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Las mil y una caras de Freddy Villarreal

Por Marcos Calligaris

Algunos lo conocen como Figureti; para otros es Fernando De la Rúa y hay quienes lo identifican como Néstor Kirchner. Aunque si hilamos fino, deberíamos llamarlo Federico Diego Pérez de Villarreal, tal como lo hicieron sus padres 41 años atrás, cuando lo vieron nacer en la ciudad de La Plata.
Pero él se reinventó, creó el primero de sus personajes y lo llamó Freddy Villarreal. Con ese nombre triunfaría en la televisión argentina. Aunque no sería nada fácil, aquel humorista debía crear muchos personajes y pasar por diversos ciclos. Para su fortuna empezó por una buena plataforma, nada menos que Videomatch, donde daría a luz al desopilante Figureti, el primero de sus éxitos. A esta altura Freddy ya derrochaba talento, su creatividad lo convirtió en una máquina al servicio de la risa. Fue entonces cuando llegaron las oportunidades y él no las desaprovechó.
‘No hay 2 sin 3’, ‘Son de Fierro’ y ‘La risa es bella’, fueron algunos de los programas que lo tuvieron como protagonista, aunque fue su retorno al programa de Marcelo Tinelli en 2009, lo que le devolvería el reconocimiento público que supo conseguir.
Devenido productor televisivo y teatral, a Villarreal le llegó la hora de afrontar dos grandes desafíos en su carrera: su debut como único conductor de un programa televisivo importante y la consolidación de ‘Un show Pipí Cucú’, su obra de teatro.
A punto de estrenar ‘Preparen, apuesten, juego’, Freddy adelanta detalles. 


El lanzamiento del programa se viene postergando, ¿tenés alguna certeza de cuándo puede salir finalmente?
La idea es largar ya con el programa y seguir todo 2011. El programa está listo, lo que sucede en la grilla son cosas muy cambiantes que en este caso lo deciden Adrián Suar, Pablo Codevilla y Marcelo Tinelli.
Mientras tanto nosotros ya grabamos el primer programa y estamos a la espera de la confirmación para salir al aire.

¿Cómo describirías el programa en pocas palabras?
Es un programa en el que hay diversión y tensión dentro de un mismo juego. Va a haber seis personas compitiendo a partir de la idea de ganarse cien mil pesos.

¿También hará eco de lo que sucede en Bailando por un Sueño?
No, esto es totalmente diferente. Es un gran un desafío para Tinelli, teniendo en cuenta los productos que viene desarrollando, en los cuales descarga todo lo que sucede en Bailando. Este es un programa de entretenimientos.

Pero en un adelanto se pudo ver una coreografía de baile al estilo Bailando…
No, sucede que en el primer programa yo hago una coreografía pero de presentación.
Las preguntas y respuestas no son al estilo “¿quién fue el Premio Nobel del año tal?”, sino que yo los invito a ver un pasaje musical en el que bailo y luego me acerco a los participantes y quizás les pregunto, de qué color es la enagua que utilicé para bailar. Ahí todos comienzan a apostar. En definitiva, muchas preguntas se deslizan a partir de lo que sucede en el programa. También tenemos números artísticos, pero no son estrictamente de baile.
Hacia el final del programa habrá un elegido, el que mejor performance haya tenido en toda la noche. Esa persona deberá realizar llamados telefónicos a cinco números elegidos al azar, de cinco provincias distintas y tendrá 25 segundos para hacer una pregunta al estilo “¿de qué color son los Pitufos?”. Generalmente le contestan con una broma, porque parece una joda. El participante tiene que lograr que le respondan en 25 segundos para ganarse 50 mil pesos.

¿Hay alguna directiva de Ideas del Sur de apuntarle más al interior?
No tuvimos ninguna bajada de línea por parte de la producción de Marcelo. La idea la elaboramos con algunos chicos, tomando café hasta altas horas.
El programa se va a ver en todo el país, ese es el motivo por el cual decidimos apuntarle a todas las provincias.

¿Cómo surge un producto de este tipo, lo tienen armado y te preguntan si lo querés conducir, o se te ocurre una idea y se la proponés a Ideas del Sur?
Me han tocado las dos cosas. A veces los gerentes me han preguntado si quiero hacer un programa y en otras oportunidades de mi vida, he sido yo el que lo ha propuesto. En el caso de ‘No hay 2 sin 3’, me lo propuso Daniel Hadad; ‘La risa es bella’ fue una propuesta mía a Adrián Suar. En este caso me preguntaron si me interesaba hacer un programa de entretenimientos, yo respondí que sí, entonces me dijeron, “bueno, sentate y escribilo”.

El mérito es estar preparado para el momento cuando llega la propuesta…
Sí. Yo tengo gran amistad con la gente de Ideas del Sur, pero esa relación está muy apoyada por mi espíritu de lucha y la idea de producir, crear y trabajar permanentemente. Entonces cuando se habla de un proyecto, siempre me llueven ofertas. Soy un agradecido, no sólo de Ideas del Sur, sino de todos los canales, productores teatrales y demás.

¿Qué es lo que te aporta este programa?
Nunca he estado en la faceta de conductor principal, lo máximo había sido de co-conductor. Acá voy mano a mano con los participantes y con el público.

¿Te genera nervios o lo manejás de taquito?
Me da unos nervios de loco, porque no son aguas que yo pensaba transitar. Pero me parece que está bueno el desafío.
Tenía la asignatura pendiente. Cuando arranqué con todo esto, primero quería hacer televisión, después teatro, luego cine y todo se fue dando.
Trato de tocar todos los instrumentos, es como que soy un médico clínico y así como luego alguno se especializa en pediatría, yo me especializo en el humor.

Allá vamos Carlos Paz

Por tercer año consecutivo, Freddy Villarreal llevará su obra de teatro a las sierras cordobesas. Allí junto a un elenco de caras conocidas presentará ‘Un Show Pipí Cucú’, una divertida propuesta que este año presentará como novedad tecnológica la utilización de un mapping, que permitirá proyectar imágenes de alta definición sobre el escenario.

La temporada teatral está totalmente tinellizada con personajes de Bailando por un Sueño en todas las obras…
Sí, incluso nosotros la tenemos a Floppy Tesouro, aunque ya la habíamos contratado mucho antes de que baile en el programa. En la obra la lanzamos como comediante y hasta va a tener un cuadro donde va a cantar, tratamos de sacar una nueva Floppy Tesouro.
Hoy en el rubro del espectáculo, todo lo que se acerque a lo popular está vinculado al fenómeno social de Marcelo Tinelli. Y a mí no me avergüenza tener gente del Bailando, de hecho he tentado laboralmente a Coki, pero ella priorizó su carrera solista.

¿Cuáles son las novedades para este año?
La propuesta va a ser absolutamente tecnológica. Vamos a tener un mapping, un sistema de luces sobre el escenario, similar al que se hizo en la fachada del Teatro Colón. Además de mí van a estar Sebastián Almada, Floppy Tesouro, Waldo Navia, Gustavo Gilbert y dos bailarinas.
Lo de mapping no es fácil, no es que apretás un botón y sale. Hay que pergeñar la obra tomando la medida de cada estructura, poniéndonos al mismo tiempo en cada lugar. Se necesita mucha gente para hacerlo y nos salió mucho más caro que haber contratado a una figura que corte entradas. Yo sé que el boca en boca de lo que la gente vea va a ser importante.

Además te escuché hablar orgullosamente de la marquesina que tendrá el teatro…
Sí, pasa que es una de las más grandes y lindas de Carlos Paz. Tiene una muy buena ubicación, ya que no está paralela a una calle, sino en la ochava.
Estamos contentos de hacer la obra en el teatro Zorba, un petit teatro con capacidad para  200 espectadores, aunque nosotros hacemos hasta 3 funciones diarias.

¿Cuál es el diferencial de ‘Un Show Pipí Cucú’, respecto de las demás obras?
La nuestra es una obra más económica, familiar, probablemente la mejor obra de humor de Carlos Paz.
Hay muchas familias que no tienen con quién dejar a sus hijos para ir a ver una obra de Sofovich o quizás, si tienen el poder adquisitivo para llevarlos, en determinados pasajes del show les tienen que tapar los ojos. En cambio, en nuestra obra se matan de risa, grandes y chicos. Nosotros apostamos a eso.

¿Por qué Carlos Paz y no Mar del Plata?
Cuando hice ‘La risa es bella’ por Canal 13, me puse a mirar el rating que dejaban las provincias. Ahí pude ver que gran cantidad de gente que miraba el programa era de Córdoba. Entonces a la hora de elegir un teatro me incliné por Carlos Paz. Y una vez que estuve ahí, me encontré con un teatro que para mi primera obra como productor calzaba justo. Por otro lado, creo que la gente de las provincias viaja más a Córdoba que a Mar del Plata, y que la gente del interior, cuando ve a un artista lo disfruta mucho más que alguien de Buenos Aires. Son más receptivos en el teatro, más agradecidos, te ponen en un lugar más mágico. Esa magia a mí me encanta, a veces salgo al escenario y ya siento el aplauso de la gente, o alguien que se ríe y yo suelo preguntar “¿de qué se ríe señora, si todavía no hice nada?”.
En el teatro Zorba, la primera temporada arrancamos con 12 mil personas, luego asistieron 15 mil, y este año queremos que sean 20 mil espectadores.

¿Está confirmado el 27 de diciembre como fecha de arranque?
Sí. Para esa fecha de diciembre tengo mucho trabajo, pero espero llegar con todo listo.

¿Freddy productor se está imponiendo a Freddy humorista?
No creo que deje el humor. Lo del programa es un lindo recreo que me tomo…

¿Y si te va muy bien?
Si me va muy bien, creo que mis actividades son compatibles. Puedo ser conductor y a la vez participar en un programa como humorista, de hecho estoy trabajando en el proyecto de regreso de ‘Matrimonios y algo más’.

¿Hay algo que todavía tenés pendiente en televisión?
No, creo que hice todo. Lo que sí, me gustaría reincidir con estructuras relacionadas al humor, volver con algunos programas. Pero producir un programa de humor hoy es muy caro.

¿Por eso no hay más programas de humor al estilo de antes?
Ahora los programas de humor son ‘Zapping’, ‘Televisión Registrada’ y lo logran con muy poco dinero, poniendo todo lo gracioso que sucedió en la semana, con un conductor y dos panelistas. Si con eso tenés rating y hacés reír a la gente, para qué vas a gastar en un programa en el que tenés que clavar madera permanentemente para armar decorados, ir a un hospital o a una comisaría para hacer gags.

¿Qué pensás de los humoristas espontáneos al estilo Mole Moli, que surgen a cada rato?
No son humoristas, son cómicos. El que hace de su comicidad una profesión, ese es un humorista. Ellos son cómicos y están respaldados por el fenómeno del reality, donde se puede ver las cosas tal cual son. Todas estas figuras, que aparecen con cosas graciosas que pertenecen a su vida real, tienen ese bonus track que nosotros como humoristas no tenemos. A veces los hechos son lamentables, pero suscitan a la risa, a la tensión.
La Mole Moli, por ejemplo, es un personaje extraordinariamente divertido y lo más lindo de todo es que es verdad, él es así, se mueve así, o de repente un día le quiere pegar a alguien.
La gente está ávida de saber que todo lo que está viendo es real, hay programas con cámaras en la calle mostrando lo que sucede. Sin ir más lejos, el rescate de los mineros fue un gran reality.

Freddy Villarreal se apropió totalmente de Federico Diego Pérez de Villarreal y no es de desaprovechar oportunidades. Si todo resulta como lo tiene planeado, es posible que lo veamos hasta en la sopa.

Coki Ramírez: “Marcelo es un tipo vulnerable”

Por Marcos Calligaris

“Estoy todo el tiempo ocupada, esto tiene un ritmo que no se puede creer”, justifica Coki al atender, luego de incontables intentos, la llamada de este periodista.
Se trata de Patricia Silvana Ramírez, la cordobesa que la Mole Moli le presentó a Marcelo Tinelli y cuyo cortejo online se convirtió en una de las novelas de mayor rating de la televisión argentina.

Ah sí, Coki también canta como los dioses. Así lo entendió Alberto Plaza ocho años atrás, cuando de paso por Córdoba la escuchó modular y se la llevó de gira. Algo también debió haberle visto Fito Páez, quien la acompañó cantando “Esquirlas”, en el disco debut que en 2007 la cantante editó bajo el título “Presente”. Y más cercano en el tiempo, quien quedó prendado con la voz de la chica del momento, fue Ricardo Montaner, quien gestión ‘tinellista’ mediante, la invitó a cantar en el Orfeo cordobés, en la tierra donde ella no había podido ser profetisa.
El éxito al fin llegó y de una manera que seguramente ella nunca esperó. Hoy la cordobesa es un personaje central de un programa cuyo staff se renueva vertiginosamente bajo el pulgar mágico de su creador y el dictamen de San Rating.
Por eso mismo, Coki Ramírez sabe que cuenta con una imperdible oportunidad de mostrar lo que sabe hacer. Y lo tiene bien claro: “Lo mío es el canto”, asegura. Por eso mismo ya está preparando su segundo álbum solista.
Mientras tanto ya tiene agendada la fecha de emancipación de su gran referente artístico, Alberto Plaza. Será el próximo 15 de octubre en la Vieja Usina, cuando Coki se despedirá como corista del chileno.

Volviendo al llamado, Coki me apura: “Dale, encaremos la nota que me están por venir a buscar para grabar”. Impensado. Impensado para quien hace menos de dos meses miraba (¿deseaba?) a Tinelli por TV.

¿Qué hacías exactamente una semana antes de ir a Bailando por un Sueño?
Estaba en Córdoba tranquila, llevaba una vida normal. Me levantaba por las mañanas, tomaba mates con mi vieja, iba al gimnasio todos los días y siempre tenía algo que hacer relacionado a la música. Cantaba en eventos y en pubs. Por esos días estaba buscando canciones para mi futuro disco y justo había armado unas maquetas de “Abrázame” y “Beso a Beso”, que fueron los temas que terminé haciéndole a Marcelo en vivo.

¿Veías el programa de Tinelli, o eras una típica detractora?
Siempre lo veía, porque más allá de que pueda haber algo que no te banques, siempre vi que había cosas divertidas, que todo el mundo se emocionaba. Es como cuando te regalan un libro y decís: “lo leo y tomo lo que a mí me sirve y me interesa”. Ahora puedo vivir todo eso en carne propia y lo veo como lo que es, un show.

¿Tu llegada al programa se venía gestionando o se dio de un día para el otro?
Yo vine un martes al programa. El sábado anterior, había estado cantando en un evento de una revista en Córdoba. Ese mismo día mi hermana se comunicó con Dáscola y le confirmaron que me iban a llevar a mí. No fue preparado, me vine el martes con una valijita súper pequeña y la Mole me decía en el avión “hija de puta, no te vas a inhibir al frente de las cámaras eh…” Yo me reía y le decía que se quedara tranquilo. De repente estaba sentada en un banquito en Bailando y se dio todo.

¿Te sentís parte del show, o lo tuyo pasa por otro lado?
Sí, me veo metida dentro ese show. Aunque el primer día que pisé el estudio fue de sorpresa, no estuvo planificado, Marcelo no me había conocido detrás de cámara. Pero si bien me veo metida ahí, lo mío nunca fue un show, yo siempre fui con la verdad. A mí Marcelo me encanta, yo veía el programa en mi casa y decía “cómo me encantaría estar al lado de ese tipo, decirle cosas al oído y que se enamore de mí.”
Más allá de lo que me pasa con él, que es real, sé que ahora soy parte de un show, que se ha convertido en una especie de telenovela y está bárbaro. Igualmente, yo sigo firme en mis pensamientos, que quiero estar con Marcelo.

¿Hubo algún avance en estos últimos días?
En el programa hubo algunos, en la vida real no. Yo creo que hay química, aunque también creo que a los cincuenta años y soltero, Marcelo tiene química con cualquiera. (Risas) Estar rodeado de mujeres es el sueño del pibe, de todos los hombres, y creo que yo no soy una mujer tan despreciable como para que él no tenga química conmigo. De todos modos, la química se da entre dos, a mí me ha pasado que se me acerque un hombre y que no me pase nada. Yo siento en él una química que responde, no es sólo de mi parte.

¿Es cierto que detrás de cámara Tinelli se relaciona con muy pocas personas?
Antes que nada, lo poco que lo conozco en la vida real, me parece un tipo macanudo. Es una persona común y corriente que maneja un imperio. Así que es entendible que entre y salga corriendo del programa, además maneja varios proyectos. En los cortes me ha tocado quedarme con él y charlamos de la vida, de todo. Es un tipo divino, inteligente, y desde mi punto de vista también lo veo vulnerable en algunas cosas. No lo veo inseguro, él es un convencido de que todo lo hace bien, pero a veces lo veo un poco vulnerable.

Da la sensación que luego de participar en Bailando, se puede sacar visa para hacer lo que se quiera en el mundo mediático argentino. ¿Te ves como actriz, como vedette, o lo tuyo es el canto?
Eso me estuve planteando estos últimos días, estoy en una situación en la que podría elegir qué hacer. Pero yo tengo muy claro que soy cantante y voy a seguir siéndolo. No quiero decir “nunca sería tal cosa”, porque me he dado cuenta que está muy bueno bailar y me gustaría aprender de todo.

Cantando por un Sueño


Luego de su sobreexposición mediática en ShowMatch, Coki Ramírez cuenta con la no fácil tarea de definir su futuro artístico. Para esto, cuenta con una ventaja: su amor por el canto es innegociable.

Los correambulancias mediáticos deben estar a la orden del día… ¿tenés alguna propuesta para el verano?
Hasta ahora lo único concreto es la producción de un disco en Miami con Alberto Plaza. Quiero que salga en el verano y lleva su tiempo, no es cuestión de agarrar diez versiones, ponerle la voz y sacarlos. No hay que engañar a la gente, yo cuido mucho mi carrera de canto y quiero hacer un disco muy profesional.

¿Cómo lo conociste a Alberto Plaza?
Alberto fue a dar un show a Córdoba y yo no lo conocía, pero lo fui a ver con mi hermana. Me pareció espectacular y salimos llorando de un show súper emotivo. Al otro día me llamaron los productores del videoclip de la canción “No me creas”,  que se estaba filmando en Córdoba, y me dijeron que me llegue hasta el lugar para ver si surgía alguna posibilidad. Fui, le hice escuchar a Alberto dos canciones y se quedó fascinado. Luego de un tiempo me llamó y me dijo “prepará la valija porque nos vamos a Chile”. Sacó a todas sus coristas y me dejó a mí.

 Te despedís como corista suyo en Córdoba…
Sí, va a ser el 15 de octubre en la Vieja Usina.

¿No te parece un final soñado?
Sí, es el final soñado. A esto lo hablo todos los días con él. Despedirme con Alberto en la Vieja Usina, haciéndole los coros y cantando a dúo, con el cariño de la gente, es increíble.

Además, como se dijo del show en el Orfeo junto a Montaner, mucha gente va a ir al espectáculo por vos…
Ojalá, qué más quiero que llenar la Usina yo sola.

¿Qué dice Alberto Plaza de todo lo que te está sucediendo?
No lo puede creer, está feliz de la vida. Creo que no hay persona en este mundo, luego de mi familia, que me conozca más que Alberto. Tenemos una relación muy linda, nos entendemos artísticamente, y tenemos una conexión con el universo, que cada vez que pienso en él, él piensa en mí. Me dijo que me ve en la tele, que salgo tal cual soy y que si yo era feliz, él también.

En el medio también grabaste con Fito Páez, nunca estuviste tan lejos de pegarla…
Sí, esto no me agarró desprevenida, eso es lo que me pone contenta. Tengo ocho años de escenario, más allá de haber estado en el coro, tenés contacto con todo, desde el manejo del escenario hasta cómo se conecta un cable o manejar la consola de sonido. Yo no era conocida, pero no soy novata en esto y por eso hoy puedo estar a la altura de las circunstancias y cantar a dúo con Ricardo Montaner, por ejemplo. En ese caso, fue un regalo de Marcelo, pero luego había que cumplir y quedar bien. Creo que Ricardo se dio cuenta de mi profesionalismo y me lo agradeció.

Recientemente declaraste en una revista porteña que ya estabas estresada por el reconocimiento y que  te hacía mal la envidia en el ambiente. ¿Es el precio que hay que pagar?
El éxito tiene un lado agotador que te estresa. No lo puedo creer, pero no puedo caminar por las calles.
No es fácil de repente salir a la calle y que toda la gente te reconozca. No es por ofender a la gente, porque la gente te apoya y uno tiene que devolver eso, pero hay momentos en que uno necesita intimidad, como cualquier persona. A veces no le puedo contestar a alguien, o le digo “ahora no te puedo firmar un autógrafo” y la gente se enoja. Es complicado, imaginate que a veces te estás por meter un pedazo de hamburguesa en la boca y la gente te rodea, o querés ir a la farmacia a comprar toallitas femeninas y tenés cincuenta chicas viéndote.
La verdad que es un poco cansador, y si decís eso, empiezan a decir que te subiste al caballo y nada que ver. Yo trato de hacer oídos sordos y ni prendo el televisor.

¿Sentís que naciste de nuevo o te tomás todo esto de forma natural?
Por momentos no lo puedo creer y por otro lado la gente que me conoce sabía que yo venía preparándome para algo así. Aunque a veces te podés pasar una vida preparándote y el momento nunca llega.
Lo que sí, me siento tocada por una varita mágica y creo que tengo que devolverle al universo todo lo que ha hecho por mí. Creo mucho en eso, uno le dispara al universo sus deseos, sus anhelos y el universo se encarga de cómo hacer para que uno los alcance.

Una más que leyó “El Secreto”…
Sí, leí “El Secreto”. Creo firmemente en eso y le recomendaría a la gente que también crea, pero que se lo crea de verdad. No hay que pedir disparates, yo no estoy pidiendo una limusina verde loro, yo pido lo que de corazón sé que vine a hacer a este mundo, que es cantar y emocionar a la gente. ¡Ojo! Capaz que si pido una limusina verde loro, el universo me la da. (Risas)

¿Algún día vas a revelar los secretos que le decís a Marcelo o son irreproducibles?
Son irreproducibles, pero no por el contenido, más bien porque es algo entre Marcelo y yo, y quedaría muy mal de mi parte contarlos. Es por un tema de códigos, creo que si él los contara, yo me embolaría un poco.
Le dije cosas lindas que a cualquier hombre le gustaría escuchar.

Alguien le recuerda a Coki un compromiso que tiene que cumplir. Tras asentir, la cantante se despide gentilmente con su indeleble tonada cordobesa. Será en medio de la vorágine que deberá tomar decisiones fundamentales para el devenir de su carrera.

 

La trama circular

Por Marcos Calligaris

Escena 1: Bruto y César

Julio César se cubrió la cabeza con su manto para no verlo. Según cuenta Plutarco “todos debían participar”. Y allí estaban ellos. No eran sicarios quienes le causaban heridas de cuchillo, eran senadores, ilustrados representantes en los que recaía la soberanía nacional, los más ricos, fueron ellos quienes eligieron la Curia, la sede del Senado para cometer aquel magnicidio.

César intentó huir, pero los conspiradores eran demasiados, al menos sesenta, según Eutropio y Suetonio. Las puñaladas llovían por todos lados: dos, cuatro, nueve, quince, ¡veintitrés! Intentó huir, pero la sangre corría por su cara y lo cegaba. Tropezó y cayó.
¡Socorro, hermanos! gritó, pero parecía inútil, nadie lo defendía. Entonces se cubrió la cabeza con la toga para no verlo a él, su hijo del corazón que se hacía presente.
El 15 de marzo (idus de marzo para los romanos) del año 44 antes de Cristo había llegado. La conspiración contra el líder político y militar de la República romana tardía se estaba ejecutando a la perfección.
Marco Junio Bruto se acercó lentamente y vio de cerca cómo sus correligionarios apuñalaban al hombre más poderoso de Roma, quien fuera amante de Servilia Cepionis, su madre y a quien muchos señalaban como su legítimo padre.
Pudo echarse atrás, pero él era nada menos que el jefe moral de la conspiración. “¿Tú también, Bruto?” fueron, según la versión shakespeariana, las últimas palabras de César al reconocerlo. Y aquí nace el mito de un célebre susurro. “Sic Semper tyrannis” (Así siempre a los tiranos), habría sido la respuesta al oído de Marco Bruto, quien acto seguido y con vigor revanchista le asestó una estocada mortal a la altura del tórax, precipitando así la muerte del Dictador de la República Romana.
César cayó por fin a los pies de la estatua de Pompeyo y los conspiradores huyeron desbordados de excitación, tal como lo pintó Jean-Léon Gérôme en Muerte de César (1867).

 

Escena 2: Booth y Lincoln

John Wilkes Booth entregó las riendas de su caballo y entró al Teatro Ford por el lugar donde lo hacían los artistas. Aquella noche no tenía función, pero su gran reputación y popularidad como actor le sirvieron de pasaporte para ingresar a lo que sería su más trascendental performance. Estaba preparado para derramar sangre.

Promediaban las nueve de la noche del 14 de abril de 1865 en Washington D.C. Un viernes santo que de santo no tuvo nada. La Guerra de Secesión había llegado a su fin cinco días antes. La ‘Unión’ habido triunfado sobre la ‘Confederación’, o el Norte sobre el Sur, o Abraham Lincoln sobre Jefferson Davis. El gigante del norte había logrado por fin la Integridad Territorial, la Abolición de la Esclavitud y a partir de ese momento comenzaría la Era de Reconstrucción, que conduciría a los Estados Unidos a convertirse en la gran potencia de nuestros días.
Pero John Wilkes Booth no podía soportarlo. Confederado hasta la médula, lo planeó todo sigilosamente. La venganza corría por sus venas, el sur sería vengado.
El show comenzó. Aquella noche era el turno de la pieza teatral Our American Cousin. Booth conocía perfectamente el teatro y rápidamente pudo ubicarse a un costado del palco presidencial. Su oído atento aguardó la escena exacta, aquella que habitualmente provocaba la hilaridad del público. Mientras tanto, en el bolsillo de su traje empuñaba fuertemente su pistola Derringer.
De repente las risas estallaron, John Wilkes Booth irrumpió en el palco y sin mediar palabras le voló los sesos al Presidente de los Estados Unidos de América. Abraham Lincoln se desplomó sobre su silla, la muerte lo había sorprendido por la espalda a los 56 años, de nada le serviría a su fuerte corazón latir algunas horas más.
La primera dama, Mary Todd Lincoln junto a Henry Rathbone y Clara Harris, quienes los acompañaban, intentaron detener al asesino, pero Booth hizo gala de su talento actoral y descendió al escenario prendido del telón. El peroné de su pierna izquierda estalló en veinte, pero cuchillo en mano escapó entre el gentío al grito de ¡Sic Semper Tyrannis! Aquella frase de Bruto volvía a sonar.

 

Escena 3: Souto y Berardi

“¡Ayudame, me persiguen!”, rogó Matías aterrado. Intentó abrir la puerta de un Peugeot 405 que oficiaba de remis, pero el chofer huyó espantado.
Minutos antes le había gritado desesperadamente a una kiosquera y a su clienta: “¡Llamen a la Policía, me tienen secuestrado!”, pero ellas lo ignoraron al igual que Simón, un vecino que regresaba a su casa con su hija de dos años, a quien la víctima pidió infructuosamente prestado el teléfono. Matías siguió corriendo.
Aquella noche del 28 de septiembre en Campana, la muerte había alquilado el traje del uruguayo Richard Souto y lo perseguía obsesivamente a bordo de un Chevrolet Astra. Como una ironía de la vida, fue a la altura del cementerio de Benavídez donde Matías fue alcanzado. Atrás de la tapia el mundo de los muertos; de este lado Richard Souto y su cuñado Néstor Maidana; entre ambos un personaje que no podría evitar una repetida escena mortal. Su esperanza de vida se reducía ahora a un salto, el que sin suerte intentaría dar por encima del auto.
El día anterior Matías había salido de su casa de Ingeniero Maschwitz cerca de las 21.30. Al otro día debía ir al colegio, por lo que su papá Juan Pablo le entregó 100 pesos para que volviera en taxi.
Qué bien la debió pasar en aquel boliche de Pilar. Si nos trasladamos a Pachá e intentamos verlo desde arriba, ahí está él. Lo vemos en cámara lenta, sonríe, baila con sus amigos. Las luces lo confunden por momentos y la música le acelera las pulsaciones, lo incita saltar. Está feliz, a los 16 años no hay otra forma de vivir.
¿Por qué no volvió en taxi como le pidió su papá? No lo sabremos. En cambio subió a una combi que lo depositó en ruta 26 y Panamericana, para su mala suerte, el sector donde una familia-banda de secuestradores esperaba agazapada el paso de su presa.
Matías perdió su libertad, se ignora cómo. Ocho veces la llamaron a María Inés, su mamá, para pedirle dos mangos a cambio de su vida. “¡Mamá, mamá!”, pudo escuchar ella de fondo y su corazón de desgarraba.
Matías Berardi tiene la vista perdida. Es la madrugada del 29, él apenas lo sabe. Richard Souto y Néstor Maidana están enfurecidos y ya ni piden rescate. En aquel descampado de la ruta 6 lo obligan a arrodillarse. Matías piensa en que estuvo a punto de zafar, primero los vecinos no le creyeron, cómo creerle si los secuestradores lo perseguían al grito de “¡Es un ladrón!”. Luego pudo haber saltado por encima del Astra… pero de repente un fuerte dolor en la espalda le nubla los sentidos. Richard Souto había accionado su revólver calibre 11.25. Si alguna esperanza quedaba, aquel temblor volvió a sonar.

 

Escena final: Fantasma de Borges

Achinaba los ojos y rozaba la hoja con la punta de su nariz. El esfuerzo para leer lo que escribía era por momentos sobrenatural, la ceguera avanzaba lento pero inexorablemente.
Jorge Luis Borges aceptaba la situación con serenidad y así lo hizo saber en el Poema de los dones: “Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche”, escribió.
A esa altura Borges ya sabía que aquella colección de relatos y poemas que venía concibiendo se llamaría “El Hacedor” y que se los dedicaría a un poeta cordobés, Leopoldo Lugones.
Aquella noche de 1960 la muerte de Julio César rondó por su cabeza, una muerte que no era ajena a las muertes más vigentes y tuvo la certeza -recurrente en su obra- de que el ser humano repetía una y otra vez la misma trama.
Entonces decidió hacer un descargo. Empezó por el título: “La trama”. Luego prosiguió:
Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: “¡Tú también, hijo mío!” Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): “¡Pero, che!”. Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

 

Epilogo

La tragedia del hombre es asesinarse a sí mismo.
La misma escena se repite día a día en Alta Córdoba o en Campana, en Roma o en Washington.
Lo dijo Borges, somos personajes que repetimos las tramas de nuestros predecesores.
Estamos condenados a girar eternamente sobre el principio de la circularidad del tiempo.

Jorge Drexler: “El éxito es una variable de la muerte”

Por Marcos Calligaris

Suena el teléfono en Madrid. Cae la tarde en la capital ibérica y el que atiende es Jorge Drexler. El cantautor montevideano descansa en su casa previo a la larga gira que en septiembre lo depositará en Argentina, para presentar su show.

Cantante, compositor y también médico otorrinolaringólogo, Drexler lleva ya quince años viviendo en España, donde ha desarrollado lo más importante de su carrera artística. Con una decena de álbumes editados, sus canciones han sido grabadas por artistas de la talla de Ana Belén, Rosario Flores, Pablo Milanés, Ketama, Jovanotti, Jaime Roos, y la tanguera Adriana Varela, entre otros.

Autor de éxitos como ‘Horas’, ‘Me haces bien’ o ‘Todo se transforma’, el gran salto mundial lo dio en 2005 cuando obtuvo el Óscar a la ‘Mejor Canción Original’ por el tema ‘Al Otro Lado del Río’, compuesto para la película ‘Diarios de Motocicleta’ y que lo convirtió en el primer artista latinoamericano en recibir el prestigioso galardón por una canción en español.

‘Amar la trama’ se llama su último disco, al que el propio Drexler define como “el registro de un evento, la interacción de un grupo de personas que se junta para hacer música en el cuarto de una casa”.

Ese trabajo es el que podrá apreciarse en Quality Espacio. “Tengo muchas ganas de ir por Córdoba. Es un territorio que me hace acordar mucho a la mentalidad autonómica que hay en España. Tienen sus propios códigos, su propia manera de hablar, su propia visión del mundo, su historia muy antigua, muy propia. Tocar ahí es siempre una experiencia muy diferente a la de tocar en Buenos Aires”, afirma palpitando el show.

¿‘Amar la trama’ surge a partir del primer corte ‘La trama y el desenlace’, o ese concepto fue el punto de partida en el proceso creativo?
El título es lo último que pongo en los discos. Como los míos no suelen ser discos conceptuales, el título aparece al final, cuando te ponés a pensar qué tienen en común las canciones. Así fue cómo surgió la idea del trayecto y el punto de llegada, que en realidad es una idea muy poco original en el pensamiento mundial, porque el hombre siempre se ha dado cuenta rápidamente que lo que importaba era el camino, más que el lugar de llegada.

En ‘la trama y el desenlace’ hacés alusión a Éric Rohmer. ¿Te sentís identificado con la nouvelle vague francesa?
Me gusta mucho Rohmer de casualidad, por una amiga que es profesora de cine francés y que veía todos los días una película de él. Si bien no estoy familiarizado con toda la corriente, Rohmer me flechó, me mató. Sus películas están centradas en lo que pasa subterráneamente, en lo que pasa en el momento, en la interacción entre las personas. Por eso se me ocurrió citarlo, cuando veía una película suya decía “no pasa nada y no sé por qué, pero me encanta”.
También me gusta otro tipo de cine, pero la idea de dos personas que simplemente van caminando por la ciudad me hace acordar a la vida misma, que es eso, un tránsito.

Podría decirse que tu nuevo álbum es un momento indeterminado en la vida de alguien…
Eso es importantísimo para mí. Uno dice “se casaron, vivieron felices y comieron perdices”. Perfecto, pero me interesa saber qué pasó a la mañana siguiente, qué pasó a los tres meses.
‘La trama y el desenlace’ habla de eso. Se trata de ir, de venir, de estar en fase con una persona, a veces perderla y volverla a retomar. Toda la canción está basada en una anécdota mínima: dos personas están caminando juntas y de repente una de ellas cambia su paso para ponerlo en fase con el de la otra persona. Toda la canción gira en torno a ese instante, tiene una estructura temporal muy rara, parecida a la de “Todo se transforma”.

Podría decirse que con el Óscar en mano llegaste a una especie de prematuro final feliz en tu vida artística… ¿Sentiste la necesidad de reinventar el día después?
Creo que lo más importante de tener éxito para mí, fue darme cuenta para lo poco que sirve y comprobar lo malo que es el mundo de las expectativas. Con las expectativas suceden dos cosas, si no se cumplen viene la frustración y si se cumplen, soportás el vacío que traen. Imaginate si toda mi vida desde chico me pasaba preparando el discurso para cuando me entregaran el Óscar… Luego de que sucede, te invade una sensación de vacío muy rara. O bien aprendés algo relativizando lo que pasó, o te volvés loco pensando en que eso es lo máximo a lo que has aspirado en tu vida. O bien te la creés y te volvés una especie de persona insoportable. Hay que tener mucho cuidado.

Además ‘éxito’ es una palabra muy desagradable. Siempre me gusta recordar que en medicina se utiliza como sinónimo de ‘muerte’. ‘Éxito’ viene del latín ‘exitus’, que significa salida, y cuando los médicos no quieren que el paciente se entere que se está por morir, dicen: “el paciente va hacia el exitus”. Y para mí. De alguna manera el éxito es una variable de la muerte. Es algo que se congela, te dan un título. Si te lo creés es muy malo y si no te lo creés es bueno, porque te das cuenta que no  hay territorios conquistados, que es una pelea diaria por la inspiración, por afinar, por encontrar el ritmo, por sentir lo que uno canta.
El Óscar me sirvió mucho para darme cuenta lo que no quería ser.

¿Con este álbum sentís que te sacaste una mochila?
Sí. Un día estaba sentado en una mesa con mi amigo Ben Sidran. De pronto él levantó una copa de vino y me dijo: “You know my friend, life doesn’t get much better than this” (Sabés amigo, la vida no se pone mucho mejor que esto). Esa frase parece pesimista, pero en realidad asumir que lo que tenés entre manos es suficiente, debe ser la cosa más reconfortante que debe haber. Es saber decir “ya está, esto está tan bien, que hay que disfrutarlo, no hay que esperar que se ponga mejor”.

En el disco participan tu mujer, Leonor Watling, tu hijo Pablo y el más chico, Luca, quien aparece a modo de musa. También hay temas grabados en tu casa ¿Es tu álbum más intimista?
Sería muy fácil para mí decirte que en este último disco puse todo. En todos los discos puse todo lo que tenía. En el anterior –‘12 segundos de oscuridad’- que está escrito en Cabo Polonio, metí vivencias muy íntimas, las tenía escritas en centenares de archivos chiquititos de viajes en aviones, o momentos raros y difíciles de mi vida.
La misma sensación tuve en ‘Eco’, un álbum donde pensé que lo había dado todo. Nos metimos un mes entero en un estudio de Uruguay con unos músicos increíbles. Luego fuimos a España y estuvimos otro mes más…
Lo que sí es diferente en este disco es que definí algo importante para mí. El disco de alguna manera dice “esto es lo que hay”. Y lo que hay para mí en este momento es Madrid. Por más que ame a Montevideo, que es mi ciudad principal, en este momento estoy viviendo en Madrid, ya desde hace mucho tiempo. Entonces abrí los ojos y dije “lo que tengo a mi alrededor es precioso”. Y lo que ves en ese álbum es lo que tengo acá: mi grupo de amigos, los músicos, mi familia…

En ‘Tres mil millones de latidos’, decís: “Hay gente que es de un lugar. No es mi caso,  yo estoy aquí de paso’. ¿Es una metáfora con respecto a tu vida o al hecho de vivir en otra patria?
Si ves en la pregunta, vos mismo hacés la distinción entre los verbos ‘ser’ y ‘estar’. Es una canción metafórica, no habla tanto de algo geográfico, sino del hecho de estar de paso en el mundo.
Tres mil millones es el número de latidos que da un corazón humano promedio. Es un número enorme, si contás mientras estamos hablando vos y yo, lo hacemos a un promedio de ochenta latidos por minuto, pero en tiempo geológico es nada, un guiño. Creo que tener esa perspectiva ayuda a relacionarse con los demás, con el planeta, con la historia de uno.
Por supuesto que yo soy motevideano, me crié en el barrio de Punta Gorda y sé perfectamente quienes son mis hermanos, pero se trata de soltar un poco el lastre de la pertenencia.

Viajar por el mundo con la música ¿te cambió la forma de pensar?
Viajar te hace ver el mundo desde los dos lados. Te quita arraigo y te da perspectiva.
Al disco anterior lo presentamos en 16 países de Latinoamérica y me quedan muy pocos lugares donde no he tocado, Bolivia y Ecuador. Eso hace que cuando vuelvo a Uruguay, veo las cosas realmente en otro contexto.

En cuanto a lo estrictamente musical, en el disco hay una notable ausencia de la electrónica. ¿Qué buscás con la utilización de instrumentos ‘reales’?
Generalmente los discos están hechos por partes, como un collage. A veces los músicos ni se conocen entre sí, van un día cada uno a grabar. Hay un punto de fuga que es la cabeza del constructor, el arquitecto que  lo va diseñando. En esos casos, el resultado final es tu elemento, lo que buscás.
Pero en el caso de este disco, lo que se registra es la interacción de las personas, no las pistas de los instrumentos, sino lo que los une entre sí. La materia prima de ‘Amar la trama’ es la comunicación y lo que se registró es un evento, el evento de quienes están haciendo música en una habitación. Es un disco que no tiene metrónomo, que se mueve en el tiempo.

Al álbum lo acompaña un DVD donde se puede ver claramente esa interacción entre los músicos…
Sí, para mí el disco no se entiende sin el DVD. Siempre tuvimos la sensación de estar grabando algo más que un disco. Y como el eje era la interacción, preferiría que no se escuchara el disco sin haber visto el DVD.

¿Te genera algo especial cantar en Córdoba?
Tengo muchas ganas de ir por Córdoba. He tenido experiencias preciosas con cordobeses, como aquella vez que vino a cantar conmigo un coro de maestras rurales.
Córdoba es un territorio que me hace acordar mucho a la mentalidad autonómica que hay en España. Tienen sus propios códigos, su propia manera de hablar, su propia visión del mundo, su historia muy antigua, muy propia. Tocar ahí es siempre una experiencia muy diferente a la de tocar en Buenos Aires, por ejemplo. Algo muy parecido me pasa en Rio Grande do Sul (Brasil), o en las autonomías españolas. Es gente que le da mucha importancia a la identidad de sus regiones.

La invitación está hecha. El 22 de septiembre en Quality Espacio Jorge Drexler tendrá la oportunidad de mostrar en vivo el proceso que lo llevó concebir su último disco.

Axel Caniggia, el hijo artista de Claudio Paul

Por Marcos Calligaris

Toma el pincel Axel Caniggia. El hijo del “hijo del viento” tira una gambeta al aire con la brocha, escoge el rojo, lo salpica con blanco y deja atrás el tendal de colores. ¡Siempre Axel Caniggia! Encara el lienzo ¡viva el arte! Se para frente al atril, levanta la cabeza, va a trazar… ta-ta-ta-ta-ta-ta… ¡Es una obra de arteeee!

La brillante carrera del ‘Pájaro’ Caniggia llegaba a su fin. Hacía poco que había firmado para los Glasgow Rangers de Escocia, cuando en 1991 recibió la noticia de que iba a ser papá. “Es un varón”, le dijeron. Un varón que recibió el nombre Axel. ¿Será delantero como el padre?, se habrán preguntado muchos.

Seguramente al mejor socio futbolístico de Diego Maradona tampoco se le cruzó por la cabeza que 18 años  más tarde, lejos de una cancha, asistiría a las exposiciones de arte de su pequeño.

Resulta que el mayor de sus tres hijos, fruto del matrimonio con la mediática Mariana Nannis, es un virtuoso artista. Y referentes mundiales de la materia como Helmut Ditsch, han dado el visto bueno a su talento.

De tal palo, ¿tal astilla?

Según cuenta el propio Axel, comenzó a garabatear desde muy niño, en el marco de una infancia un tanto movida, merced a los constantes pases futbolísticos de su padre, que por entonces paseaba sus goles y familia por Italia, Portugal, Escocia y Estados Unidos, hasta que finalmente se estableció es España, donde residen actualmente.

Fue justamente en la península ibérica donde Axel decidió consagrarse plenamente a la pintura, tomando clases en el taller del pintor surrealista Pablo Gracia López, “Alexis”. Poco a poco Axel Caniggia fue desarrollando sus condiciones innatas y definiendo su estilo, volcándose de lleno hacia el arte realista e hiperrealista, en un afán casi obsesivo de reproducir hasta el mínimo detalle de una imagen.

Pronto llegó su primera exposición. Con tan sólo 17 años y en una velada glamorosa y cuidadosamente organizada por sus padres, Axel presentó su muestra “Born from Nature”, en el lujoso Ritz-Carlton Villa Padierna, de Marbella. Y en octubre tiene fecha para presentar sus trabajos en Buenos Aires, su ciudad natal.

Desde la lujosa mansión donde reside junto a sus padres en Marbella, Axel atiende nuestro llamado.

 

¿Recordás el instante en que te comenzaste a interesar por el arte?
Por lo que recuerdo dibujé siempre, desde niño. Digamos, desde los 12 ó 13 años.

¿Cómo te sentiste en aquella primera exposición en Marbella?
Pues emocionado, supongo.

¿Cuándo vas a exponer en Argentina? ¿Qué vas a mostrar?
En Argentina tengo una exposición en octubre. Voy a presentar obras al olio y dibujos.

Si tuvieras que definir tu estilo, ¿cuál sería?
Mi estilo podría considerarse realismo o hiperrealismo.

¿Cuál es a tu criterio tu obra más lograda?
No sabría opinar sobre mi trabajo, ni me gusta. Todas las obras tienen algo diferente

Helmut Ditsch elogió tu trabajo desde la pintura. Pero Uri Geller es un mentalista y ha afirmado que “sos un pintor brillante, con un gran futuro”. ¿Cómo se dio tu contacto con él?
Lo conocí a través de amigos que tenemos en común.

Nombrame artistas que admires.
Vermeer, Luciano Ventrone, Helmut Ditsch y muchos más.

Residís actualmente en Marbella, ¿En qué otra ciudad te gustaría vivir?
No sé,  donde me lleve el destino.

¿Qué opinan tus hermanos de tu actividad?
No, ellos no opinan nada.

¿Quién apoya más tu carrera, tu papá o tu mamá?
Cuento con el apoyo de ambos.

¿Aceptás opiniones de Claudio y Mariana en tu vida artística o sos más bien independiente?
No pueden opinar mucho, pero acepto lo que me dicen, cualquier artista es independiente si no es manipulado. 

A la hora de hablar de tus obras, la prensa se refiere a vos como “el hijo de Caniggia”. ¿Creés que la popularidad de tu padre puede ser una ventaja o un obstáculo?
Tener talento significa una ventaja, o lo tenés o no lo tenés. Si quieren llamarlo una ventaja  (al hecho de ser el hijo de Caniggia) pueden hacerlo, pero yo pinto, no juego al futbol. Esa comparación sólo se hace en Argentina, no en otros lugares.

¿Cuál es tu meta con la pintura?
Que algún día mis obras sean reconocidas y pintar toda la vida.

¿Alguna vez te imaginaste jugando al fútbol?
No, nunca.  El fútbol no me atrae mucho.

No destroza redes en las inferiores de un club, pero para su temprana edad, Axel Caniggia ‘la rompe’ pintando. Y si hacer lo que a uno le gusta es una conquista, este joven pintor ya obtuvo una gran victoria en la vida.

“Llama la atención su intención”

Por Gerardo Pierini, artista plástico

Gracias a su disciplina y extrema dedicación, el joven artista consigue
plasmar a través de sus pinceladas la belleza de las cosas, usando técnicas
de luz y color.
Axel muestra que su técnica es excelente y aún no tiene techo por su juventud y apego al trabajo, además de sus aptitudes innatas.
A pesar de lo dicho se observa que su obra puede encontrarse a mitad de camino hacia una imagen propia, potente y claramente definida.
Esto mismo se puede detectar en el gran desarrollo de temas que viene mostrando hasta el momento, principalmente en su página web. En tal sentido, exhibe una diversidad de temas sin profundizar, saltando de unos a otros sin intención aparente, sin seguir una continuidad en el trato de dichos temas, no permitiendo de este modo visualizar sus progresos en la dificultad y jerarquías.
En definitiva, lo que más llama la atención de su obra es su intención, lo que no resulta un dato menor ya que el talento lo posee y es dedicado al trabajo. El camino hacia una definitiva imagen propia, independiente de la tutela de sus grandes maestros, lo “pillará” trabajando.

El mundo según Mike Amigorena

Por Marcos Calligaris

¿Es o se hace?
Que Mike Amigorena es un tipo extraño, no es ninguna novedad.
Nunca les cerró a quienes lo veían elegantemente trajeado encarnando a Martín Pells, mientras por las noches, travestido, se instalaba en la piel de una maquillada azafata para cantar covers con su banda, “Ambulancia”. “Si no les cierro es problema de ellos, yo soy así”, espeta a propósito, con aire desinteresado.
Acostumbrado tiene a los medios con ese tipo de respuestas que no siempre son las esperadas. Que lo que más le gusta de una mujer son las tetas; que le gusta “hacer nada”; que Francis Ford Coppola -quien lo convocó para trabajar en una película- es “un cero”; que no le piensa contestar a este periodista qué le atrae de su novia Carla Peterson… Continue reading

Nelson Castro: “Están surgiendo medios afines al Gobierno”

Por Marcos Calligaris

La dinámica política y la falta de consistencia del arco opositor han acrecentado en los últimos años la figura de los periodistas. El Gobierno nacional se ha visto envuelto en una cruenta batalla frente al llamado cuarto poder, al cuál en reiteradas oportunidades situó en la vereda opositora, alimentando sin querer su nivel de exposición.

Uno de los periodistas que se ha visto ‘beneficiado’ con esta situación es Nelson Castro, una de las voces más respetadas del periodismo político argentino y quien asegura no sentirse nada cómodo con el mote de antagonista. “Yo no soy opositor, soy crítico del Gobierno. En mi actuación durante los años del menemismo y la Alianza fui igualmente crítico como Continue reading

Los secretos de Soledad Villamil

Por Marcos Calligaris

And the winner is… ‘¡El secreto de sus ojos!’

Las palabras de Almodóvar retumbaron en el Kodak Theatre de Los Ángeles y en lo más profundo de quienes formaron parte del histórico film de Juan José Campanella.

A miles de kilómetros, Soledad Villamil se enteraba por televisión. El Oscar a la mejor película extranjera sería para la protagonista “la consolidación de un camino”. Un camino trazado a fuerza de sacrificio.

Nacida en La Plata en el ‘69, Soledad se acercó al arte cuando era pequeña, estudiando varios instrumentos hasta que pronto conocería la actuación, una actividad que rápidamente se convirtió en su profesión.

Casi sin darse cuenta, la joven artista se encontró combinando actuaciones en teatro, cine y televisión, aunque la música nunca dejó de ocupar un lugar importante en su vida.

Luego de incontables temporadas teatrales, ciclos televisivos y no tantos protagónicos en la pantalla grande, llegó el llamado de Campanella y la avalancha mediática que generó la premiada película del director. Villamil aprovechó esa alta exposición para apuntalar su faceta más reciente, la de cantante.

Sin embargo la actriz se encarga de aclarar que su actividad musical ya se venía afianzando antes de ‘El secreto’. “Mi proyecto musical se venía consolidando con un primer disco que tiene un premio Gardel y buen reconocimiento, pero por supuesto que todo lo que tiene que ver con la repercusión de la película en alguna manera apoyará”, reconoce.

Mientras presenta ‘Morir de amor’ por todo el país y se prepara para cantar en Europa, Soledad se toma un tiempo para reflexionar sobre lo que está viviendo.

¿Cómo te definirías musicalmente?

Yo abordo un repertorio que tiene que ver con música popular rioplatense, ese rango de géneros musicales que van del tango a la milonga, el vals, la chamarrita, la ranchera y particularmente, en ‘Morir de amor’, al tratarse de un disco de canciones de amor, también hay un bolero y una copla española.

¿Cuáles son tus referentes musicales?

Lo que yo escucho y he escuchado toda mi vida es muy variado. Tiene que ver con el jazz, con la música clásica, con el rock, el pop. Yo no hago un repertorio de lo único que escucho, sino que trato que la música se vea reformulada con todo lo que ha ocurrido en estos últimos años y por lo que yo he vivido con respecto a otros géneros musicales. De todo, uno va haciendo una síntesis.

Sabés tocar varios instrumentos. ¿En los shows ejecutás alguno?

No, en el espectáculo soy cantante, interpreto canciones y el instrumento es mi voz. Estoy acompañada por un cuarteto de guitarras, percusión, contrabajo y bandoneón.

¿Estudiar música fue una decisión propia o alentada por tus padres?

Fue una combinación. Por un lado fue una decisión propia, pero siempre alentada y muy sostenida por mi familia, como todas mis elecciones artísticas. Por suerte me crié en un ambiente familiar en el que, al contrario de lo que puede ocurrir en otros casos, no resultaba mala palabra elegir alguna carrera artística.

Cine, televisión, música, teatro… ¿Podés elevar alguna de estas actividades por sobre el resto?

No podría elegir una cosa por encima de la otra. Yo me considero una artista intérprete que se vale de diferentes herramientas para desarrollar un trabajo y su arte. Todo va permitiendo que yo me desarrolle cada vez más.

¿Pero alguna actividad te causa más placer, o no se puede medir?

No, no se puede medir. En cada proyecto en que me involucro es porque realmente me genera un deseo y una pasión muy grande. Entonces, a la hora de estar haciéndolo, no es que está uno por encima del otro, simplemente son distintos momentos.

Por supuesto que la canción, que es algo que apareció en mi trabajo profesional hace algunos años y con respecto a la actuación es más nuevo, es algo que me hace muy feliz y estoy muy contenta de poder darle un lugar dentro de mi actividad profesional. Es un lugar de libertad muy grande y me da un placer muy grande. Creo que puede convivir muy bien con mis otros proyectos.

¿La idea es aprovechar el empuje que te dio ‘El secreto de sus ojos’ para consolidar tu carrera como cantante?

El proyecto musical ya tiene unos años. Se venía consolidando con un primer disco que tiene un premio Gardel y buen reconocimiento. Pero por supuesto que todo lo que tiene que ver con la repercusión de la película de alguna manera apoyará al proyecto. Eso se verá con el tiempo. Yo soy la misma persona.

¿Tu familia te acompaña en las giras?

Depende de la cantidad de tiempo y el tipo de viaje. En general voy sola, pero a veces se da la oportunidad de viajar en familia.

La vida después de un gran éxito

 

¿Cómo se sigue luego de llegar a la cima? Su actuación en ‘El secreto de sus ojos’ le valió a Soledad Villamil un premio Goya a la mejor actriz revelación y numerosos reconocimientos. La actriz y cantante analiza el antes y después de un éxito que recorre el mundo.

¿Cuánto cambió tu vida luego de ‘El secreto’?

La verdad que hubo y hay una movida muy fuerte en relación a la prensa y al interés periodístico a partir de los premios y de la película en general, desde el estreno, desde que sucedió este gran éxito.

Hubo un cambio importante. Yo lo tomo con mucha alegría y satisfacción. Hace bastante tiempo que trabajo y esto consolida un camino y me permite seguir tomando fuerzas para seguir haciendo lo que me gusta. Es un aliento importante.

¿El éxito te trajo algún aspecto negativo como la falta de tiempo con la familia?

Yo trato bastante de equilibrarlo, de organizarlo. Tengo un equipo de gente con el que estoy trabajando y por suerte me ayudan a darle un lugar a cada cosa y no volverme loca.

Por un lado está la familia, la vida personal y por otro están también los espacios de trabajo y de creación, que también necesitan su tranquilidad. Yo sigo trabajando con los músicos, en distintos proyectos, y el trabajo creativo es algo que me interesa sostener, sino la cosa se seca.

¿Crees que te van a preguntar por ‘El Secreto’ hasta que te mueras?

Sí, hasta que me muera…

¿Te molesta la idea de que este éxito pueda obnubilar lo que hiciste antes o lo que vayas a hacer?

No, para nada. Con ‘El secreto de sus ojos’ siento que se consolida algo. Yo me siento muy privilegiada de haber tomado parte de esa película, de ese elenco, de ese equipo. Porque todo lo que rodea a la película tiene carácter histórico, la cantidad de espectadores, el premio… Entonces no puedo más que sentirme orgullosa y feliz de haber sido parte de eso.

En el momento de participar en una nueva película, ¿sentís que la crítica te va a exigir un plus?

Yo nunca pienso en la crítica cuando elijo algún proyecto. Y en cualquier caso, tampoco hago tres películas por año. Siempre me he tomado mi tiempo y he sido bastante rigurosa conmigo misma en la elección. Rigurosa en sentir que el personaje, la película, el guión y el director me seducían lo suficiente como para involucrarme y poner todo ahí. Eso para mí no cambia. Desde mi última película habían pasado cuatro años y puede pasar el mismo tiempo para hasta que aparezca otra. No me preocupa.

¿Al leer el guión tenías la intuición de que podían pasar cosas importantes con esta película?

Por un lado te diría que sí. El guión era extraordinario y daba toda la pauta de que iba a ser una película importante, pero para nada pensaba que iba a ocurrir lo que sucedió. Eso nos sorprendió a todos, desde Campanella hasta cualquiera de nosotros.

¿Qué sigue ahora?

Básicamente quiero seguir trabajando con la música. Tengo una gira extensa por el país y en julio me voy a presentar en Europa. Se hizo una edición de mi último disco en España. Hay muchos viajes por delante. Y ya estoy pensando en grabar un disco para 2011.

El hombre que sabía demasiado

Por Marcos Calligaris

El viejo tiene más arrugas que historias para contar. De repente me clava la vista y comienza a caminar hacia mí con una especie de guante en la mano. Yo, sentado en el piso y completamente desnudo, lo contemplo, entregado.
Se para frente a mí, levanta un balde con agua caliente y me lo tira encima. ¡Está que pela!
Si habla árabe, no lo sé, porque lo único que me hace son señas.
La primera es para que me recueste,  la segunda es para avisarme que va a empezar por el pecho. Sus brazos tiemblan por los años acumulados. Ahí es cuando veo lo que tiene en la mano, un kassa, un guante de cerda de color negro. Con la otra mano el viejo agarra el beldi, un jabón negro hecho de aceite de oliva, con propiedades exfoliantes, se acuclilla sobre mí que cierro los ojos y empieza con el ritual.

Estamos en un hammam, un auténtico Sauna Marroquí. Digo ‘estamos’ porque por suerte me acompañan los hermanos Hans y Karl Schlereth, dos robustos malasios que conocí horas antes en un hostal de Marrakech. Hans es más valiente, pero lo acaban de dejar planchado en el piso, boca abajo y sin un par de capas de piel. Karl es el más conservador, desconfía, se baña solo, con un baldecito de agua y mira la escena de reojo.

¿Quién fue el que dijo que en Marruecos hacía calor? Hace unos días que llueve y el viento es helado. El invierno acá también es bravo. Para más, cuando uno cruza la plaza Jemaa el-Fna y levanta la vista, puede ver los picos nevados de la cordillera del Atlas. El frío también entra por los ojos.

La plaza interminable

Jemaa el-Fna fue declarada Patrimonio Oral de la Humanidad en 2001. Atravesarla significa esquivar miles y miles de almas, vendedores, encantadores de serpientes, contadores de cuentos, maestros dando su lección, dentistas al aire libre, acróbatas, escritores de cartas, y si cae la noche, cientos de puestos de comida barata.

Este abanico de excentricidades para la perspectiva occidental fue lo que probablemente condujo a Alfred Hitchcock a rodar allí mismo escenas de  “El hombre que sabía demasiado”.

Y en Jemaa el-Fna por supuesto también hay decenas de hammam.

La curiosidad había ido creciendo en nosotros hasta tomar la forma de una insistente criatura que, finalmente, terminó por empujarnos a patadas hacia las profundidades del ejemplar más económico que vimos. Claro que yo no tenía mucho miedo, los hermanos Schlereth eran gigantes.

El origen de los hammam se remonta a la antigüedad greco-romana, con los baños públicos griegos y las termas romanas. “Para el islam el agua tiene un significado muy importante, de sabiduría profunda y pureza, es para nosotros la bebida que apaga la sed del alma. Por eso el hammam es un paso obligado en los grandes acontecimientos de la vida: nacimiento, circuncisión y matrimonio”, me comenta Driss, el propietario, un marrakechí devoto del Corán.

Y particularmente en Marruecos el hammam constituye un fenómeno social relevante, en ellos puede verse a representantes de todas las clases sociales, es un espacio de peregrinación para pasar momentos de ocio y a lo largo de la historia en su seno se han generado importantes focos de discusión social.

En cuanto a lo estético, las construcciones son imponentes, en este caso rojizas por el color de la tierra de Marrakech, con arcos ojivales por doquier y vivos azulejos.

Habitualmente están compuestos de tres o cuatro piezas, la primera a temperatura ambiente, la segunda un poco más caliente y así hasta llegar a la principal, en la cual debido al calor, el vapor y el jabón especial, los poros comienzan a dilatarse, permitiendo una limpieza de la piel en profundidad.

Instante eterno

Abro los ojos y veo al hombrecillo ir y venir con su guante. No todos los días veo a un tipo encima mío tratando de sacarme brillo. Me siento un mueble viejo al que están lijando para luego encerar. Sin dejar de temblar, él va de los tobillos a la cintura, de la cintura al pecho.

Sigue sin emitir una palabra, pero en su silencio místico puedo descifrar una sabiduría milenaria.

En un momento estoy a punto de pedirle que pare, siento que el cuello me arde de tanto que me refriega, pero para suerte mía el hombre se quedó sin agua y se dirigió a cargar un nuevo balde. En ese momento puedo comprobar la cantidad de piel que había quedado pegada a la ‘esponja’.

Y de repente ¡plash!, otro baldazo de agua caliente. ‘¡Eh… amigo, tranquilo!’, le solté, pero él seguía con su trabajo, mientras el agua me entraba en los oídos y me hacía percibir todo más confuso.

Hans seguía boca abajo sin emitir sonido. El viejito había acabado con él antes que conmigo. Pensé en que era cierto cuando me comentaban que el hammam no sólo sirve para limpiar el cuerpo y la piel si no también para curar el estrés y relajarse.

Por su parte su hermano Karl continuaba mirando con desconfianza al viejo y ahora también a su hermano y a mí. No supe si aclararle que todo estaba bien o tirarle un baldazo de agua.

El lugar se fue llenado de gente. Cada uno llegaba por su cuenta y mecánicamente se comenzaba a bañar con su respectivo beldi, su kassa y su balde.

De un momento a otro el viejo me mira y empieza a dibujar en el aire un círculo con su dedo índice.

– “Quiere que te des vuelta”, me dice tentado Karl.

– “Por qué no te das vuelta vos, gil”, le respondo con indignación.

En ese instante un hombre de barba larga y aspecto sucio me lanzó una extraña mezcla de árabe y francés: “Lo que Youssef quiere es que te des vuelta para masajearte la espalda, las piernas y la nuca”…

Me di vuelta empacado, la ñata contra el piso, convencido de que ya nada podía hacer.

Y comencé a escuchar diálogos de unos y otros. Intercambiaban palabras, señas, burlas, risas, hasta que pronto la voz de los hermanos Schlereth fue desapareciendo, desapareció también la del resto de la gente, desapareció Jemaa el-Fna, desapareció el viejo Youssef con el hammam y sus artilugios y también me diluí yo.

Nos retiramos del hammam minutos más tarde con la sensación de haber cambiado de cuerpo. ¿Las capas de la piel esconden recuerdos? Con la piel exfoliada y los poros abiertos, me sentía más liviano de cuerpo y también de pensamiento. Caminar podía definirlo ahora como volar entre paso y paso.

Nos sentamos en un bar enfrente del hammam, pedimos tres cafés y permanecimos en silencio mientras por la radio se escuchaba ‘Nouvelle Vague’, de Anouar Brahem.

Me sentía en un estado de paz pocas veces alcanzado. Todavía podía sentir el agua corriendo por mi cuerpo y mi piel antigua desprendiéndose. Entonces me acordé del viejo Youssef, de su profundo silencio cargado de sabiduría y de las palabras de aquel devoto del Corán: “el agua es para nosotros la bebida que apaga la sed del alma”.

Territorio de Penumbras, lo nuevo de Cristina Bajo

Por Marcos Calligaris

La escritora cordobesa presenta en abril de 2011 su última novela, la esperada continuación de la Saga de los Osorio.

Cristina Bajo vuelve a darles vida a los Osorio. Su nuevo libro, ‘Territorio de Penumbras’,  forma parte de la Saga de los Osorio, una serie que la escritora inició parar contar la guerra civil argentina que comenzó con el fusilamiento de Dorrego y concluyó con el exilio de Rosas.

Este tomo, el cuarto, es la continuación de ‘La trama del pasado’ y transcurre entre principios de 1841 y 1843, en lo que significó una de las épocas más sangrientas de nuestra historia.

¿Desde dónde aborda su nuevo libro?
Desde el punto de vista histórico, cuento la historia de la represión de Buenos Aires sobre las provincias que exigían constituir el país.
Desde el punto de vista de la trama, desentraño la vida de los personajes de ficción, donde habrá algunas muertes, varios amores, secretos develados, personajes nuevos rodeados de misterio.

¿Por qué se propuso escribir sobre este tema?
Mi intención es mostrar la historia argentina contada desde las provincias, no desde Buenos Aires, como generalmente nos llega. A los hechos sucedidos en el interior suele dárseles poca importancia, y a veces nosotros mismos -los provincianos- ignoramos lo que pasó en nuestra tierra. Me parece que hay que rescatar esas historias del olvido.

¿Tiene techo la Saga de los Osorio?
Probablemente continúe durante dos libros más. Seguramente el quinto tomo será más breve, ya que existen ciertos baches en la historia de nuestra guerra civil. El sexto tomo cerraría la saga, con la caída de Rosas y la finalización del sangriento ciclo de lucha entre unitarios y federales.

En la Comedia Humana, Honoré de Balzac retrató a lo largo 137 novelas e historias interconectadas, la sociedad francesa en un período que abarcó desde la Restauración borbónica hasta la Monarquía de Julio (1815-1830). ¿Es su intención dejar un legado realista sobre la sociedad argentina de aquel momento a través de la ficción?
Sí, justamente de Balzac tomé la idea de relacionar los libros y pintar un retrato de la sociedad con personajes que van desde las clases más humildes hasta las clases más encumbradas, pasando por toda suerte de funcionarios militares y religiosos. Mi propósito es plasmar un testimonio lo más verosímil posible de la vida privada del país durante aquellos años.

¿Se imagina sus historias reflejadas en el cine?
He tenido varias propuestas, que lamentablemente no se han concretado, principalmente por el alto costo que tendría una filmación ajustada al contexto histórico, ya que debería hacerse en diversas locaciones, en espacios abiertos, con coches antiguos, mobiliario y vestuario de época. Pero por suerte la gente que lo ha propuesto mantiene la idea en vigencia, por lo que no pierdo las esperanzas.

¿Cuánto tiempo pasó desde su última publicación?
Presenté ‘La trama del pasado’ (tercer tomo de la saga) en mayo del 2006, pero en el 2008 salió mi libro ‘Elogio de la cocina’ y este año se ha editado ‘La Madre del Agua’, un librito de leyendas argentinas muy lindo, para chicos.
Mirando estas fechas, me doy cuenta de que este libro se hizo esperar, porque la investigación histórica fue muy ardua y compleja. Mis lectores me han reclamado esta demora, y les agradezco su comprensión.

Suele trabajar en varios proyectos narrativos a la vez, esto sin contar que participa activamente en diferentes medios con artículos y opinión. ¿Cómo conviven todas las tramas y los personajes en su cabeza?
Desde niña he tenido la costumbre de leer varios libros al mismo tiempo, de temáticas diversas, y me he acostumbrado a seguir el hilo de diferentes tramas. Supongo que por eso no me cuesta demasiado convivir con distintos argumentos, personajes o proyectos bullendo en mi cabeza, aunque a veces se me hace difícil encontrar tiempo para atenderlos a todos.

¿Hay algún proyecto literario, como lo fue ‘Elogio de la cocina’, que rompe con lo que viene haciendo, y que tiene pendiente publicar?
Sí, tengo pendiente un proyecto que me inquieta, el de hacer una historia de la vida privada desde la época de la colonia hasta finales del siglo XIX. También tengo en mente, aunque no está concretada, la idea de un libro sobre la arquitectura de Córdoba. Espero poder llevarlos a cabo a los dos, porque son temas que me gustan mucho.

Cristina Bajo sigue convirtiéndose día a día en esa pluma que toda sociedad debería tener. La escritora incansable que recrea la historia desde un sinfín de aristas, con un sinfín de recursos.
La tinta indeleble que registra para siempre los sucesos que vale la pena no olvidar.

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