y al contacto con el aire, producía cianuro de hidrógeno gaseoso. Producía, básicamente, la muerte instantánea de cualquier ser humano.

La mañana es helada y me quedé pensando entonces en el valor de un mero detalle que puede llegar a simbolizar el cambio de toda una realidad.

La mañana es helada y me quedé aprisionado en una B, pensando en que los símbolos están presentes al entrar y al salir de cada realidad. Sí, son como puertas y ventanas.

Me quedé pensando en cuántos símbolos vemos a cada momento y decimos, “no importa, es sólo un detalle…”

(1)  Arbeit Macht Frei. Auschwitz Alphabet. The Ethical Spectacle. Retrieved on 2008-04-10.

Las caras de la mañana de Córdoba

Entrevista a Jorge Cuadrado y ‘Lagarto’ Guizzardi, periodistas
Por Marcos Calligaris

Aldo “Lagarto” Guizzardi y Jorge Cuadrado tienen muchas cosas en común. Ambos trabajan desde hace largo tiempo en televisión, medio por el cual comparten la pasión y hasta el mismo canal, el 12.

Tanto el Lagarto como Cuadrado compartían un protagonismo indiscutido en sus respectivos programas cuando decidieron ser partícipes de una nueva etapa en la televisión cordobesa: la mañana.

No fue fácil, pero la mañana televisiva se fue afianzando y actualmente le da pelea mano a mano a la radio. “Competimos con inmediatez, un elemento que hasta no hace mucho tiempo era exclusivo de la radio, pero además le hemos puesto un valor agregado definitorio, la imagen”, afirma Guizzardi, quien día a día conduce el “Show de la mañana”.

También se ha sumado un nuevo público. Así lo cree el conductor de Arriba Córdoba: “Lo más importante fue haber incorporado al circuito de la noticia a gente que antes no se informaba hasta la noche, si es que se informaba”, sostiene Cuadrado.

Pero la información no es el único componente de estos programas, el formato también admite entretenimiento, más ‘ida y vuelta’ con la gente, más opinión.

La mañana es el presente del Lagarto y Jorge Cuadrado. Pero hay un antes, hay paralelos, hay circunstancias que los sitúan donde están y Revista Yas! lo quiere contar.

¿Cuáles fueron sus primeras experiencias en TV?

Lagarto Guizzardi: Mi primera experiencia fue en San Carlos de Bariloche en 1975, con un ciclo que sólo duro dos programas, tenía por entonces 20 años. Luego y ya de manera casi ininterrumpida desde 1985 a la fecha, siempre en Córdoba.

Jorge Cuadrado: Yo tenía 22 años y Ricardo Palladino, el jefe de noticias del 10, necesitaba un cronista. Tuve que dejar la facultad pero allá fui. Mi primera nota fue en un cuartel de bomberos de barrio Maipú.

¿Qué anécdotas recuerdan de entonces, que contrasten con el presente, con sus programas actuales?

Lagarto Guizzardi: No es una anécdota, es un grato recuerdo que contrasta un poco con estos días. En Bariloche, una sola cámara, muy poca luz, un solo micrófono, un solo pantalón y un solo saco (el mismo que usaba para salir a la noche). Se permitía una sola toma y de la cintura para arriba; abajo, el pantalón y los zapatos mojados por la nieve. Ah, me olvidaba, un solo televidente también. De aquella frustración a estos días pasaron muchas cosas y de a poco se fueron cumpliendo los módicos sueños de mi carrera. Hoy estamos calentitos, con cuatro cámaras, asesor de vestuario, maquilladora, productores, y el segundo caudal de audiencia de la mañana.

Jorge Cuadrado: Yo tenía 21 años y además de trabajar en la radio, mañana y tarde, me gustaba salir, como a cualquiera a esa edad. Un lunes a la mañana dije que en el boliche de Santa Rosa, el sábado a la noche había habido una batahola. Recuerdo como si fuera hoy esa palabra. Santa Rosa de Calamuchita hervía de turistas y fiesta y el dueño del boliche no me dejó entrar por lo que había dicho. Incluso amenazó con desconectar los parlantes de la radio de circuito cerrado de la confitería más popular del pueblo. Muy temprano empecé a darme cuenta de lo que era resistir las presiones, de lo que era el periodismo independiente.

¿Hasta qué punto son conscientes de la capacidad de influir en la sociedad que tienen?

Lagarto Guizzardi: Sé que lo que uno dice frente a una cámara es recibido por mucha gente y tal vez pueda crear un clima especial sobre un tema determinado. Yo en lo particular no soy un analista, pero sí he comprobado que a partir de comentarios o enfoques basados en la experiencia cotidiana he logrado abrir debates sobre temas que yo considero esenciales y que deberían ser tratados en los medios de manera más frecuente. La honestidad de los dirigentes, la efectividad en su trabajo, la solución inmediata de los problemas acuciantes de la gente, el sostenimiento del dialogo y la discusión como herramienta de crecimiento, la renovación de la dirigencia, la creación de nuevos cuadros políticos capacitados, la facilitación de herramientas para investigar los hechos de corrupción, la depuración de los instrumentos para la elección de autoridades, la denuncia de la trampa , del sometimiento y la esclavitud impuesta por el asistencialismo político. Creo profundamente que es una obligación de los comunicadores declararle la guerra a la vieja política, nos merecemos otra cosa. Ojala que podamos influir para que estos temas sean tenidos en cuenta y para que cada día más gente participe, se comprometa.

Jorge Cuadrado: Esa pregunta implica que la “capacidad de influir en la sociedad” es algo medible, matemático. Y no es así. Por otro lado, yo encaro mi trabajo de todos los días con rigor y profesionalismo. Tengo que informar lo que veo y sé, tengo que analizar, interpretar y opinar con datos y elementos, tengo que estudiar todos los días para saber más del mundo y del hombre. De eso sí soy consciente, de la responsabilidad social que tiene mi trabajo. A mí no me interesa influir en la sociedad. Eso es para megalómanos y yo apenas soy un periodista.

¿Se consideran vergonzosos a la hora de hablar de sí mismos?

Lagarto Guizzardi: No me da vergüenza hablar de mi vida, no tengo nada que ocultar, hablo con mucho cariño, respeto y agradecimiento por lo vivo y me ha tocado vivir.

Jorge Cuadrado: Diría que me pone incómodo.

¿Cómo es un día de ustedes?

Lagarto Guizzardi: El despertador suena a las 05.45. Desayuno, levanto a la tropa, dejamos a Lucca en el colegio y seguimos con mi señora hacia el canal. A las doce, un pequeño corte para hacer una hora de natación y luego a la productora para armar el programa del día siguiente o diagramar alguna estrategia de trabajo con mi socia Gladys Vega. A eso de las 19 hs. ya estamos de regreso en casa, cena temprano, un poco de música, Internet, un libro y a la cama.

Jorge Cuadrado: ¿Ves?, esas cosas me ponen incómodo. (Risas) Soy una persona como todas. Tengo mi trabajo, mi familia, mis amigos… nada especial. Te aburrirías escuchando sobre mi día.

¿Con respecto al carácter, cómo se definirían?

Lagarto Guizzardi: Fundamentalmente soy optimista, de buen carácter, alegre, a veces un tanto introvertido, intolerante con las agachadas.

Jorge Cuadrado: Me he pasado más de cuarenta años de mi vida tratando de definirme y aún no he podido. No sé, creo que si el hombre pudiera definirse a sí mismo perdería la magia que afortunadamente aún conserva la raza humana.

Televisión cordobesa, un modelo para armar

La televisión de Córdoba corre con desventaja en relación al desarrollo que tuvieron los medios radiales y gráficos de la ciudad, que incluso en el caso de los líderes, están técnicamente a la altura de los medios porteños. ¿Qué debe cambiar? ¿Hay virtudes para rescatar?

Lagarto Guizzardi toma la delantera con un diagnóstico politizado y una propuesta superadora: “La televisión cordobesa tiene los mismos problemas que la provincia, habría que incluirla en el reclamo que dicen que llevarán los legisladores a la Nación. Nos hace falta desarrollo tecnológico y sin él, la televisión difícilmente progrese más de lo que lo ha hecho. La televisión, no así la radio, depende fundamentalmente de lo tecnológico para poder crecer y hoy lo tecnológico es dinero.

No hubo ningún gobierno en la provincia que se haya preocupado por este tema de manera seria, nunca se habló de créditos blandos para desarrollar esta verdadera industria que generalmente se desconoce. Para hacer nuestro programa de la mañana se ocupan directa e indirectamente más de 35 personas, es decir 35 familias, una Pyme o más que eso. Mucho podría crecer este rubro si técnicamente estuviésemos a la altura de la competencia con Buenos Aires. Ojalá alguien piense en esto y genere créditos, no subsidios, ni ATN, créditos a aquellos productores que puedan garantizar el reintegro y la producción de contenidos locales y exportables. Hace mucho tiempo, presentamos un proyecto en este sentido y creo que debe estar en algún cajón o se lo llevó Crese”, finaliza Guizzardi.

Por su parte, para Cuadrado es difícil hablar de una “televisión cordobesa”, y defiende su punto de vista: “sobre todo porque habría que dividir entre noticieros, programas periodísticos, de entretenimiento y los quioscos que brotan en la mayoría de los canales”. En el mismo plano, el conductor agrega que “entre los noticieros, la mayor virtud es la seriedad y el respeto. Eso de no inventar cualquier cosa con tal de decirla antes. Entre los defectos, el más importante es la falta de valentía para tomar riesgos y elaborar cosas nuevas”.

¿Consideran que sus programas por la mañana marcaron una nueva forma de estar informado en Córdoba?

Lagarto Guizzardi: Definitivamente, competimos con inmediatez, un elemento que hasta no hace mucho tiempo era exclusivo de la radio, pero además le hemos puesto un valor agregado definitorio, la imagen. Todos saben que ‘el Show’ está en todos lados, que lo que sucede siempre estará aquí, el televidente sabe que el canal tiene una fortaleza informativa muy importante y esa impronta se traslada hasta nuestro programa.

Jorge Cuadrado: Creo que al menos la gente tiene otra manera de informarse. De todos modos, lo más importante de Arriba Córdoba fue haber incorporado al circuito de la noticia a gente que antes no se informaba hasta la noche, si es que se informaba.

Conduciendo programas líderes en rating ¿es posible abstraerse de la cuestión de las mediciones a la hora de definir contenidos? 

Lagarto Guizzardi: Las mediciones no son para mí un elemento condicionante, son en todo caso una herramienta para perfeccionar, modificar o corregir los rumbos. La medición marca el hoy, pero no dice nada sobre el futuro, para eso hay que agregarle otro valor un poco más profundo y  científico, que son los estudios de mercado, focus group, etc., que nos indican el pulso más profundo del televidente y de qué manera avanzar y corregir. Nosotros hacemos uno todos los años  y hasta ahora nos está yendo muy bien.

Jorge Cuadrado: Yo soy un convencido de que haciendo buen periodismo hay rating. No me desvela el rating. Es una consecuencia del trabajo bien hecho. Me refiero al rating sostenido en el tiempo, no al rating fugaz que se acaba en cuanto pasa una moda. En periodismo la gente sigue a noticieros y periodistas en los que cree. Y construir credibilidad es una tarea de hormiga que requiere de honestidad personal y mucho esfuerzo cotidiano.

¿Por qué consideran que los televidentes los eligen a ustedes, a sus programas?

Lagarto Guizzardi: Canal doce marcó un hito en la televisión nacional, generó un cambio de hábito que hasta entonces no se había manifestado de tal manera. Hoy la mañana de la tele compite directamente con la radio y está avanzando de manera más sostenida y ascendente que ella. Si tuviéramos acceso a lo tecnológico, la radio estaría en problemas. Creo que nos eligen porque competimos con inmediatez, porque no sólo contamos, también mostramos y además porque decimos y nos comprometemos con los televidentes. En el último año se atendieron casi 370.000 reclamos de hechos puntuales que fueron trasladados a las autoridades pertinentes, cronicamos 890 hechos barriales y pasaron 2300 invitados. La gente entiende y sabe que allí estamos, que no le esquivamos el bulto. Puede ser que la gente, después de tantos años, identifique mi imagen con la de un amigo que siempre ha estado allí, en la tele.

Jorge Cuadrado: Yo creo que en cierta forma contesté a esa pregunta, (nos eligen) por la credibilidad. Pero agrego, creo que hablamos un mismo lenguaje, nosotros y nuestros televidentes somos simples, llanos y directos. Nos comunicamos, en el más esencial sentido de la expresión.

¿Hay algún formato de programa que les gustaría realizar en el futuro?

Lagarto Guizzardi: Me encantaría hacer algo como ‘el Show’, pero a la medianoche. Algo más distendido, más humorístico, divertido y reflexivo, un programa de una hora como cierre del día.

Jorge Cuadrado: Hay muchas cosas que me gustaría hacer. Pero supongo que estoy en busca de un formato nuevo. Cuando lo encuentre, quizás salga al aire.

El ‘Lagarto’ y Jorge Cuadrado tienen mucho en común. Y seguramente seguirán coincidiendo en conquistas dentro de un medio al que han dedicado gran parte de sus vidas.

Arriba Cuadrado

Jorge Néstor Cuadrado nació en Santa Rosa de Calamuchita, aunque vivió parte de su niñez en la ciudad de Río Tercero. De ambas guarda valiosos recuerdos. Está casado con Daniela y tiene un hijo, Alexis.

A su padre le gustaba arriesgarse en emprendimientos periodísticos y llegó a tener un par de periódicos regionales y hasta una pequeña FM. “Creo que de ahí viene la cosa”, responde Jorge cuando le consultamos sobre su elección por el periodismo.

Antes de llegar a ser el conductor de Noticiero Doce y de Arriba Córdoba, Jorge fue telefonista, productor, colaborador, cronista, redactor y jefe de noticias de diferentes medios. Afirma que de cada una de esas experiencias tiene “momentos gratos e ingratos que recordar”. Pero de todas maneras, para él “la satisfacción de vivir llega por otro lado”. “Mi trabajo, que ha sido y será arduo y comprometido, es una forma de retribuirle a la vida todo lo que hace por mí”, sostiene.

Entusiasta de las nuevas tecnologías, posee una cuenta en facebook con más de cinco mil amigos. “Facebook es una manera más de comunicarse. Una forma de recibir respuestas directas, sin intermediarios, algo así como “el que escribe está al alcance del que lee”, señala.

La vida continúa fuera de la pantalla. Allí, en el mundo detrás de escena, Cuadrado asegura disfrutar mucho de los desayunos con su mujer, de las charlas con su hijo, las reuniones con sus amigos, los encuentros con su mamá y sus hermanos. “Lo demás (incluido mi trabajo) es bijouterie”, remata.

Y entre esas cosas que disfruta el conductor, no se puede dejar de mencionar su pasión por la escritura. ‘Romagosa’ y ‘Un país para César Ferri’ son las novelas que lo iniciaron exitosamente en el camino de la literatura.

¿Cuál de tus libros te dieron más satisfacción como escritor?

Los dos, por distintas razones. Quizás el segundo, Un país para César Ferri, me defina más como escritor. Pero sin el atrevimiento y la recepción de Romagosa, no hubiese llegado Ferri.

¿Estás trabajando en un nuevo libro? ¿Se puede adelantar algo?

Estoy trabajando sí, pero no sé qué adelantar. Por ahora es una historia de amor. Veremos en qué se convierte.

En una entrevista señalaste que el escritor no se iba a devorar al periodista, ¿seguís sosteniendo lo mismo?

¿Dije eso? No me reconozco en esa frase, porque implicaría adivinar el futuro o algo así. Y no sé lo que va a ocurrir con mis trabajos. Por ahora disfruto de los dos, con distintas intensidades, por supuesto.

Ping Pong de Jorge Cuadrado

Un Hobby: el cine.

Un programa de la televisión cordobesa que no sea el suyo: el Telemanías en épocas del Lagarto. Y Muy Buenas Noches, el programa que producía Zapata a la medianoche y que conducía Clariá con Césari, Zuliani, Lumbía y Ferrari.

Un conductor de TV: El Lagarto. Es mi referente, mi mentor, un tipo al que quiero entrañablemente y al que la televisión cordobesa le debe mucho.

Un libro: Moby Dick. Pero soy injusto con docenas de otros.

Una comida: Los sorrentinos asados de Marcelo Taverna.

Un escritor: Dos: Kafka y Borges. No puedo escindirlos.

Un vino: Me da igual cualquiera.

Una ciudad: Río Tercero.

Una canción: La historia de las sillas, de Silvio Rodríguez.

Un político actual: Ricardo Lagos.

Una banda o cantante: Pink Floyd, lejos.

Lagarto, un show

Aldo Emilio Guizzardi es su nombre completo, aunque todos lo llaman simplemente Lagarto. Está casado con Silvana y tiene un hijo, Lucca.

Desde muy chico, el conductor siguió los pasos de su padre. “Él era un fanático de la radio y yo tomé esa inclinación. A los 14 años debuté como operador y luego como cronista de fútbol”, recuerda.

Luego de haber convivido 37 años con la radio y TV, el Lagarto considera que la ha pasado muy bien con las dos y no podría elegir entre una u otra. Ambas son sus amores. “Siempre consideré que la radio es la madre de todo, es un amor indestructible, pero la televisión es como la  novia nueva, te atrapa, te seduce todo el tiempo, te da y te quita, te hace sufrir, te mima y te embriaga de ego, es peligrosa, es capaz de dejarte en cualquier momento, sobre todo si compraste su miel”, asegura, y continuando con su idílica semblanza, añade:“la radio es menos peligrosa, es la novia del barrio, la podés dejar un tiempo y seguro que cuando volvés, te está esperando”.

Fuera del trabajo, al Lagarto le gusta mucho viajar con su familia, el jazz, la Radioafición y también “un poco el silencio”. “También me gusta leer, escuchar y aprender de mis compañeros que respeto y admiro, Cuadrado, Suppo, Clariá, Battaglino, Londero, Mareco, Perotti, Césari. Es una costumbre que nunca perdí, admirar y disfrutar de mis compañeros lo que yo no tengo.

¿Qué más podemos saber de este periodista, al que el mismo Jorge Cuadrado admira, considera su referente, y afirma que “la televisión cordobesa le debe mucho”? Sin dudas, podemos saber mucho más del Lagarto. Basta como ejercicio, apelar a sus memorias:

“Recuerdo muchas cosas, he participado y generado hechos que para mí han sido importantes. Recuerdo las aventuras de Telemanías, La Pachanga, la producción del primer gran show de Perales en el Chateau; el regreso de Los Olimareños; Silvio Rodríguez en Instituto y Juniors; La mañana del Octavo Día y las penurias para promocionar artistas prohibidos; los mensajes encriptados entre familiares y prófugos de la dictadura; cientos de artistas que recogíamos con Tito Acevedo para programar Tonos y Toneles; el abrazo que me dio Zitarrosa después del exilio; las lágrimas con Marilina Ross en el estudio de Radio Universidad cuando llegó de España; la giras con Tarragó, Los Trovadores, Zupay; el Cuchi Leguizamón escupiendo coca en el piso de la radio y su arenga de legalización del uso en plena dictadura y después a quemar la noche y apilar latas de cerveza en el Sorocabana; la tarde con Perón en Puerta de Hierro, casi sin saber qué preguntar.

También recuerdo a Paco de Lucía insultándome porque el Club Atenas no era un ámbito para él y yo explicándole que allí cantó Mercedes, Serrat, que estuvo Astor… Nunca me creyó y tuve que devolver las entradas. La noche en que Dino Saluzzi estrenó Carta a Perdiguero en Tonos; Juan Carlos Maldonado y Eduardo Morello, mis primeros garantes para arrancar con mis sueños, la casa y los viajes; mis tres meses en la BBC donde me especialicé en automatización radial, fue tocar el cielo con las manos; la noche con Antonio Carrizo en Festirama contando la historia de las marchas militares; la pila de discos que me regaló Percy Llanos cuando se fue; la foto con Martín Paz y los retos del Tío Pepe; el programa de radio en vivo y directo durante una semana desde Sídney, fue maravilloso, allá era de noche y aquí plena mañana, inolvidable. Así podríamos estar un día recordando experiencias, hasta cuando me echaron de Universidad tuvo su lado inolvidable, de ese despido nació Radio Ancasti y el diario El Ancasti de Catamarca, donde estuve casi dos años.

Toda mi vida está relacionada a los medios, he vivido en ellos. Trabajé con Mabel López, René S. Luter, Miguel Ángel Merellanos, Sergio Villarroel, lo escuché y vi trabajar en vivo a Oscar Luna, a todos le robe un poquito, de todos aprendí lecciones. Mi vida se desarrollo en los medios, recorrí el mundo por ellos, las mujeres más hermosas las conocí allí, hasta llegué a vivir 4 días sin salir dentro de Radio Universidad…”

Ping Pong del ‘Lagarto’

Un Hobby: La Radioafición

Un programa de la televisión cordobesa que no sea el suyo: ADN

Un conductor de TV: mi referente es Cacho Fontana.

Un libro: Las venas abiertas de América Latina.

Una comida: asado.

Un escritor: Borges, Cortázar, Urondo, Conti, Soriano.

Un vino: Ruttini

Una ciudad: Madrid, Paris, Montevideo.

Una canción: Tiempo de Partir (Mansilla – Falú), Ojalá (Silvio rodríguez).

Un político actual: Felipe González, Lula, Morandini, Sabatella.

Una banda o cantante: Rolling Stones, Charlie Parker, Jamie Cullum, Falú, Miles David, Ella Fitzgerald.

La tumba de Faulkner

Por Marcos Calligaris

El cordobés Daniel Groisman presenta su primer libro de cuentos

“Cuentos que corren por épocas diversas, pero que en su mayoría tramitan una infancia iluminada por el brillo de la mercancía”. Esto es lo que propone el escritor Daniel Groisman, en La tumba de Faulkner, su primer libro de cuentos, que se presentará el próximo 7 de octubre.
“Cofradía, Un dilema cárnico” y “La señora Gabornlichkeit o el amor de un judaimon”, son algunos de los cuentos del libro publicado por Alción Editora y que marca el debut de este joven escritor.

¿Qué es lo más difícil a la hora de editar un libro? ¿Por qué escogiste ese título?
Respecto a la publicación del libro no puedo quejarme, fue más fácil de lo que hubiera creído. Llevé una copia a la editorial y el editor aceptó imprimirlo. No obstante, hubo alguna reticencia respecto al título. En un principio pensaba llamarlo Judaimon, significante que de algún modo, al traer a escena los demonios (daimon en griego tiene ese sentido), nombra mi relación conflictiva con el judaísmo. Una conflictividad que para mí tiene un sentido productivo y no peyorativo, porque allí está implicado el amor. Es que la herencia del judaísmo es demasiado grande como para poder aceptarla sin más, sin alguna protesta. Sin embargo, el editor me sugirió cambiar el título porque entendía que cerraba un poco el sentido o que lo volvía algo críptico, indescifrable. Así que a partir de allí, no sin cierta resistencia de mi parte, decidí ponerle el título de un cuento homónimo. Quizá, pienso ahora, porque con este libro también voy cavando de a poco mi propia tumba (Risas).

¿Existe relación entre cuento y cuento?
El haz de sentido que recorre los cuentos, si es que tal cosa existe en la heterogeneidad, tiene que ver con el esfuerzo de ficcionalizar una autobiografía lo más mentirosa posible, pero donde la mentira posibilite decir algo verdadero. Más allá del valor literario, cuestión sobre la que no osaría pronunciarme, lo que me sorprende al leer el libro es encontrarme diciendo cosas que de otra manera me sería imposible decir. Ese es el espacio de libertad que significa, lo único por lo cual para mí tiene sentido escribir.

¿Cuál es la materia prima de los cuentos?
La materia prima de los cuentos son los recuerdos, aunque de los recuerdos después quede realmente poco, ya que intento hacer de ellos el marco de escenarios dudosos,  siguiendo de alguna fallida manera a Andrés Ehrenhaus, un escritor que logró fascinarme porque justamente crea mundos confusos muchas veces parecidos a los que habitan mi propia cabeza.

La presentación
La presentación se llevará a cabo el 7 de octubre a las 19hs. en La Casa de Pepino, Belgrano y Fructuoso Rivera. Por consultas, escribir a: danielgroisman@gmail.com

El autor
Daniel Groisman es Licenciado en Ciencia Política (Córdoba) y maestrando en el área de filosofía por la Universidad de Buenos Aires. La tumba de Faulkner (Alción editora) es su primer libro de cuentos.

Damián Córdoba y el cuarteto del nuevo milenio

Por Marcos Calligaris

Colosales imágenes de Damián Córdoba han invadido estratégicas medianeras de edificios en los cuatro puntos cardinales de la ciudad de Córdoba. Se trata del fiel reflejo de lo que ha significado el crecimiento artístico de este joven exponente del cuarteto, justamente en la meca del género.

Curiosamente Córdoba es catamarqueño y con sus 22 años ya lleva grabados 9 discos con un estilo que, como él mismo gusta definir, vuelve al fundacional ‘Cuarteto Característico’.

Con un plantel de 34 personas que componen su banda, Damián Córdoba es una de las caras visibles de la renovación de un género que sigue batallando a la falta de valoración por algunos sectores de la sociedad.

Todo empezó en Catamarca. Damián contaba sólo 13 abriles y tuvo su precoz debut musical en la banda Los Bingos. “Desde muy chico soñaba con ser cantante y era yo el que animaba las fiestas familiares o de la escuela. Recuerdo que siempre cantaba La Cumparcita, no cambiaba nunca el repertorio. Una vez le dije a mi viejo que mi sueño era cantar en una orquesta y me llevó a Los Bingos. Así empecé”, recuerda Damián.

En esa misma orquesta catamarqueña había surgido la fugaz figura de Walter Olmos. Y fue justamente Olmos quien un año más tarde lo llevaría por todo el país como corista y hasta le daría la oportunidad de cantar en el Luna Park. “Walter me dio la chance de cantar y me conozco casi todo el país con él”, reconoce el cantante con una enredada tonada entre catamarqueño y cordobés.

Pero fue sin dudas su familia la que jugó un rol importante para que Damián se instale como uno de los exponentes cuarteteros más convocantes del momento. Su padre,  ‘Coco’ -como lo conocen los allegados- , fue el primero en confiar en los planes de su hijo, por esa intuición decidió dejar su cargo en la plana mayor de la policía catamarqueña y trasladarse con su hijo a La Docta. “Luego de una navidad Damián me explicó el proyecto que tenía con respecto a su independencia. Vi que tenía muy claros los conceptos y una vez que toda la familia estuvo de acuerdo, pedí el retiro y lo acompañé”, recuerda orgulloso su padre y representante.

No fue fácil. Arribaban  a la capital del cuarteto con lo mínimo indispensable, aunque con mucho entusiasmo. “Llegamos en una combi para 15 personas y éramos 25, pero teníamos un montón de sueños, ilusiones y ganas de mostrar lo que hacíamos. La luchamos dos años y acá estamos”, recuerda Damián, finalmente instalado y con una agenda que lo lleva incluso a recorrer diferentes provincias.

El joven catamarqueño nos cuenta su historia, su presente, sus planes.

Cuando empezaste en Catamarca, ¿el fenómeno del cuarteto iba más allá de Walter Olmos?

Yo considero que Catamarca es una segunda Córdoba. Allá siempre se quiso al cuarteto. Todas las bandas de Córdoba van a tocar ahí. En la época de mi viejo ya iban La Mona, Chebere, Gary, Sebastián, Tru-la-lá. Lo de Walter Olmos no fue casualidad, yo me crié escuchando La Mona y Walter también.

¿Qué significaba para tu familia el hecho de que con catorce años ya estés de gira por el país?

Mi mamá tenía sus miedos, pero mi viejo siempre le decía que me dejara ir porque hacía lo que me gustaba. Yo viajaba solamente los fines de semana porque iba al colegio. Me mandaban de Catamarca a Buenos Aires en avión y de ahí nos íbamos de gira.

¿En qué momento tomaste la decisión de irte como solista?

Fue el día del cumpleaños de Walter Olmos. Me acerqué y le dije “Walter, te agradezco esta oportunidad que me diste, pero ahora quiero formar mi propio proyecto como solista”. Me dijo que sí, y me pidió ser mi representante. Cuatro meses más tarde pasó con él lo que todo el mundo sabe.

Yo seguí por dos años más en Catamarca, tocando por todos lados, hasta que llegó el momento en que necesitaba seguir creciendo. Le dije a mi viejo que quería venirme a Córdoba, la cuna del cuarteto.

¿Qué sabías de la movida cuartetera de Córdoba?

A nosotros nos contaban de la cantidad de bailes que había en Córdoba, y yo soñaba con mostrar acá lo que hacía. Finalmente me instalé y a los dos meses me salió la oportunidad de cantar en el  boliche La Sorda y luego en Maracaná. Después hablé con el representante Marcos Farías, con él laburamos tres fechas seguidas en el Maipú y de ahí no paramos más.

¿Cómo eran esos primeros shows?

Tocábamos para poca gente. Al principio cantaba para cien personas más o menos, pero empezamos a crecer y ya en Maracaná cerraban la puerta con mil doscientas. Yo ya venía desde Catamarca con mi primer disco que se llama “Damián Córdoba, como una puñalada”, y también hacía temas de La Mona y Walter Olmos.

Finalmente llegaste al Súper Deportivo, un lugar emblemático de los grandes cuarteteros.

Si, fue un 8 de abril, después de dos años de lucha en los que llegué incluso a tocar en las veredas de los barrios. Ese salto fue algo que se veía venir, estaba metiendo mucha gente en los otros lugares. Un día dijimos ‘vamos a jugar en primera’, nos sentamos con mi viejo y Marcos Farías y definimos debutar ahí grabando nuestro tercer disco.

Dicen en que en la vida hay que se agradecido, y Marcos Farías formó parte de este éxito por eso aprovecho esta entrevista para agradecerle.

¿Quién es tu referente musical?

Para mí La Mona Jiménez es el más grande estandarte del cuarteto. Gracias a Dios tuve la oportunidad de conocerlo y tenemos una relación increíble. Él me da consejos que yo recepto con muy buena onda. Ya canté un tema con él y ahora le toca a La Mona cantar un tema conmigo, ¿qué más puedo pedir?

¿Cómo definís a tu música?

El elemento de mi música se desprende de La Mona, del cuarteto característico, pero también tengo mi estilo propio. Considero que cada uno tiene lo suyo. Por otro lado, en el cuarteto está todo inventado y cada uno trata su esencia.

¿Qué significa Córdoba para vos?

Córdoba me ha dado todo. El público cordobés es muy difícil, te quiere o no te quiere. Por yo me considero un privilegiado de que me hayan dado un lugar y cariño. Encima tengo por apellido ‘Córdoba’. Mi viejo me dice que yo tendría que haber nacido acá.

¿Volvés con frecuencia a Catamarca?

Lamentablemente ahora estoy yendo sólo para cantar y veo a mis tíos y a mis amigos en el baile.

 

Todo queda en Familia

Damián Córdoba sólo piensa en subir al escenario y cantar. Claro, tiene la espalda bien cuidada, su padre ‘Coco’ lo sigue a sol y sombra, cierra las contrataciones y se encarga de administrar los ingresos. “¿Qué mejor que tener a un padre administrándote? A mí lo que me importa no es la parte económica, si bien reconozco su importancia. Lo que me hace feliz es poder cantar.”, sostiene el catamarqueño. De repente su padre interrumpe atinadamente la entrevista con un comentario: “Como padre yo no quiero a Damián le pase lo que le sucedió a muchas personas que vivieron para el aplauso, mi rol es cuidar lo que gane, que pueda tener una buena jubilación, yo no quiero que malgaste un sólo peso, aclara. “En ese sentido él la tiene muy clara, yo con plata en mano soy un peligro, admite Damián. 

Su padre lo mira sonriente, con cara de complicidad y arriesga aún más: “si fuera por mi hijo, él estaría seco, porque es todo corazón, lo da todo”.

¿En qué te gusta gastar?

Gasto en juntarme a comer asados con mis amigos, en ropa.

¿Qué disfrutas más en los días libre?

Los días que vuelvo de un baile me despierto a las 2 de la tarde para almorzar algo y me voy a dormir hasta 8 de la noche, ceno algo y parto para un nuevo baile.
Cuando no tengo que cantar me gusta despertarme a las 11 de la mañana y por lo general me gusta juntarme con amigos a comer un asado o jugar un partido de fútbol. También me gusta estar con mi familia y si no -ya que estoy soltero-  por qué no con alguna chiquita… (Risas)

Tenés una participación activa en diferentes eventos solidarios…

Eso parte desde muy adentro de uno mismo. Me llena muchísimo poder ayudar a las personas. No es marketing, no me gusta caretearla, para que hablen de mí.

¿Alguien de tu familia estuvo vinculado a la música?

Mi papá me cuenta que tuve un bisabuelo, también llamado Damián, que cantaba y tocaba la guitarra. No tuve la oportunidad de conocerlo, pero me contó que era muy parecido a mí, con ojos verdes… El tipo era picante.

¿Sos creyente?

(El cantante hurga en su pecho, extrae un rosario y lo exhibe). “Con esto te lo digo todo”, afirma.

Tenés muchas fans, ¿cómo te manejás con ellas teniendo en cuenta tu soltería?

Soy un respetuoso de todos mis fans, de todos los que van a verme, porque yo vivo gracias a ellos. “Entonces, la que quiera venir a buscar amor, le damos amor”, concluye entre risas. Pero el amor no se busca, viene solo. Puede que algún día me enamore de una fan, o de alguien que conozca tomando un café.

¿Te imaginas casado y con hijos?

Uno va madurando cada día más. Obviamente tengo mi anhelo de formar mi familia y tener hijos.

 

Las mil y una noches

Goethe afirmaba que “la noche es la mitad de la vida y la mejor mitad”. Pros y contras de una vida nocturna.

La Mona Jiménez cargó en este mismo medio contra los que hablan mal de la noche. ¿Cómo te tomás la vida nocturna?

Cada uno lleva la vida que quiere. La mía es tranquila, de día estoy con familiares, amigos y a la noche voy a laburar de lo que más amo. Así soy feliz y la gente que va a los bailes también es feliz.
Amo lo que hago, y lo haría de nuevo si tuviera que volver a nacer. A veces hay personas que inventan tantas pavadas, que yo no pierdo el tiempo escuchándolas. Será que no son cuarteteros.
La noche no es nada del otro mundo.

¿Qué pensás cuando escuchás críticas sobre los bailes o el mundo del cuarteto?

Como alguien que representa la sangre nueva del cuarteto, lo que yo quiero es que seamos todos unidos, somos todos laburantes de esto, ¿por qué hablar de cosas que desprestigian y le hacen mal al cuarteto? La gente sólo quiere ir al baile a divertirse. Hay que luchar para que el cuarteto, que es la esencia de Córdoba, no desaparezca nunca. Antes iba toda la familia al baile, había matinés, esas cosas tienen que revivir. Yo voy a luchar para que el cuarteto sea bien visto en todos lados.

¿Crees que se puede cambiar esa concepción muchas veces negativa que se suele tener de los bailes?

La gente muchas veces juzga sin conocer. Yo invito a un baile a todo aquel que no sepa de qué se trata, a que vea lo que es la alegría, la diversión. Muchas veces apuntando a lo que sucede en los bailes se intenta desviar la atención de otros hechos muy graves que pasan. Crean fantasmas donde no hay.

Luego de los tristes finales de  Rodrigo y Walter Olmos, ¿Tomaste consciencia sobre el cuidado de tu carrera?

Cuando te toca, te toca, aunque te cuidés te podés resbalar en el baño y te matás. Lo que sí te puedo decir es que es muy importante tener gente atrás de uno cuidando tu integridad. Yo tengo mi familia a mi lado. En otros casos el entorno quiere al artista pero no a la persona.

¿Cómo recordás a Walter Olmos?

En mi caso perdí a un gran amigo, la gente perdió a un gran artista. Era una excelente persona.

¿Cómo es eso de que la gente en los bailes se viste igual que vos?

Es así. Es muy lindo ver que los chicos se cortan el pelo igual que yo, que usan el mismo tipo de remera, jean y zapatillas. Tengo un estilo sencillo.

¿Pensás dedicarte toda tu vida a la música?

Lo que yo siento desde chico por la música, no me lo quita nadie. Si me sacás eso y mi familia, le sacás el sentido a mi vida.

En algún momento, más adelante, me gustaría producir algún número. Por qué no una banda, un solista. Pero nunca me voy a ir de esto. Me encantaría poder mantenerme en esta carrera.

¿Soñás con llevar tu música a otros lugares?

Mi sueño es recorrer todo el país con esta música y por qué no, cruzar las fronteras. Pero para mí Córdoba es sagrado.

Con sólo 22 años, Damián Córdoba tendrá muchas posibilidades de experimentar con un género que desde lo musical a lo social, ha logrado mantenerse a través del tiempo

 

Ping Pong

Un cantante: La Mona, Rodrigo y Walter Olmos.
Un equipo: Boca.
Una bebida: Coca Cola.
Una comida: Guiso de arroz con carne.
Reggaetón: Es una música muy sufrida, del pueblo, como el cuarteto. La Banco.
Un CD que no puede faltar en el auto: La Mona, Tru-la-lá, covers y algunos míos.
Una canción: Hagamos el amor, de mi cuarto disco. Es un tema que me marcó mucho.
La Política: Que se pongan las pilas, hay gente que se está muriendo de hambre.
Hobbies: Jugar al fútbol y después comerme un asadazo.
Un lugar para vacacionar: Mi casa. Es mi bunker, mi templo. Ahí yo estoy en paz con mi familia.

Fotos: Día a Día, PK2 Creativos.

Un bosque en la ciudad del futuro

Por Marcos Calligaris

Ubicado al noroeste de la Ciudad de Córdoba se encuentra el Parque San Martín, un espacio único por la fauna y flora que protege. Allí se combinan ambientes de la provincia biogeográfica del Chaco Serrano y del Espinal, ya prácticamente inexistente en todo el territorio provincial.

En 2008 sonó la alarma para el parque: la información daba cuenta de un proyecto que planificaba la construcción de un puente que partiría la reserva en cuatro partes, poniendo de este modo en peligro la supervivencia de la riquísima flora y fauna de la reserva natural, convirtiéndola en un transitado nudo vial.

Alertados por esta situación un grupo de vecinos de la zona decidió adoptar una posición firme en defensa de la reserva. “Nosotros nos opusimos, armamos un blog, convocamos a especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba, a gente de Greenpeace, a la Fundación Vida Silvestre para defender la reserva”, comenta Fernando Faraco, vecino integrante de la agrupación ‘Por la Reserva San Martín’.

Para revertir este proceso, los vecinos de los barrios aledaños comenzaron a sumar día a día adhesiones de instituciones y de ciudadanos cordobeses interesados en defender el último reducto de ambiente nativo que queda en la ciudad. Los objetivos de este grupo de vecinos son claros, además de conservar el bosque nativo, albergar especies animales y vegetales, ofrecer oportunidades de educación ambiental, recreación, turismo e investigación.

Sin embargo no fue fácil obtener una respuesta por parte de quienes deciden el destino de la ciudad. “Primero mandamos un pedido de audiencia al Secretario de Ambiente de la Municipalidad, Fernando Cámara y al secretario de Desarrollo Urbano, Daniel Rey. Nunca nos respondieron”, recuerda Faraco.

Fue la concejal Graciela Villata, también vecina de la zona, quien un día se llegó hasta la plaza donde se reúne el grupo de vecinos y partir de ese momento los argumentos en defensa de la reserva comenzaron a ser escuchados con más fuerza. “A partir de la aparición de Graciela nos sentimos muy apoyados”, sostiene Faraco y agrega: “ella nos convocó al Concejo Deliberante donde nos recibieron todos los ediles”.

Una petición simple y fundamental

“Nuestro pedido fue puntualmente que no se destruyera el último bosque que queda en la ciudad de Córdoba”, recuerda Fernando Faraco, y su reclamo apunta también a crear consciencia en la ciudadanía sobre la importancia de cuidar un espacio que representa el 0,3 % del ejido municipal cordobés, en el que habitan más de 80 especies vegetales y 130 especies de aves.

“Nosotros no venimos de un lugar ecologista o ambientalista en absoluto, en el grupo hay un abogado, una contadora,  una geóloga, un analista de sistema. Somos  gente que nos hemos sentido tocados por el significado del Parque San Martín para la ciudad como último pulmón verde”, aclara Faraco.

Finalmente varios meses después de comenzar a golpear puertas, los vecinos del Parque San Martín, escucharon lo que deseaban escuchar: el pasado 13 de julio, el Secretario de Obras Públicas declaró que no se va a hacer el puente, que no se va a cortar la reserva en cuatro. Asimismo, el Secretario de Ambiente prometió que iban a ubicar diez guardaparques y un móvil en el parque para que se puedan desplazar. “De esto último no cumplieron absolutamente nada”, puntualiza Faraco.

Igualmente, los vecinos sienten que lograron parte de su objetivo que era impedir la división del parque. “Estamos sumamente satisfechos porque hemos tenido muchas adhesiones, tenemos mucha gente que nos acompaña, nos apoya y para nosotros esta tarea es fundamental pensando en el futuro,” afirma Fernando Faraco, quien junto a los demás vecinos se ocupa sábado tras sábado de asistir a la reserva, plantar algarrobos, limpiar y hasta persuadir personalmente a conductores de motos y cuadriciclos para que no circulen por el lugar, algo que está prohibido por la Ordenanza Municipal 9.655, que fija los criterios de manejo del Parque.

A pesar de este pequeño gran logro, los integrantes de ‘Por la Reserva San Martín’ no quieren que tanto esfuerzo quede en el abandono del parque y pugnan por una legislación segura y específica que proteja el espacio verde: los vecinos presentaron recientemente en el Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza para declarar y categorizar al Parque San Martín como “Reserva Natural Urbana”. Fernando Faraco  explica: “le habíamos pedido al Ejecutivo que hiciera un proyecto, pero dieron muchas vueltas y no nos convencía, entonces nos pusimos a trabajar y logramos un proyecto muy interesante que ahora lo tiene el Concejo para debatirlo”. En ese cometido están puestas todas las expectativas de los vecinos del noroeste capitalino.

¿Central Park cordobés?

No siempre las comparaciones son tan odiosas. A veces pueden resultar un parámetro para marcar un rumbo, despertar la consciencia y fomentar la proyección en base a la experiencia de otros.

El Central Park de la ciudad de Nueva York es uno de los parques más grandes del mundo. Con sus 341 hectáreas de hierba y lagunas, representa el espacio más vasto y verde de Manhattan. Posee una de las últimas arboledas de olmos americanos del nordeste de los Estados Unidos y alberga un total de 250.000 árboles. Con respecto a su fauna, lo habitan cerca de 300 especies de animales, entre ellas ardillas, pájaros, peces, conejos, tortugas y ranas. Asimismo 42 especies de aves han sido identificadas en este enclave del corazón neoyorquino.

En Córdoba capital, el Parque San Martín con sus 176 hectáreas posee la mitad de la dimensión del Centra Park, pero se encuentra ubicado en una ciudad de 1.309.536 habitantes, contra los más de 8 millones de personas que tiene que “abastecer” el parque neoyorquino, sin contar el área metropolitana de Nueva York, la cual ronda los 20 millones de habitantes.

En orden de dimensionar el tamaño de la reserva cordobesa, también cabe destacar que el Parque San Martín posee más de tres veces el tamaño de la Ciudad del Vaticano y apenas siete hectáreas menos que el Principado de Mónaco, donde habitan alrededor de 40.000 personas.

Otra importante diferencia con el Central Park es su origen. Si bien el parque norteamericano -cuyo valor inmobiliario se estima en unos 528.783.552.000 dólares-, impresiona con su biodiversidad, el mismo fue creado por la mano del hombre. Estuvieron a cargo de su diseño los arquitectos Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux. Córdoba en tanto, posee un parque con características similares, pero totalmente natural, un bosque en plena urbe, algo quizás inédito en las grandes ciudades del mundo.

“Es interesante ver en un país cien por cien capitalista y consumista como Estados Unidos, un país que busca las formas de inversiones, la manera en que han cuidado ese pulmón en el centro de Nueva York, el modo en que se frenan las construcciones. Nosotros estamos totalmente a favor de las construcciones, lo que no queremos es que se toque ese pulmón, es una inversión a futuro”, concluye Faraco.

Preservar el Parque San Martín constituye efectivamente para Córdoba una inversión a futuro, una de las más importantes si de hablar de planificación urbana se trata, pero fundamentalmente es una inversión para la calidad de vida de las generaciones venideras.

En el nombre de La Mona

Entrevista a La Mona Jiménez
Por Marcos Calligaris

“Mis dioses están en la tierra y no en otro lado”

(Julio Cortázar en referencia a Louis Armstrong)

12:30 hs

Cuatro personas de La Calera esperan en la puerta de Fernando Fader al 3000. A una de ellas le suena el celular; el ringtone emite una canción que pertenece justamente a la persona que, pese a la baja temperatura, continúan esperando.

Un corpulento guardia de seguridad está apostado en la puerta del ídolo cordobés, con las manos en los bolsillos, también desafiando el frío de junio. Poco a poco empieza a caer gente, son seis, quince, treinta. Todos hablan bajo como en una procesión y no alteran la tranquilidad del aristocrático Cerro de las Rosas. Es viernes. Carlos Jiménez se presenta esta noche en el Sargento Cabral.

1:30 hs

Él sale acompañado de otro guardia. Ahora la cola es de cincuenta personas. Mecánicamente, como si lo hubieran hecho varias veces, se despliegan en fila india para ganar una foto. “Vamos, rápido, rápido”,  reclama el guardia. Entretanto, una veinteañera le pasa el celular al ídolo. “Mona, mandale saludos al Nacho y al Tomi”. Más atrás Germán, que había esperado paciente en un auto, le pregunta cuándo sale el nuevo disco. “En julio papá, en julio”.

2:00hs

“Disculpen pero hoy me tardé un poco porque estuve haciendo gimnasia y después me metí en el sauna; no me tendría que haber metido el sauna…”, nos dice con un dejo de culpa el artista.

No ha quedado nadie. Los feligreses se han disparado para el baile. Nos subimos a un Renault 11 gris. “No andamos en 4×4”, dice La Mona ante la cara de sorpresa que no sé disimular. No pregunto de quién ese auto ochentoso, gris, bastante dejado. Él se acomoda en el asiento del acompañante, el conductor pone primera y encara por Emilio Caraffa. El derrotero nos depositará en el tradicional Sargento Cabral. La Mona Jiménez le hace fondo blanco a un vasito de agua mineral, una gárgara y allá vamos.

“Hoy había poca gente afuera de mi casa, en verano suelen ser doscientos; la cola llega hasta la esquina”, comenta de repente, agarrándose de la manija de la puerta, que vibra al compás. El cantante nos hace sentir cómodos, incluso en un auto en el que convivimos transitoriamente dos guardias, un cantante, un periodista y una fotógrafa, claro, además de bolsos con ropa y una heladera portátil colmada con botellas de Gatorade, agua mineral y un champán. Uno confirma nuevamente el carisma de Jiménez; ese qué sé yo de los que trascienden.

Como cuando uno viaja en taxi, los temas empiezan a surgir espontáneamente. Toso y esa tos quizás le hace recordar una reciente polémica que lo ligó con la gripe “A” tras unas vacaciones en México. “Desde una radio cordobesa me trataron de inconsciente, diciendo que podía traer la gripe porcina y enfermar a todos los bailarines. Me querían poner en cuarentena. Pero yo no soy tan ignorante, luego de volver de México me hice revisar en Chile y acá en Córdoba. Imaginate que yo tuve que volver a mi casa a comer un asado, y estaba mi hija, mis nietas de 3 meses y 4 años”, recuerda indignado.

Entonces lo veo como más terrenal, más humano.

El auto se detiene en un semáforo, Castro Barros y Chaco. La Mona arranca el apoya cabeza de un tirón y lo larga entre sus pies. “Ahora te veo mejor”, me dice girando su torso. Mientras tanto, por la senda peatonal cruzan dos tipos. Uno lo mira de costado ciñendo la frente, como si viera un espectro. El guardia que maneja pisa el acelerador y lo deja pagando. Quizá se quedó con la impresión de haber visto a La Mona Jiménez en un R11.  Pobre guaso, quién le va a creer…

El R11 continúa desplazándose, tranquilo y ruidoso. Un auto se le tira encima; nuestro conductor pisa el freno y lo esquiva de un lúcido volantazo. Todos cabeceamos hacia delante y rebotamos a la misma posición. Los dos guardias privados parecen no estar ahí, apenas gesticulan y musitan entre ellos algo ciertamente imperceptible. Doblamos por costanera.

-“Vamos papi”, le suelta La Mona al conductor, quien interpreta el dialecto y apura la marcha.

La costanera se hace larga, las luces de los edificios parpadean como en un pinito de navidad y la cara de La Mona se tiñe de rojo por la luz de stop del auto que marcha adelante. Así nos vamos adentrando cada vez más en la noche, la noche que es el día para el Cantante Poeta. Su jornada está empezando. “Yo soy medio gato, medio noctámbulo, bien Drácula”, dice mientras se acomoda con los dedos la inconfundible melena, y a modo de defensa esboza un argumento: “dicen que la noche es mala, pero yo estoy perfectamente de salud, por las dudas me hago un chequeo dos veces al año. Además, como muy sano, tengo cero colesterol…”. Su testimonio me recuerda que a fines de 2008, el cantante estuvo inactivo durante casi dos semanas debido a una afección respiratoria por la que debió ser internado en terapia intensiva.

– ¿A qué hora te acostás un día como hoy?- le pregunto.

– Hoy voy a llegar a mi casa a las 6, pero me voy a dormir como a las 9 porque vuelvo muy acelerado – responde, y agrega – ya te vas a dar cuenta cuando lleguemos al baile, los pibes me activan.

Vamos atravesando Córdoba y pienso en la cantidad de bailes que tiene en el lomo esta persona, el cuartetero por antonomasia; en la cantidad de personas que han cantado sus canciones, las generaciones que lo han seguido. “Hace cuarenta y tres años que canto cuarteto; los miércoles y jueves estoy grabando mi disco setenta y nueve, con temas inéditos”, me dice Jiménez, que va vestido con un fiestero saco blanco a lunares y manchas azules, celestes y negras. A la ropa la diseña su hija Natalia y él la considera ‘sagrada’.

-¿Vos elegiste la ropa de hoy? – le consulto con ingenuidad.

-No, yo ni sé qué pilcha me voy a poner, me lo dejan todo armado. A los sacos me los mido los martes y nunca repito la misma ropa.

-¿Y qué hacés con tanto vestuario?

-Debo tener cerca de seis mil prendas o más. Está todo guardado porque tengo pensado hacer el museo de La Mona dentro de unos años.

-Ah, ¿verdad?, interviene mi acompañante, todavía buscando suelo entre sus emociones.

Abandonamos la costanera y llegamos a Barrio San Vicente. No se ve un alma por “La República”, sólo la luz de un kiosco nos renueva la esperanza de vida. Ganamos unos metros y al final de la calle Sargento Cabral comenzamos a vislumbrar movimiento. De un momento a otro el barrio se convierte en un hormiguero. Una 4×4 de la policía, con sus balizas prendidas, atraviesa la calle como si fuera un gran tronco derribado por la tormenta y no nos deja continuar.

“¡Dejanos pasar, venimos con La Mona!”, le reclama nuestro conductor al policía para que nos permita llegar hasta la puerta del mítico Sargento Cabral. Sin embargo el uniformado, firme, se empeña en cumplir su deber a rajatabla y más aún ante la posibilidad de ser engañado por unos guasos que intentan pasar de pecho con un destartalado R11. ¡Faltaba más!

Subir medio auto por el cordón de la vereda fue la expeditiva resolución de nuestro chofer que debió decidirse entre la impaciencia del cantante y la negativa policial. No se puede perder un minuto más, es tarde, miles de bailarines se impacientan en El Sargento.

“¡Vamos a trabajar!”, descarga como grito de guerra La Mona y desciende. Nos metemos por una puerta trasera, pero él no se salva de las fotos, los autógrafos, los besos y hasta el mangueo de alguna entrada.

El murmullo se hace homogéneo y ensordecedor. Una pared separa el camarín de los seis mil fieles que aguardan para bailar.

Diez minutos para las 2:30. El baile está a punto de comenzar y arriban los músicos. Uno por uno, saludan a su líder y enfilan para el escenario. Como jugadores de fútbol antes de un partido, se puede distinguir en ellos la excitación por salir a escena.

“No estoy nervioso, pero sí tengo que pasar por el trono. Lo hago por cábala desde los 15 años. Me acuerdo que, cuando debuté en el Cuarteto Berna, iba a subir al escenario y me agarró un cólico. Así que desde ese momento voy al baño siempre antes de empezar a cantar. Es una cábala”.

2:30 hs.

El Sargento Cabral desborda de gente y de ansiedad. Las chapas del tinglado chillan al compás del bajo que ya empezó a sonar. Poco a poco se van sumando el piano, el bandoneón, la percusión.

El calor de los cuerpos eleva la temperatura del lugar y la helada de la noche quedó tras la puerta y en un mundo ficticio, afuera, un mundo sin La Mona.

Se cierra una puerta y como una tromba, Carlos La Mona Jiménez sale del camarín, lo veo trepar de un salto la escalera hacia el escenario y El Sargento se baña en una ola de gritos que cae sobre sí misma.

“Tarde, me he despertado tarde,
anoche nos amamos
pero tú ya no estás (…)”

Inicia el repertorio con el clásico “Laura”. Debajo del escenario, un fanático se desvive por mostrarle su rostro tatuado en el hombro izquierdo. Un hombre de unos cuarenta y tantos cierra los ojos y tararea o reza a su Dios. Mientras se arma la gran rueda central y mitológica, una chica le clava la mirada con devoción. En su brazo izquierdo puede leerse en tinta china “La Mona es Dios”. A su lado una morocha de flequillo y un flaco alto hacen señas o rituales con las manos; el cuartetero les responde en el mismo idioma, que es el suyo: “para el Marqués, Oña, para El Zorro, La Treinta, Don Bosco, Maldonado, Las Palmas, Argüello, Lamadrid, Cofico, Poeta Lugones, Ampliación América, para el Tano (…)”

De la maravilla me sacude otra canción. “Soooy Jiménez, soooy Jiménez, Jiménez soooy yo”, ofrendan a modo de alabanza, todos, que son uno, mientras el tunga-tunga hace estragos. El baile está en marcha, toda liturgia monera está en práctica. “La Mona es Dios”, leí y me acordé de aquella frase de Cortázar.

 

 

Los dueños de una era de la televisión cordobesa

Entrevista a Clidy Suárez, Adrián Ratti, Jorgelina Lagos y Carlos Eschoyez
Por Marcos Calligaris

Se trata de personas de los medios. Pero no de la concepción actual y fugaz de un personaje mediático. Ellos estuvieron en los albores de la televisión cordobesa, en un momento incipiente de la pantalla chica; en un momento en el cual la competencia, o no existía o se reducía a un sólo contendiente. Por ese motivo, por la novedad, por el profesionalismo, por la compañía, televidentes de todas las edades han grabado sus rostros y voces a fuego en la memoria.

Cómo olvidar a Clidy Suárez, que fue junto a Betty Román la primera imagen que salió en la televisión de Córdoba. Esa petisa pícara, maestra, profesora de danzas españolas, actriz, locutora de profesión que se autodefine como “hincha de Belgrano, de Boca y Peronista” y que trabajó casi cuarenta años en Canal 12.

¿Quién al pensar en Juan Adrián Ratti no revive aquellas noches en las que el conductor y médico psiquiatra nos presentaba apasionantes películas a través de ‘El mundo del Espectáculo’, o de tantos otros programas que hizo llegar a nuestros hogares?

Uno tenía la posibilidad de ver también las películas del 8. Allí quien nos introducía en este arte era Jorgelina Lagos, aquella periodista que gusta definirse como actriz y cantante, y gracias a quien pudimos seguir tantas veces la entrega de los premios Oscar.

¿Lloverá mañana? Para eso había que esperar el programa de Eschoyez. Luego de verlo a Carlos Eschoyez analizando los datos del tiempo, uno recién podía saber cómo vestirse el día siguiente.

Los cuatro tienen una particularidad, ninguno nació en Córdoba, pero cada uno a su manera fue precursor de la televisión cordobesa y forman parte indisociable de la historia de los medios de comunicación locales.

Pasó el tiempo y una tarde de junio están sentados los cuatro en una mesa de la Ciudad de las Artes. Juan Ratti, hoy director de esta institución, es el anfitrión. No dejará ningún detalle librado al azar. Las anécdotas comienzan a surgir naturalmente, no esperamos menos.

Jorgelina Lagos suelta un elogio a la próxima obra de teatro que se está por estrenar en el recinto y el resto asiente acotaciones varias.

“¿Es normal esta temperatura a esta altura del año?”, le consulta seriamente Clidy Suárez a Carlos Eschoyez, quien le responde afirmativamente con un análisis pormenorizado del promedio de temperaturas anuales. Así se van poniendo al día.

Todos tienen mucho que contar. “Yo empecé en la época experimental de Canal 12 haciendo dos obras de teatro, comenta Suárez y agrega que “era una época en la que pasabas con una guitarra por (la calle) Fader y te decían ‘a luz roja de cámara, cante’. Luego fui locutora estable de cabina del canal por 37 años, así que en total fueron como 40 años. Debo ser la única pionera viva que queda”, resume.

Juan Ratti no se queda atrás: “Yo entré a Canal 12 en 1965 con un programa que se llamó Teleuniversidad, dirigido por Edgardo Del Pino, que fue el primer programa cultural y universitario de la televisión argentina”, subraya.

Carlos Eschoyez por su parte cuenta que pasó 30 años frente a la pantalla y agrega que lo sigue haciendo actualmente, pero de otra manera.

“Yo estuve desde 1984 hasta 2000 en Canal 8, lo cual hace un total de 16 años,” sintetiza Jorgelina Lagos y añade que “inmediatamente comencé en cable y sigo desde entonces”.

 

Un antes y un después

Muchos años pasaron desde que el 18 de abril de 1960, Canal 12 se convirtió en el primer canal de televisión de Córdoba. Desde aquel momento, la tecnología avanzó a pasos agigantados, cambió el público, cambiaron los contenidos. ¿Cómo se hacía televisión antes?

Clidy Suárez: Nosotros lo hacíamos todo a pulmón y agudizando el ingenio. Todos los programas iban en vivo, eso hace que seas repentino, algo que a lo mejor no tiene la gente de ahora. La gran diferencia hoy es la tecnología, que favorece en algunos aspectos, pero empobrece la capacidad de raciocinio.

Juan Ratti: Cambió el color, la técnica. Hemos hecho cosas que, contadas ahora, pueden resultar absolutamente ingenuas y para nosotros era todo un hallazgo. Por ejemplo, presentábamos una nota de García Lorca por cámara 1, mientras en la segunda cámara teníamos una foto de revista de él, y mientras se hacía un relato en off, se iba jugando con las dos cámaras y los dos cartones con fotos. Hoy la computadora te arma todo. Por otro lado, cuando se pasó del blanco y negro al color, repercutió mucho en el maquillaje, la escenografía, los muebles.

Jorgelina Lagos: Las formas y los contenidos eran más cuidados. Se buscaba a profesionales y se exigía solvencia. Cuando digo profesionales no me refiero a títulos académicos sino a un compromiso, a una ética profesional que poco se observa en estos tiempos. Por otra parte, los medios técnicos actuales, obviamente, han mejorado la imagen. Pero el fondo se ha ido nivelando hacia abajo.

Carlos Eschoyez: Nada que ver la TV de los ‘70 con la de ahora. Antes los programas iban en vivo la mayoría, con inserts en película 16 mm. Hoy se compagina por computadora y se graba en DVD con muchísima rapidez, calidad y facilidad.

¿Qué repercusión tenían sus apariciones públicas, eran tratados por la sociedad como personajes importantes?

Clidy Suárez: Éramos unos personajes. En ningún lado hacíamos cola (risas). Una vez me encontré un matrimonio y la mujer me dijo “mi marido está muy enamorado de usted y cada vez que sale en el televisor, la besa”. Pero me lo dijo con tanta ingenuidad y sin celos, que yo entendí que mi imagen era muy familiar, muy amiguera.

Juan Ratti: En ese momento éramos figuras. En la calle, en el interior –el canal llegaba a 7 provincias- , firmaba autógrafos, me sacaban fotos, pero eso sigue hasta ahora incluso. Lo que hacíamos era muy importante y era lo único porque no había cable.

Jorgelina Lagos: Éramos reconocidos. Hay que considerar que en ese entonces solamente había tres canales en Córdoba. Pero me siguen tratando muy bien. 

Carlos Eschoyez: No me trataban como alguien importante, pero como toda persona que tiene acceso a medios de comunicación y más que nada a la televisión, uno se hace conocido muy rápidamente.

De furcios, anécdotas y éxitos

Quién ha hecho radio o televisión en vivo sabe en carne propia lo que es cometer un error al aire. Pero también experimenta momentos que quedan marcados para siempre.

Clidy Suárez hace la punta comentando un furcio que todavía parece ruborizarla. “Recuerdo que presentaba el festival de Jesús María y el de Cosquín todos los años. Yo era locutora estable de LV3 y un día frío salí a la plaza para hacer la locución; estaba medio dormida y dije con toda mi potente voz: ‘Transmite LV3 Radio Córdoba, de Córdoba. Directamente desde la Plaza Próspero Molina, en Jesús María.’ Creo que fue el peor momento de mi carrera, no había baldosa debajo de la cual pudiera meterme”, concluye tentada.

Juan Ratti clava la mirada en el horizonte, como queriendo ubicar un recuerdo y también sonríe. “Hubo muchas anécdotas… en ‘El mundo del espectáculo’, llegué a presentar películas que no iban, o presentaba una sin saber cuál iba a salir. Recuerdo también que a veces por una cuestión de tiempo, llegué a salir con un smoking de la cintura para arriba y abajo, de zapatillas y jean”. Ratti continúa haciendo memoria. “Recuerdo que a raíz del ingreso del cromaquí, que es la posibilidad de tener una imagen proyectada desde atrás, como un living, había que quedarse duro en una misma posición, sin moverse. Entonces la gente criticaba por qué estábamos tan duros y no se nos veían las piernas. ‘Son inválidos, o paralíticos’, nos decían”.

Por último el médico psiquiatra no podrá olvidar nunca su primer furcio. “Era en un programa muy culto y serio dije: ‘Tenemos que decirlo con espontaneidad y con naturaleidad’”.

Jorgelina Lagos no recuerda alguna anécdota puntual en televisión ya que para ella el trabajo era con pautas muy fijas. “Era un trabajo de rutina con reglas fijas inamovibles, pues alrededor se mueve mucha gente y hay que tener disciplina. Fue en radio donde me ocurrieron anécdotas más divertidas. El medio es más suelto y eso da lugar a la espontaneidad”, finaliza.

Carlos Eschoyez, por su parte recuerda muchas anécdotas, pero la que se le viene en mente es una que “demuestra la profesionalidad que tenían algunos, como aquel periodista que en ocasión del Cordobazo se olvidó el libreto en el centro. Antes no había mails, ni siquiera fax así que le dijo al director: ‘Vamos sin libreto nomás, yo relato todo y te pido la película.’”

¿Cuál fue el motivo de mayor orgullo profesional en sus años frente a la tele?

Clidy Suárez: Hubo mucha gente que se agenció el Martín Fierro que se daba a nivel nacional. Pero en Córdoba lo ganamos tres veces consecutivas junto a Roberto Ervin, haciendo un programa que se llamaba “Hoy la Cultura”. En aquel entonces no existían los Martín Fierro del Interior y fue un orgullo muy grande. También me enorgullece haber hecho en 1997 el primer programa de Córdoba por la mañana, en vivo, que se llamaba “Ni tarde, ni temprano”.

Juan Ratti: ‘Teleuniversidad’ me enorgullece mucho. Y también dentro de ese programa, había un segmento que se llamaba ‘Una mujer hacia la noche’. Hacíamos una nota íntima frente a frente con una mujer. Era impactante, se trabajaba con un fondo negro, las dos personas sentadas y muchos primeros planos, a los ojos, manos, gestos. Ese estilo lo empezaron a hacer recién 4 años después.

Jorgelina Lagos: Me enorgulleció presentar durante muchos años los premios Oscar. Debía poder hacer frente a cualquier contingencia – un corte en la señal, por ejemplo. Había que improvisar y debía hablar con propiedad del tema. Era muy estimulante.

Carlos Eschoyez: El motivo de mayor orgullo es que la gente me quería y esperaba el informe del tiempo, que recién se comenzaba a conocer cuando yo comencé a hacerlo por televisión en diciembre de 1969.

¿Cómo siente que la gente los recuerda hoy? ¿Qué sucede cuando la gente los ve en la calle?

Clidy Suárez: Siento que me recuerdan de la misma manera que cuando trabajaba. Es algo que me gratifica el alma todos los días.

Juan Ratti: A veces ando en la calle y pasa un hombre en una bicicleta y me tararea la música de El mundo del espectáculo, o me pegan un grito diciendo “¡Cuándo volvés!”

Jorgelina Lagos: Con cariño, la gente de mi edad. A los más jóvenes, hablando del público en general, mi nombre les suena, pero nada más. Lo divertido es cuando me dicen: “ Oia! Yo me crié (sic) con usted”. Considerando a la tele como un chupete  electrónico, creo que así debió ser, nomás.

Carlos Eschoyez: Como sigo estando dos veces por semana en Canal 12 con el Lagarto Guizzardi, además y cada vez que hay problemas con el tiempo, me hacen notas en otros canales, la gente sigue reconociéndome fácilmente y me saluda o pregunta algo.

 

Maldita TV

La televisión nacional actual ha sido sentada en el banquillo de los acusados por muchos sociólogos que analizan el comportamiento de nuestra sociedad. ¿Cómo la ven ellos?

Clidy Suárez es tajante al respecto: “No me gusta.” Y la periodista defiende su idea. “No me gusta lo escatológico, la mala palabra. En televisión o en radio jamás dije una sola mala palabra. Porque si había una persona del otro lado a la que le que caía mal, yo le estaría faltando el respeto. No hay derecho a que una criaturita que esté viendo tele o escuchando radio crea que insultar sea lo normal, lo educado. No hay derecho de burlarse de la gente, como lo hace el Beto Casella en Bendita TV. O Jorge Rial, que es una porquería de ser humano, que denosta a cualquiera que esté en contra de él”, concluye.

Es llamativo, y un dato a tener en cuenta, como el resto de los entrevistados también expresan un descontento con la TV actual.

En tal sentido, Ratti sostiene que “si bien ha habido todo un desarrollo técnico, respecto a los contenidos, sobre el tema de la audiencia y de la pelea minuto a minuto, se caen cosas que a mí no me gustan. Hay cosas burdas y mediocres. Tiempo atrás se decía que ‘la televisión educa y entretiene’ y hoy el término de educación se ha perdido. Hoy hablar bien está pasado de moda. Antes un locutor rendía exámenes, tenía determinadas normas Ahora hay una pelea por la audiencia que lleva a la decadencia en los contenidos y en la educación”.

Para Lagos “la televisión que se hace en Capital Federal es lamentable, por lo burda, chabacana y vacía”, y agrega que no mira televisión y forma su opinión “a través de los dimes y diretes de la radio o de los medios gráficos.”

Por su parte, Eschoyez considera que la televisión nacional “salvo raras excepciones, es tan mala”, que sólo ve canal Encuentro, algunos canales extranjeros y noticieros que él cree como los más creíbles.

En épocas en que los regresos están de moda, ¿tienen pensado volver a la televisión?

Clidy Suárez: Hace 10 años atrás dije que no trabajaba más y no trabajé más. Pero si hay una cosa que yo diga ‘¡Ah, mamita!’, quizás lo pensaría. Además, verás que nunca me hice un lifting, ni me hice las lolas, ni nada. Los televidentes vieron salirme cada arruguita. Sería engañarlos si de repente saliera con la cara estirada. Podría hacer televisión, obviando los planos cortos, por supuesto (Risas).

Juan Ratti: Es difícil plantearse el tema de los regresos repitiendo una situación dada en un momento determinado, pero sí plantearía la posibilidad de volver a la televisión. He estado muy afectado a la función pública, pero me planteo la posibilidad de volver, no sé con qué formato.

Jorgelina Lagos: En lo que refiere a televisión abierta, si no me pusieran límites, sería bueno llevar mi mensaje a mayor cantidad de gente en mi ciudad. Pero el canal por cable en el que estoy ahora llega a catorce provincias argentinas. Imagínese: me envían mails desde Formosa o Bariloche… ¡Eso no tiene precio!

Carlos Eschoyez: Yo en verdad nunca la dejé. Cambiaron cosas, sigo dos veces por semana en Canal 12 y hago un informe de lluvias para el agro en Colsecor, Canal Satelital, que lo bajan todas las cooperativas de luz, teléfono y agua de los pueblos y ciudades de Argentina y algunas del extranjero. También sale por Youtube.

 

Perfiles

Clidy Suárez

Rosarina de nacimiento, “antes decía que era cordobesa por adopción, ahora digo que soy cordobesa”.
Es maestra, profesora de danzas españolas, actriz, locutora. Recientemente trascendió que una importante radio la tentó para volver.
Junto a Betty Román fue la primera imagen que salió en la televisión de Córdoba.
Trabajó en canal 12 y LV3. También animó festivales y fiestas privadas.
Ella se define como “medio polvorita”.
Hace 12 años que se jubiló de Canal 12. “Y así fue como hice un inmenso descubrimiento, que me encanta rascarme”, reconoce sin vueltas.
Alguna vez la catalogaron como “La locutora de las tres P: Petisa, Pirata y Peronista.”
Vive sola “por elección”.

Un día típico

Me levanto temprano, tomo unos mates y desayuno mientras leo el diario. Luego me voy a la quinta que tengo en mi casa donde cultivo tomate, pimientos, achicoria, acelga, rúcula. Todos los martes juego al póker con mis amigos de hace 25 años. Son 5 varones y yo. “No me gusta jugar al póker con mujeres, los tipos son más lanzados.” agrega. Salgo con mi hermana, vamos al cine, a comer, las dos somos muy casineras, me gusta la quiniela. Soy muy escolasera. También me gusta leer.

 

Juan Adrián Ratti

Nació en Venado Tuerto, (“La esmeralda del sur de Santa Fe”, agrega).
Es médico psiquiatra y tiene su propio consultorio que nunca abandonó.
Vino a Córdoba para estudiar medicina, pero paralelamente se convirtió en figura mediática.
En televisión hizo de todo. “Pasé por programas hogareños como ‘Feliz Tarde Hogar’, noticieros, como ‘Noticiero 12’ y hasta ‘Noti Agro’, ‘Bazar Femenino’, ‘La Santa Misa’; programas culturales como ‘El Reloj de arena’, ‘Espectáculo hora cero’, ‘Hola Señor Mundo’ y ‘El mundo del espectáculo’, que estuvo en pantalla 20 años”, resume.
El mundo del espectáculo fue durante sus 20 años primero en audiencia, cualquiera de los 5 días en que se presentaba.
En 1980 con ‘Espectáculo Hora Cero’, viajó a España y realizó las primeras notas en el exterior de un equipo de televisión de Córdoba.
Actualmente conduce Radio Terapia, los sábados por FM Cielo y es director de La Ciudad de las Artes.

Un día típico

Generalmente mis días están divididos por mi gestión en La Ciudad de las Artes, y mi actividad como Psiquiatra. Luego de estas actividades me gusta leer, ver cine, estudiar, comer con amigos. Deportes no tengo, mis gustos pasan por los espectáculos, la lectura, los viajes.

 

Jorgelina Lagos

Su nombre completo es Elda Jorgelina Lagos y nació en Capital Federal.
Tiene dos hijos y dos nietos.
Si bien la profesión que figura en su pasaporte dice “Periodista”, ella se siente “ligada a muchas disciplinas más.”
Escribe -esta actividad se ha convertido en su “alimento imprescindible”-  canta y actúa. Se siente definitivamente actriz y cantante pero el tiempo –asegura- le es poco. “Debo trabajar para vivir. Hago mía la frase de Virginia Wolf: Para escribir, una mujer debe tener dinero”, afirma.
Conduce “Con Jorgelina”, su propio programa de TV por Canal 6 Satelital.
Jorgelina Lagos cuenta con el privilegio de haber presenciado y transmitido la entrega de los Oscar en 1986. “Fue una experiencia mágica. Ver allí a Norma Aleandro anunciando el Oscar (La Historia Oficial) para nuestro cine, fue ¡enorme! Yo estaba transmitiendo para LV3 en directo, por teléfono. Y me eché a llorar y casi no pude seguir hablando…”

Un día típico 

Me levanto temprano, leo los diarios y los mails, mientras saboreo mi infaltable mate cocido. No dejo de ser ama de casa, pero a lo doméstico lo termino por la mañana. Si puedo duermo un rato la siesta – ¡me hace sentir muy bien! – y después, si no voy al cine o al shopping, me interno de nuevo en la PC para armar mis programas de TV y radio. Además, trato de mantener  actualizado mi blog y estoy escribiendo una novela que ya está tomando forma. Me acuesto lo más temprano posible – nunca antes de las 22 – para poder leer unas dos horas antes de dormir.

 

 

Carlos Eschoyez

Meteorólogo de profesión, Carlos Eschoyez, nació en Chaco (“en el Impenetrable”, agrega).
Está casado y tiene seis hijos, tres mujeres y tres varones.
Amante de las actividades al aire libre, le gusta la pesca, la caza, pasar días en el campo, caminar por el parque, escribir, leer, reunirse con amigos, con sus hijos y “sobretodo, pasarla lo mejor posible con la gente o con la computadora”.
Actualmente es director de Infloclima un sitio de internet sobre el clima. “Fue un adelanto muy grande, mi sitio se ‘colgó’,  a la red dos años antes que ningún otro en la Argentina”. Para Eschoyez, la respuesta a la creciente popularidad de los informes sobre el clima en los noticieros de todo el mundo es muy simple: “el tiempo influye en todas las actividades del hombre, su economía, incluso en su salud”.

Un día típico

Mi sitio de internet, www.infoclima.com, ya tiene 15 años de antigüedad, más de tres millones de visitas mensuales, provee contenido meteorológico a otros sitios y tiene una sección “Premium” para el agro, muy completa. Allí trabajo con un equipo de gente y dos meteorólogos más. Grabo el tiempo para el agro los jueves y voy al programa del Lagarto los lunes y viernes. Todo eso me ocupa la mayor parte del día.

Los entrevistados se ponen de pie, se saludan afectuosamente y se despiden. Con ellos transita la historia. La historia que es presente y por qué no, parte del futuro de los medios de Córdoba.

Aníbal Pachano y su homenaje a María Elena Walsh

Por Marcos Calligaris

En junio llega a Córdoba un merecido homenaje a María Elena Walsh.

Se trata de “Varieté para María Elena”, basado en el popular tema “El viejo Varieté”, de la poetiza y que será presentado en La Ciudad de las Artes.

La obra fue ideada por Gerardo Sofovich, y cuenta con una importante multiplicidad de actores, bailarines, cantantes, magos, malabaristas e imitadores, que se despliegan bajo la batuta de Aníbal Pachano.

Mucho tiene que ver Pachano en esta obra que celebra las canciones más emblemáticas de la autora traducidas a un musical.

En apuros uno podría definir a Pachano como Continue reading

Locura por Jésica Cirio

Por Marcos Calligaris

“Tres años míos, son veinte de una persona normal”, comienza razonando Jésica Cirio. Y quizás sea un buen reduccionismo para sintetizar los últimos años de uno de los personajes que ha logrado subirse al pedestal de las mujeres más populares de nuestro país.

Modelo, conductora, bailarina, actriz, empresaria, son muchos los perfiles de esta rubia modelo de sólo 24 años que parece imparable, que parece lograr que todo lo que se propone.

Jessica Wanda Judith Cirio, tal como reza su DNI, nació en Lanús, es la menor de 5 hermanos y actúa desde los 11años.

“Arranqué como modelo, trabajando para la agencia de Leandro Ruth, luego pisé por primera vez las tablas con Jorge Ginzburg y Daniel Comba. Hice tres temporadas de teatro. Después vino Bailando por un sueño y muchas gráficas en el medio –entre ellas Cocot, que fue la que me hizo conocida como modelo-. Finalmente vino la conducción de programas aquí y afuera, diferentes sucesos que fueron haciendo que este personaje crezca”, resume mecánicamente la modelo.

Pero en el medio hubo más. Trabajos en países como Chile, Uruguay, Perú, Paraguay o Venezuela, escándalos con famosos, rumores increíbles, romances resonantes…

Mientras conduce Kubik por América y se apresta a largar su propia marca de cremas para la piel, Jésica se toma unos instantes para dialogar con Revista Yas!

En tus comienzos también está Gerardo Sofovich…

Con Sofovich estuve dos temporadas, en “Corrientes esquina Glamour” y “El champán las pone mimosas”. Y cuando tenía 17 años actué de su sobrina en “Polémica en el bar.”

¿Qué es lo que más disfrutaste de esa época?

Todo. Creo que son diferentes etapas, diferentes cosas. Tanto hacer teatro, como participar en el primer Bailando, por ejemplo, fueron experiencias satisfactorias para mi carrera e hicieron que hoy llegue a ser quien soy.

¿Desde chica ya sabías que querías ser esto?

Sí, siempre. A los 11 años ya trabajaba como “paquita” de Las Trillizas de oro y estudiaba teatro, baile…siempre me gustó mucho. Esto no es casualidad, siempre fue lo que quise. Luego tuve que arrancar como modelo porque se dio así.

Más reciente llegó Bailando por un sueño. ¿Considerás el programa de Tinelli como fundamental en tu carrera?

Tuve varias participaciones, de hecho ya hace cuatro años que laburo con ellos sin. Pero creo que no fue sólo Bailando lo que me lanzó, en teatro me había hecho muy conocida y también con las publicidades de Cocot. Si me preguntás qué fue lo que me lanzó puntualmente… creo que todo suma.

¿Qué es lo que más disfrutás de ser Jésica Cirio?

Todo. No hay cosas que no disfrute de mi carrera. Me gusta conducir, bailar, modelar, cantar, actuar. A veces estoy cansada, pero me apoyo en que estoy haciendo lo que verdaderamente quiero, y no todos tienen esa posibilidad.

Si mirás para atrás y tenés que elegir un momento clave, ¿qué es lo primero que se te viene a la cabeza?

Creo que cada momento es clave. Uno tiene que saber aprovechar cada instante, desde el comienzo, para que estén sólidos los cimientos y poder crecer.

¿Estás estudiando?

Sí, estoy tomando clases de canto y de baile. Lo de canto es porque en junio arranco con el certamen “Comedias Musicales”, de ShowMatch.

¿Cuál es el público que más te sigue?

Muchos adolescentes, los hombres, y también acaparé un poco el mercado de la mujer por lo que representa la estética y mi rol de empresaria del rubro.

Mujer empresaria

No sólo de las tablas y los flashes vive Jésica. A su carrera vertiginosa la modelo ha sabido anexarle atinadamente una exitosa vía comercial. Al abordar el tema, enseguida se saca el casete de modelo y se pone el de empresaria. Y no desentona. Con modulación de comerciante afirma de memoria: “Tengo en un centro de estética con Spa, con tratamientos estéticos. En ‘Bielece’ también tenemos electrodos, hacemos limpieza de cutis, pilates, masajes…”

Tenés una veta empresarial que no se ve en todas las modelos… ¿Cuál es tu objetivo con esto?

Estoy tratando de crecer de otra manera y de aprender de otra cosa que no sea sólo mi vocación.

No te veo en una oficina sentada…

No, eso es lo que menos me gusta, pero tengo contacto con todo. Tengo contadores y mucha gente trabajando conmigo.

¿El proyecto es sólo tuyo o estás en una sociedad?

No, estoy asociada a una de mis mejores amigas.

¿Córdoba figura en los planes como futura plaza?

Sí, estoy pensando en abrir ahí. Hay muchas propuestas.

La familia, la distancia, los tiempos libres

Jésica nació en el seno de una familia de barrio. Su familia quizás nunca pensó verla donde está, pero ella forjó su propio camino.

¿Cómo vive tu familia tu carrera?

Ya están acostumbrados, porque me ven trabajando desde los 11 años y dependiendo de mí misma.

¿Tus viejos tienen algo que ver con el ambiente?

No, mi papá tiene una empresa de celulares y mi mamá es jubilada.

¿Te imaginaban ellos dedicándote a esto?

Mi mamá sí, siempre lo supo. Creo que es lo que ella siempre soñó y siempre quiso que yo sea.

¿Los ves seguido?

Casi nunca, una vez por mes.

¿Tenés hermanos?

Sí, tres varones y una mujer. Yo soy la más chica.

Debe ser complicado ser hermano de Jésica Cirio…

No, ya están acostumbrados. Imaginate que me ven desde que nací en un teatro, de malla y medias…

¿Estás en alguna relación?

Sí, estoy de novia desde hace seis meses con Dahian (Rocchini).

¿Cómo la llevás? Casamiento, familia…

No, tengo una vida por delante. Tengo 24 años recién cumplidos y creo que todavía tengo mucho para hacer. Si bien me encantaría formar una familia, no es ahora el momento.

Debe ser más complicado ser novio que hermano tuyo...

Te digo… es complejo. Para él es una pelea día a día. Tiene 22 años y eso lo hace más complicado aún. Nuestro amor es muy fuerte, si no, no lo aguantaría. Valoro todo eso de él, pero lo que más valoro es estar enamorada.

¿Te gusta viajar?

Sí, soy súper hormiguita viajera. Mi ciudad en el mundo es Nueva York. Hace poco estuve en Dubai y me fascinó. También estuve en Republica Checa, Francia, Inglaterra, Grecia, Holanda, México…

Si te sale una oportunidad laboral en Nueva York…

Me voy al otro día.

Bailando por un jurado

“La Cirio” fue uno de los personajes más relevantes de Bailando por un sueño. La modelo supo sacar tajada del súper éxito de Tinelli, aunque le valió importantes roces.

Este año seguís trabajando en ShowMatch, ¿cómo es la relación que tenés con el jurado?

Perfecta.

Salvo con Gerardo Sofovich…

Ese es un caso aparte.

¿Qué sucedió con él?

Sofovich no acepta que le digas que no, y como yo no quise ser parte de su espectáculo porque ya había arreglado con Guinzburg, ahí vino el enojo. Se complotó con Moria y me sacaron del programa, ya que yo venía a Córdoba e iba ser competencia directa de ellos. No les convenía que llegue a la final… pero así les fue.

¿El jurado tiene sus propios negocios entonces?

Todo el mundo los tiene. Totalmente.

Jorge Lafauci declaró a este periodista que él era el único que no tenía intereses particulares al votar…

Sí, es verdad, él es quien más afuera está.

El éxito y las malas lenguas

El éxito nunca llega sólo. La fama, la sobre-exposición, las amistades del ambiente, suelen enturbiar la vida de las celebridades. Desde finales de 2008 un rumor comenzó a circular con fuerza y puso el nombre de Jésica Cirio en boca de los principales medios de chimentos.

Meses atrás un rumor te vinculó con la muerte del ex presidente de Boca, Pedro Pompilio. ¿Qué tenés para decir? ¿Te molesta verte señalada así por la prensa?

No me molesta porque no tengo ningún tipo de cargo de consciencia. Son pavadas que se dijeron. Creo que eso se genera cuando uno crece y tiene mucho éxito. Surgen cosas buenas en algunas personas, como así también mucha envidia y cosas malas en otras. Siempre está el que te quiere boicotear, el que te quiere bajar, el que no quiere que sigas creciendo, pero acá estoy…

Si hay gente que te quiere boicotear y llega a tener la crueldad como para hacer circular rumores de esas características. ¿No te genera temor a futuro?

Son cosas incomprobables y que no son ciertas, entonces no me preocupan.

¿Pensás que te vas a tener que manejar con más cuidado de ahora en más?

Con mucho cuidado, o a partir de ahora, el próximo comentario que hagan enviaré una carta documento al responsable.

¿Sabés quién puede haber disparado el rumor?

No. Pero igual ya es ilegal que un periodista lo diga si no tiene pruebas.

¿Tenés amigos en el ambiente?

No sé si tengo muchos amigos artistas, pero sí en la parte interna de producción y todo esas cosas. Tengo bastantes conocidos. Amigos es una palabra muy fuerte y yo tengo mis amigas de toda la vida, con las que comparto todo mi tiempo.

Dicen que las grandes mujeres intimidan a los hombres. ¿Pensás que los hombres te tienen miedo?

Al hombre le generás un montón de cosas, un montón de miedos. No es fácil mantener una relación siendo quien soy.

En un boliche, por ejemplo ¿se te acercan mucho?

Y… siempre está el caradura y quizás el que vos querés que se acerque, le da miedo.

Si alguien que no conocés se te acerca y te invita a tomar un café, ¿agarrás viaje?

Es raro conocer a alguien así, la mayoría de las veces me presentan gente. Pero todo puede ser.

Ese “todo puede ser” que eligió Jésica Cirio para despedirse resume su forma de proceder en la vida. Una joven vida, bendecida por los dioses, y que como Midas, parece convertir en oro todo lo que toca.

Con sólo 24 años, la modelo apunta a convertirse en una de las mujeres más representativas de nuestro país,  y quién sabe… todo puede ser.

El hombre que se inventó a sí mismo

Entrevista a Titi Ciabattoni, periodista
Por Marcos Calligaris

Caminar por las zonas más populosas de la peatonal cordobesa es sinónimo de escuchar al unísono la voz característica de un conductor que monopoliza el dial tienda a tienda. La postal se reproduce en muchísimos hogares de la capital, él es uno de los periodistas más escuchados de la radiofonía cordobesa y se erige desde Radio Popular.

Se trata nada menos que de Héctor Hugo Ciabattoni, aunque todos lo conocen desde siempre como ‘Titi’. “Mejor, si es un nombre espantoso”, arremete de entrada.

Nació en Bell Ville 40 años atrás, y de su ciudad guarda los mejores recuerdos. Allí fue donde dio los primeros pasos de una profesión que no heredó ni cerca, que forjó desde el llano por méritos propios.

Sus padres -“Los Ciabattoni”- venían de otro palo, tuvieron históricamente la concesión del bar de la terminal de ómnibus bellvillense y sería allí mismo donde el pequeño “Titi” pasaría sus primeros años de vida. “Mi crianza fue prácticamente en ese bar, vivía y dormía ahí, en una pieza del fondo. Crecí ahí, en el campito del colegio comercial, en el río, en el Club Bell, con la muchachada del barrio. Era mucha vida de calle”, recuerda con tono nostálgico.

Ya desde aquella temprana edad lo había cautivado la radio. “Me llamaba mucho la atención la radio y desde que recuerdo me gustaba relatar fútbol”, asevera. Así fue como un día, con sólo trece años se presentó en la histórica Radio Unión con la “intención de colaborar”. A partir de ese momento comenzó a ser el chico de los mandados. “Hacía de todo, atendía el teléfono…me acuerdo que tenía una motito Zanella y me mandaban a recorrer todas las canchas de la ciudad buscando los resultados de fútbol de las categorías cuarta y quinta, ¡ni siquiera de la primera!”.

De Bell Ville a Córdoba, con escala

Aquel niño amante de la radio comenzó a crecer, empezó a tener más participación y pronto le llegaría una oportunidad que marcaría un antes y un después: a los 19 años, luego de algunas experiencias ya como conductor, puso al aire “Va por vos”, un programa  de música “cheta”  muy escuchado y que marcaría a toda una generación de bellvillenses. “Cada tanto me encuentro con gente de la zona y me preguntan ‘¿Che, qué sos del Ciabattoni que hacía aquél programa?’”, reconoce.

Paralelamente a su primer éxito radial, el “Titi” relataba fútbol y fue a través de ese talento que llegaría su primera oportunidad laboral en Córdoba. “Yo tenía casetes grabados con goles y los hice llegar a LV3, donde me había enterado que necesitaban gente en deportes. A los dos días me llamó Rony y me hicieron un contrato por un año. Viajé un montón relatando a los equipos de Córdoba”, recuerda.

En 1994 Mario Pereyra le informaría a Ciabattoni que a la radio llegaba Víctor Brizuela con su equipo y que él no estaba en ese proyecto. “Mario me preguntó qué otras cosas sabía hacer, yo le comenté sobre mi experiencia en Bell Ville, así que me hizo leer algunas noticias y me dijo: ‘Bárbaro, venite para Córdoba que algo vamos a hacer’”, recuerda y agrega entre risas “Me mandaron a hacer móviles, no tenía idea de por dónde andaba”.

Algo iban a hacer. Así fue como finalmente nace en Córdoba, Radio Popular. Nacía para Ciabattoni la posibilidad de hacer lo que le gustaba.

“Rony me preguntó si me animaba a conducir algo bien informal. Yo no sabía mucho de cuarteto pero ahí me largué,” agrega.

Desojando la margarita

Pasaron cuatro años de gran éxito y ya en la cima del género, Ciabattoni protagonizaría el pase radiofónico del año. Luego del suceso de Radio Popular, el conductor se mudó a Radio Suquía, su competidor directo en el dial. Luego de algunos años retornaría a la emisora que lo hizo famoso.

“Llegó un momento en que la Popular había quedado sólo con el estilo de cuarteto y tenía ciertos límites. Yo siempre fui de hacer programas propios, de moverme con libertad, entonces me cansé un poco. Le planteé a Mario (Pereyra) que quería hacer otra cosa más abierta y me dijo que no había lugar para eso. Entonces hablé con Farías, de la Suquía y él me dijo: ‘vení acá y hacé lo que se te cante’. Me fui para allá.”

¿Hubo mucha gente que se mudó de radio siguiéndote?

Hubo más gente que se mudó a la Popular cuando volví. Yo terminé un viernes en Suquía y al lunes siguiente arranqué con todo mi equipo nuevamente en esta radio. Cuando llegó la medición de Ibope ahí sí el cambio había sido total.

Para volver luego a Radio Popular tuvo que haber cambiado algo…

Sí, cuando me llamó nuevamente Mario le recordé por qué me había ido y me dijo que hiciera en la Popular lo mismo que hacía en la Suquía. Fue un momento histórico para mí, también había aparecido Mitre, así que había negociaciones con las tres radios.

¿Te imaginás en televisión?

No me imagino qué tipo de programa podría hacer. En la época del Canal Suquía, me tocó hacer unos remplazos y ahí me di cuenta de que estaba en bolas para hacer televisión, no sabía ni a dónde mirar. 

¿Te sentís sobreexpuesto en la radio?

Sí. Te doy un ejemplo, yo no tengo drama en decir que vivo en Belgrano y Caseros, y a veces cuando salgo a las 7 de la mañana, tengo dos o tres taxis esperándome para traerme a la radio. “Yo sabía que un día te iba a agarrar”, me dicen.

¿Tenés buena relación con las bandas de cuarteto?

En los primeros tiempos de la Popular, cuando apareció como un boom, tuve mucha más relación, comíamos asados, había muchos abrazos y nunca conocías la verdadera intención de esa amistad. Luego cuando me fui a la Suquía me di cuenta de que la cosa había cambiado, que a las bandas les convenía más estar en la Popular y dejaron de invitarme a comer asados, de llevarme discos…Supongo que son los gajes del oficio, te va bien y vienen los amigos del campeón, te va mal y te saludan desde la vereda del frente.

¿Y tus amigos quiénes son?

Mis amigos siguen siendo los de Bell Ville, y algunos que he hecho acá…

¿Cómo arrancás a la mañana, tenés una agenda?

Mi desayuno de café con leche y medialunas, es sagrado. Tengo una agenda de música armada y después todo va surgiendo. Me gusta mucho improvisar, por eso a veces también meto la gamba.

¿Cómo hacés cuando te sentís mal o estás cansado y tenés que conducir con todas las pilas como un día corriente?

Tengo la ventaja de que me gusta lo que hago. Cuando me tocaba laburar de mozo en el bar de mis viejos y entraba un cliente apenas abríamos, decía: “Uh, ahí viene este cu…” No me gustaba. En cambio en la radio es distinto. Llego prendo la compu y arranco con buena onda.

Muchos políticos desearían tener la llegada que tenés sobre tu audiencia. ¿No te tentaron para hacer política?

No, yo a los políticos los mato. ¿Vos crees que a mí me van a escuchar Giacomino, Schiaretti, o Juez? A veces cuando pasan cosas, me sale el tano de adentro y los mato al aire. Así que no sé si los pocos funcionarios que pueden escucharme me tendrán simpatía.

Popularcito, un amigo

Uno de los personajes que acompañan a Ciabattoni desde hace muchos años es el  entrañable Popularcito. Hincha perro de Talleres, algo maleducado y políticamente incorrecto, muchas veces le hace pasar vergüenza al conductor.

“En una época no lo hacía aparecer mucho y algunos me decían que yo estaba celoso de él. Pero no, con el tiempo aprendí que tiene que aparecer cuando realmente tiene algo bueno para decir y no hablar porque sí”, comenta.

La pegada fue impresionante. Yo siempre fui de imitar mucho, ya en Bell Ville lo imitaba a Brizuela, o a personajes de Buenos Aires, y Popularcito surgió como uno más. Hay gente que me dice: “a vos te salvó Popularcito”.

Ciabattoni casero

Pese a moverse en un ambiente bien fiestero, el “Titi“ se define como un tipo muy tranquilo y poco salidor. Dentro de poco su cambio de estado civil le traerá algunas repercusiones con la audiencia y en especial con su inseparable compañero, Popularcito.

A los 40, ¿cómo llevás la soltería?

Primicia absoluta: el mes que viene me junto. Me agarraron, pero ahí nomás.

¿Te toca de local o de visitante?

Primer tiempo en mi casa; segundo tiempo vamos a ir otro lugar.

¿Te cargan mucho los oyentes por tu noviazgo tardío?

Sí, me cargan, aunque no tanto porque ella no es del ambiente. Se llama Daniela y es de Monte Leña, un pueblito de menos de 500 habitantes que queda a 5 quilómetros de Bell Ville.

¿Está en los planes casarte, tener hijos?

Sí, a quién no le gustaría tener una familia, estar enamorado, que tu mujer esté enamorada de vos, tener chicos hermosos, una casa, una auto, un buen pasar económico. Yo vivo el día a día y nunca se me había puesto en la cabeza el tema de la familia y ahora se ve que me está cayendo la ficha. Espero que no sea tarde. (Risas).

El problema acá es qué va a hacer Popularcito…

Que popularcito haga su vida. Se vuelve a su casa con su mamá. Él tiene su barrio, su vida, sus amigos. La madre de Popularcito, es una mamá muy particular.

¿Cómo aprovechás los tiempos libres?

Me gusta mucho el deporte, así que practico bastante. Cuando llegás a los 40 te empiezan a doler las piernas, los tobillos. Ahora me estoy largando a hacer Paddle, un deporte de viejos.

¿Tenés en mente algún que otro proyecto aparte de la radio?

No, si tengo que salir a laburar, cagamos. Será el bar de toda la vida de Los Ciabattoni. (Risas). La verdad es que me va muy bien. Da para vivir bien y tranquilo de esto, gracias a Dios.

¿Volverías a vivir a Bell Ville?

A eso sí lo pienso. Capaz que cuando me jubile, me gustaría vivir los últimos años allá. Es un ritmo de vida más lento, tenés los clubes, los asados. Caminar por el centro acá y chocarme con la gente me molesta.

Con la naturalidad y la tranquilidad de quien hizo de su vida lo que realmente deseó, el “Titi” Ciabattoni se prepara para conducir un nuevo programa. Y seguramente así encarará el resto de su carrera, de su vida. Con esa serenidad del hombre que se inventó a sí mismo.

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