Por Marcos Calligaris

David Nalbandian recibe de Fernando Verdasco el último mazazo. Fue derrota 7-5 y 6-1  para el cordobés en el torneo de Queen’s, que con la calidad de su césped sirve de preparación para la esperada cita de Wimbledon. Ha sido derrota, pero con sabor positivo para el tenista de Unquillo, que acaba de regresar de una doble operación de hernia inguinal y una rotura fibrilar en un aductor que lo mantuvo alejado por tres meses de las canchas. Es que con 29 años y 11 como profesional, el cuerpo de un tenista comienza a pasar facturas.

David se retira de West Kensington pero permanece en Londres, donde en pocos días debutará en la Catedral del Tenis.

Es precisamente en ese interregno británico donde el tenista se toma unos instantes para responder a esta entrevista.

Y bienvenido sea el lugar elegido para hablar de su trayectoria, si fue justamente en Londres, donde en 2002 David Nalbandian esbozó sin querer lo que varios años después podría calificarse como un compendio de su carrera. Se metió en su primera final de un Grand Slam con tan sólo 20 años, sorprendió al mundo con su juego, demostró que le podía ganar a cualquiera y que podía ser una gran figura. Pero cayó ante Lleyton Hewitt -el número uno del momento- y se quedó sin su primera posibilidad de llevarse un grande. Nunca más hasta la fecha podría lograrlo, algo quizás injusto para un jugador que por cualidades lo ha merecido. (Ver recuadro: Versátil, mandón, distinto).

Lo cierto es que a pesar de su intermitencia deportiva, Nalbandian logró ser uno de los mejores tenistas de la década, y llegó a estar número tres del mundo en un momento en que Roger Federer y Rafael Nadal eran guardianes inamovibles de los puestos de privilegio.

Hoy Nalbandian navega entre los mejores 20 del mundo, y sus pretensiones apuntan más al cetro de la Copa Davis que a la obtención de un Gran Slam. Sucede que esta competición por equipos nacionales ha sido siempre una de sus grandes obsesiones y gracias a su entrega -pese a calendarios complicados y lesiones-, le ha valido el mote de ‘jugador del pueblo’.

Aún está de pie este guerrero, que si bien afirma que por ahora no está en sus planes el retiro, admite que está en su “última etapa como profesional”. Y un logro en la Copa Davis podría precipitar esa decisión.

Hay otros Nalbandian, el que hace bungee-jumping en Viena, el que maneja al límite un auto de rally, el que es señalado como uno de los “50 hombres más bellos” del mundo por la revista People en español, el que tiene una fundación para ayudar a chicos con capacidades diferentes, el que se pelea con algún periodista, el que apoya la gestión de algún político.

Tratamos de hablar de todo aunque con cierto apuro, en instantes el Rey David tiene en Wimbledon una nueva cita con la historia.

Arranca la segunda mitad del año, ¿cuál es tu objetivo para lo que queda del mismo?
Mi principal objetivo es ganar la Copa Davis, y estar de la mejor manera posible para la serie contra Kazajstán. En cuanto a lo individual, espero agarrar ritmo de juego rápidamente y llegar lo más lejos posible en los torneos que me quedan por jugar.

Si te dieran a elegir un Grand Slam o la Copa Davis, ¿con qué te quedás?
Con la Copa Davis.

¿Te ves algún día como capitán del equipo de Davis?
Seguramente cuando me retire voy a seguir ligado al tenis de alguna manera. Quizás esa sea una posibilidad, pero no lo he pensado seriamente.

¿Qué significa viajar para vos? ¿Estás totalmente harto, o lo aceptás como parte de tu rutina?
Viajo desde muy chico y por ahí ya a esta altura es algo que cansa un poco. No reniego de ello, porque en todos estos años pude conocer lugares increíbles, pero no es fácil estar tanto tiempo lejos de tu casa y de la gente que querés.

 

Tus enfrentamientos con Federer se convirtieron en un clásico por la paridad, pero también le ganaste a los mejores del circuito en sus mejores momentos. ¿Hay algún jugador en particular con el que no te gusta enfrentarte?
No, con ninguno en particular. Me gusta jugar siempre con los mejores. Lógicamente, cada uno tiene sus mayores virtudes, pero hay que estar preparados para jugar con cualquiera.

¿Creés que tenés posibilidades de llegar al número 1 ó ya lo ves como una utopía?
En este momento sólo pienso en volver a jugar al mejor nivel posible y ganar la Copa Davis. El ranking no es algo que me preocupe demasiado.

¿En qué momento pensaste que podías llegar?
Cuando llegué a ser número 3, detrás de Roger y Rafa que eran los que encabezaban el ranking. Pero lamentablemente me tocó ser contemporáneo de dos grandes que marcaron para siempre la historia del tenis.

Luego del arranque parejo que tuviste junto a Guillermo Coria, ¿qué pensás de su ocaso como tenista?
Creo que son momentos por los que todos los jugadores pasan. Jugar al tenis y mantener siempre un nivel alto es algo muy difícil.

Se tiende a pensar que los deportistas son todos amigos entre sí… ¿Es cierto que en general la mayoría de los tenistas se ignoran?
En mi caso no es cierto. Si bien no se puede ser amigo de todos, porque en el circuito somos muchos y siempre hay un grupo de colegas con el que se tiene más afinidad, como en cualquier ámbito. Yo tengo muy buena relación con los tenistas españoles.

¿Pero considerás amigo de verdad a algún tenista?
Mis amigos son los de toda la vida, los de Unquillo.

En distintos momentos de tu carrera has mostrado predisposición en cuanto a la participación social, ya sea en política o a través de tu fundación. ¿Cuál es el propósito de la Fundación David Nalbandian?
Creo que es una manera de devolverle a la gente todo el apoyo que me ha dado en todos estos años. Desde mi fundación trabajamos principalmente para ayudar a chicos con capacidades diferentes, y colaboramos para mejorar la calidad de vida de las personas de los sectores sociales más relegados.

Georgina Bardach afirmó que le gustaría ser intendenta de Córdoba, el ‘Gato’ Romero quiere ser gobernador de la provincia. ¿Vos te vez como dirigente? ¿Serías intendente de Unquillo, por ejemplo?
Siempre trato de estar informado sobre lo que pasa en nuestro país, pero nunca me puse a pensar si en un futuro me dedicaría a la política. Por el momento no es algo que esté en mis planes.

Sos considerado un tipo difícil por la prensa, por carácter, por tu forma de responder, y hasta te ‘condecoraron’ con el Premio Limón en Roland Garros, que distingue al tenista con ‘carácter más fuerte’. ¿Qué te molesta más, el seguimiento de tu vida personal, la crítica o alguna mala voluntad por parte del periodismo?
Trato de no enroscarme en esas cuestiones porque cada uno es como es, y yo siempre trato de tener la mejor relación posible con el periodismo.

El mejor momento de legión argentina va pasando. ¿Creés que hay un recambio generacional en gestación o Argentina depende de que aparezca un nuevo Nalbandian, un nuevo Del Potro?
Argentina es un semillero enorme de tenistas. Hay escuelitas de tenis en todo el país, y por suerte es un deporte que cada vez lo practican más chicos y chicas desde muy temprana edad. Seguramente en pocos años tendremos algún nuevo talento que va a dar que hablar. En este momento, de la camada de los más jóvenes, está Juan Martín, que seguramente conseguirá muchos logros en su carrera.

Mikael Nalbandian fue uno de los poetas más importantes de Armenia en el siglo XIX. Desde los inicios de tu carrera, tu nombre fue asociado inmediatamente y tus carrera genera muchas expectativas ¿Tenés contacto fluido con la comunidad armenia?
No. Lamentablemente la vida de tenista profesional me impide tener el contacto que me gustaría tener.

Pero tenés pasaporte armenio, ¿vivirías en Ereván?
Mi lugar para vivir es Unquillo.

Siempre mencionás a tu ciudad. Cuando te retires, ¿volvés a Unquillo?
Nunca me fui de Unquillo. Por más que pase mucho tiempo viajando por las exigencias del circuito, siempre que estoy en Argentina vuelvo a mi pueblo, donde vivo desde siempre. Así que seguramente cuando me retire me voy a seguir viviendo ahí.

¿Qué te gusta hacer cuando estás en tu tierra?
Me gusta mucho estar con mi familia y mis amigos, hacer asados para ellos y jugar al fútbol.

¿Ves el retiro como un fantasma, o lo tomás como algo natural que tiene que suceder?
No pienso en retirarme por ahora. Toda mi energía está puesta en pensar en lo que me queda de carrera para jugar lo mejor posible en esta última etapa como profesional.

Se suele especular con que luego de tu carrera, comenzás a correr en auto. ¿Es sólo un hobby o te ves manejando profesionalmente?
La verdad es que soy muy fierrero, pero lo veo como un hobby.

 

¿Es posible tener algún día una fecha de ATP en Córdoba?
Ojalá algún día se pueda lograr.

Sos fanático de River, ¿te lo imaginabas en la mala situación que atravesó últimamente?
¡No!

La prensa rosa del país espera con ansias tu casamiento desde hace varios años. ¿Hay fecha, o de eso no se habla?
Con Vicky nos conocemos desde hace mucho tiempo, y mientras siga jugando al tenis profesionalmente necesito estar enfocado en eso.

Nalbandian dejó pasar la última pregunta, como cuando deja pasar una pelota convencido de que pica afuera. Y picó afuera nomás. Se acabó el tiempo y la posibilidad de repreguntar.
Puede que falta poco para que lo veamos abandonar las canchas definitivamente, pero si de algo no hay dudas, es que su nombre ya ocupa un lugar de privilegio en la historia del tenis mundial.


Tie Break de preguntas y respuestas

Un tenista histórico: Boris Becker.
Un tenista del actual: Roger Federer, porque creo que es el más grande de la historia.
Un golpe preferido: Revés.
Un partido tuyo: La final que le gané a Federer, en Shangai.
Una final: La misma.
Una ciudad a la que vas a jugar con mucho gusto: Madrid.
Otro deporte: Varios.
Un auto: El mío.
Un cantante: Andrés Calamaro.
Una canción: Varias.
Una película: Un sueño posible.

Versátil, mandón, distinto

Por Javier Martínez, periodista del diario El Mundo, de España.

Acaso no sea aún tiempo de conjugar en pasado el apellido Nalbandian. Y bienvenido el verbo para acompañar a un tenista que ha jugado como pocos en la última década. Camino de los 30 años, perteneciente a una generación que se despide poco a poco, la de Ferrero, la de Roddick, la del excepcional Federer, el cordobés acaba de regresar a la competición una vez más a salvo de los problemas físicos, percances recurrentes en el último tramo de su carrera. Ganador de la Copa Masters en 2005, probablemente colgará la raqueta sin ganar un ‘grande’.

Es curioso que un finalista de Wimbledon y semifinalista en todos los ‘majors’, un hombre capaz de ganar ocho veces a Federer en 18 enfrentamientos y de superar a Nadal en dos de sus cuatro cruces, un tenista que fue en su momento tercero del mundo, no haya logrado, al menos, una condecoración del calibre que merece. Algo habrá tenido que ver, también, un grado de implicación siempre por debajo de su incuestionable talento.

En tiempos donde el tenis aún no contaba con jugadores tan versátiles como ahora, Nalbandian ya era igual de competitivo bajo techo, en pista dura, en tierra y en hierba. Gran restador, agresivo desde el fondo y poseedor de un revés poco común, también ha hecho carrera en la Copa Davis, que aún le niega el título soñado por toda Argentina. Pertenece a esa distinguida especie acostumbrada a crecer bajo las responsabilidades patrias. Nalbandian le ganó al mejor Hewitt en la hierba australiana y se agarra a la remera para liderar a la albiceleste en circunstancias peliagudas. Tuvo la Ensaladera a tiro en Mar del Plata, ante la España de los zurdos alternativos. De aquella final queda el ‘singlista’ arrollador frente a Ferrer y el doblista cuestionado junto a Calleri.

Queda, también, la sospecha sobre su condición instigadora y ególatra, mal endémico en el tenis argentino desde hace tanto. Ahora, a vista de pájaro, el cuadro vuelve a pintar lindo, si suma voluntades junto al renacido Del Potro. Es el objetivo más a mano para un competidor de rachas y esfuerzos concretos. Inolvidable el otoño de 2007, cuando conquistó de manera consecutiva los Masters 1.000 de Madrid y París, pasando en ambos por encima de Nadal y de Federer. No sabemos aún cuánto nos aguarda de Nalbandian, tan condicionado por su maltrecha carrocería. La única certeza es que le extrañaremos cuando se vaya. En un deporte donde casi todos juegan a lo mismo, se echará en falta a un tipo decidido a gestionar los puntos de otra forma, con el riesgo por bandera y los dos pies siempre dentro de la cancha.