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Cristina Bajo, una mujer de palabra

Entrevista exclusiva
Por Marcos Calligaris

Cristina Bajo nació en Córdoba en 1937, aunque de muy pequeña se mudó junto a su familia a Cabana. Allí se empaparía de relatos de los lugareños. Allí también iría creciendo, se casaría, tendría dos hijos y sería maestra rural.
Nunca pensó que un día editaría esas novelas que escribía mientras se ganaba la vida en oficios “insólitos y variados”, o que esos datos históricos que gustaba recopilar serían algún día la columna vertebral de sus narraciones.
Pero un día decidió publicar su obra. Como vivido cien veces fue el nombre de aquella novela que lanzó en1995 y que rápidamente agotó varias ediciones.
A partir de ese momento, Cristina no paró. Editoriales de Buenos Aires se interesaron por sus novelas, que comenzaron a salir en co-ediciones.
Luego llegarían novelas que irían marcando a fuego su estilo, aglutinando a un público que hoy espera ansioso cada nueva publicación.
La señora de Ansenuza y otras leyendas; En tiempos de Laura Osorio; El guardián del último fuego; Sierva de Dios, Ama de la Muerte y La trama del Pasado, son algunos de los títulos que han situado a Cristina Bajo entre los escritores más leídos de Argentina.
Pero los seguidores de su obra no se diseminan sólo por la geografía nacional. Mientras ultima detalles de Elogio de la cocina, su próxima publicación que combina recetas y recuerdos, Cristina asegura que cada vez recibe más saludos del exterior, incluso sus novelas han sido publicadas en países como España, Portugal, Grecia y Rumania.

En una extensa entrevista intentamos navegar por el interior de una escritora que aún tiene mucho para contar.

¿Qué le aporta a sus relatos aquella infancia en Cabana?
Magia. Me enamoré de la naturaleza, de los animales silvestres, de la variedad de plantas y flores que jamás habíamos visto; de la libertad que nos daba escaparnos a la sierra, de tener caballos propios y a veces, en verano, dormir afuera escuchando el ruido del arroyo que siempre tuvimos cerca. Allí ví por primera vez la nieve, la neblina y cascadas escarchadas por el frío. La casa misma era interesante, un caserón con rincones para explorar, donde plantamos árboles todas las Navidades, que aún están de pie.

¿Más allá de ser del interior, considera que su literatura representa al interior?
Sí, y no es casual. Por una parte, por vivir en estas provincias, tenemos otra forma de pensar, de resolver nuestros asuntos, otra filosofía de vida. Por otra, cuando comencé la Saga de los Osorio, me propuse relatar la Guerra Civil entre unitarios y federales desde el punto de vista del interior. A veces, leyendo algunos historiadores de Buenos Aires, me asombra la ignorancia que tienen sobre lo sucedido en las “tierras de adentro” y más de una vez he pescado datos erróneos, o “huecos” que no pueden ser pasados por alto. Fue por eso que me decidí a hacer las novelas, que iban a abarcar el período 1828-1852, pero contando los sucesos desde el Interior, mientras Buenos Aires florecía a través del comercio exterior y la economía del resto del país desaparecía en un baño de sangre.

Mis lectores han captado este mensaje, pues durante el conflicto del campo con el gobierno nacional, muchos me escribieron con frases semejantes: “Como usted dijo en Como vivido cien veces”, o “Como usted lo demostró en La Trama del Pasado…” o “Ahora entiendo lo que usted quería advertir en sus novelas…”

¿Cómo fue aquel primer momento en que decidió transcribir una idea a un papel?
Desde chica me gustó que me leyeran cuentos o me contaran historias. En la casa de las sierras, esperábamos la hora de la cena, porque mientras comíamos, papá y mamá nos contaban cosas de su niñez, de cómo era aquella Córdoba de principio de siglo, la Córdoba a la que llegaron nuestros abuelos inmigrantes. Luego, cuando comencé la escuela y aprendí a escribir, me encantaba  la hora de Redacción, donde daba rienda suelta a mi imaginación mezclada con los libros que estábamos leyendo: Kipling, Horacio Quiroga, Stevenson, Jack London, las películas de aventuras del cine de Unquillo, y las revistas de historietas.
El desencadenante de mi primera novela fue, justamente, leer las novelas históricas de Gálvez, que me sedujeron, y el hambre de saber más de lo que pasaba por aquella época en el interior, pues aunque Gálvez toca algunas provincias, el 80 por ciento de su saga, de 7 volúmenes, transcurre en Buenos Aires.

¿Tenía en mente modelos literarios de escritores a los que quería imitar?
Manuel Gálvez, Margaret Mitchell en su “Lo que el viento se llevó”, a Enrique Larreta con “La gloria de don Ramiro” y todos los novelones históricos que había leído desde chica: desde Walter Scott, a los de Eduardo Gutiérrez, que tanto le gustaban a Borges.

Su biografía menciona que trabajó en “oficios insólitos”. ¿De qué se trataban esto trabajos?
Hice tapices para niños, vendí madera, cosmética; puse una librería, una casa de ropa diseñada por mí a la que llamaba “prerrafaelista” porque eran modelos tomados de los cuadros de Waterhouse, Leighton, Rossetti, etc.

¿Es creyente? ¿Esto influye en su trabajo?
Sí, soy muy creyente. Además de mi Fe, que me ayuda en todas las alternativas de la vida, creo que la religión tiene una atracción especial sobre la gente, con aquello del destino, de los ruegos, de los milagros, de la imaginería, del arte, de los ritos y las devociones. En novelas de siglos pasados, no puede soslayarse la religión dentro de la sociedad que pintamos, así que no solamente hay que tener Fe, sino también estudiar arte, arquitectura y costumbres.

Día a día de una escritora

Amante de la casa, de los animales y dedicada totalmente a la literatura Cristina Bajo tiene una rutina cargada de trabajo.

¿Cómo es una jornada suya?
Me levanto tarde, porque trabajo hasta las 4 a.m. de la madrugada, y a veces, hasta las 6 a.m. Tomo el desayuno, alimento mis animales, me ocupo de las plantas si tengo tiempo y luego, tranquila, me siento a la computadora. Las primeras horas son para ver el correo y contestarlo si es urgente. Si son lectores, desgraciadamente tengo que dejarlos para los espacios muertos de mis actividades, pero siempre respondo, aclarando el por qué del atraso. Luego escribo, con intervalos de 3 o 4 horas; a veces descanso unos minutos a la siesta –a las 6 de la tarde- y vuelvo a trabajar. Corto un momento, me dedico a cocinar, ceno, vuelvo a encargarme de los animales, veo algo de televisión y a eso se la 1 ó 2 de la madrugada, vuelvo a trabajar. Si no estoy inspirada, corrijo o busco datos históricos.

Dicen que escribir es probablemente la actividad creativa más solitaria, ¿cree que es cierto?
Es verdad, no se puede escribir si alguien te da conversación. La voz humana nos distrae, por eso, cuando escucho música –generalmente clásica- o no tiene voz, o es en otro idioma, para que no nos distraiga.

¿Siente la necesidad de compartir lo que va escribiendo con alguien? ¿Grupos o tertulias literarias, familiares, amigos…?
Sí, tengo uno o dos amigos a los que acudo para que me vayan guiando. Casi siempre por separado, pero a veces lo discutimos entre varios, si hay opiniones distintas. Es muy tranquilizador para mí y permite ampliar la perspectiva del texto.

A la hora de concebir una nueva obra, ¿usted adhiere al método planteado por Edgar Allan Poe, en su “Filosofía de la composición”, donde sostiene que el escritor debe tener decidido, antes que nada, cuál va a ser su desenlace y cuál la respuesta emocional o “efecto” que pretende causar en el lector, o se inclina más por la “creación espontánea” planteada por Coleridge?
Cuando empiezo una novela, tengo una idea aproximada del tema de la obra, de los personajes principales y de algunas circunstancias. A veces sé el final, o más o menos lo intuyo, pero prefiero dejar fluir la trama y que los personajes terminen encontrando su propio destino a través de las decisiones que van adoptando. Generalmente, me gustan los finales felices, porque leer novelas como las que yo escribo, es una especie de catarsis para evadirnos de cosas pesadas, molestas, tristes, etc., y el final feliz nos da un respiro en la tormenta, la esperanza de que es posible alcanzar la felicidad, aunque eso parezca una simpleza.

¿En quién se inspira para dar vida a sus personajes? ¿Cómo nace su interés por escribir sobre personajes ambientados en momentos históricos reales?
Es una pregunta difícil de contestar, porque la escritura y la creación, en mí, son intuitivas. Mis personajes nacen ya con una forma de ser espontánea y propia. Si a alguien me recuerdan, posiblemente sean a personajes de películas que marcaron mi adolescencia y mi juventud, aunque ahora no los recuerde. El cine tuvo una gran influencia en mí y me ayudó a encontrar el tiempo justo de los cortes de los capítulos.

¿Qué se puede conocer de Cristina Bajo a través de sus historias? ¿Se esconde tras el velo de sus personajes y sus tramas?
Hay mucho de mí en cada personaje: en algunos, marcamos lo que queremos ser, o lo que creemos que somos; o lo que los demás piensan que somos, o lo que tememos llegar a ser. Soy Fernando, y Severa, y Calandria, y Luz e Ignacia, De Bracy e Isabel, pero, sobre todo, creo que soy Misia Francisquita.

¿Qué escritores argentinos contemporáneos le parecen interesantes?
Tomaré como contemporáneos los de la segunda mitad del XX hasta nuestros días: Belgrano Rawson, María Rosa Lojo, Mabel Pagano, Florencia Bonelli, Marco Denevi, Mujica Láinez, Marta Lynch, Lucía Gálvez, Sergio Aguirre, Esteban Llamosas, y un escritor joven, que acaba de surgir con enorme fuerza: Hernán Lanvers que está entre los más vendidos del país con una novela excelente: África, hombres como dioses y que, como yo, vive en Córdoba cuando no está viajando por África. Y Borges, por supuesto.

¿Qué es lo que más disfruta de ser Cristina Bajo?
Posiblemente el reconocimiento de un trabajo que vengo haciendo desde hace 50 años, y que fue prácticamente ignorado hasta que publiqué mi primer libro.

Sus libros fueron traducidos al griego, al portugués y al rumano, entre otros. ¿Qué siente un escritor cuando logra ser leído en otras lenguas y consecuentemente interpretado por otras culturas?
Es una extraña sensación, especialmente cuando ví mi nombre en griego. La palabra Cristina era más o menos reconocible, pero mi apellido empezaba con M y tenía una H en el medio. Siento, además, algo de orgullo –no de soberbia- pensando que pude hacerlo desde Córdoba. Hace unos meses, he comenzando a recibir carta de lectores de Estados Unidos, de Santo Domingo, Costa Rica, Puerto Rico, Cuba, España, Francia, Inglaterra, Jamaica y Polonia. Algunos son cordobeses que viven allá, pero últimamente, son extranjeros que han conseguido mis libros por internet, o las editoriales europeas les han dado mi mail, o me han encontrado en mi página web.
El viejo dicho de Pinta tu aldea y pintarás el mundo es realmente certero.

La literatura, las mujeres y la cocina

Cristina Bajo supo captar al género femenino. Si bien no descarta la moda, considera que las mujeres leen más. La cocina también ocupa un lugar importante en su vida, por eso en estos días se encuentra finalizando su próxima publicación, Elogio de la cocina, donde entremezcla recetas con memorias.

¿A qué cree que se debe el auge de temáticas vinculadas a lo femenino?
No descartemos la moda, pero sobre todo, recordemos que la mayor parte de los lectores pertenecen al género femenino. Además, la mujer, por su vulnerabilidad y misterio, es muy atrayente como personaje.

¿Le gusta releer libros favoritos?
Tengo una gran biblioteca, y los más preciados, son esos libros a los cuales releo de nuevo una vez cada dos o tres años. Soy fiel a mis autores preferidos, o a mis maestros.

¿Qué se encuentra leyendo ahora?
Un policial de una escritora que recién entra a la Argentina, Caroline Graham, y comencé, porque no pude con la curiosidad, África, Hombres como dioses, de Lanvers.

¿Cuál es su ambición como escritora? ¿Dónde le gustaría llegar?
A ser editada en inglés. Al menos, esa es mi meta por ahora

Hay mucha expectativa generada por la Saga de los Osorio, ¿está trabajando en una nueva edición?
Sí, en el IV tomo, la continuación de La Trama del pasado. Abarcará desde 1841 aproximadamente hasta 1846. Posiblemente se llame Una desolación sin nombre, por el estado en que queda el Interior después de las matanzas que comienzan en el año 39. Los personajes principales serán Ignacia y Fernando, y transcurre parte en el Interior, y parte en Buenos Aires, con Luz que se ha reencontrado con sus primos, y Sebastián que vuelve de Francia.
Me quedaría un V tomo para acabar con los episodios de la Guerra Civil.

¿Le gusta cocinar? Cuál es la relación entre la cocina y su nuevo libro
Me encanta cocinar, y por eso me decidí a escribir este libro. No son recetas criollas –eso lo dejo para otro que tengo empezado- sino recetas de mi familia, de algunos escritores o amigos, y mías. Me gusta mucho invitar, tender la mesa, preocuparme por el menú. Me gusta la habitación de la cocina, que es tan cálida. Entre estas dos acepciones de la palabra, transcurre mi libro, que en realidad, es un libro donde cuento mis memorias: la memoria de mi familia y de mi infancia, de los viejos amigos y de los amigos actuales.

De esa manera transcurre el presente de Cristina Bajo, una mujer que habita entre sus personajes y la historia de Córdoba.

Ping pong

Una novela argentina: La casa, de Mujica Láinez
Una novela internacional: Expiación, de Ian McEwan
Un escritor argentino: Borges
Un escritor internacional: Jane Austen
Un deseo: Viajar a Gran Bretaña y España.
Borges o Cortázar: Borges
Máquina de escribir o computadora: Computadora, pero tengo guardada mi antigua máquina, de los años 40, para cuando falla la tecnología.
Un día ideal: Lluvioso, otoñal y en las sierras.
Cuál es la palabra que más le gusta: Otoño, no sé por qué.
Un lugar: Cabana
Una comida: las ensaladas y los mariscos
Una canción: Varias, las de  Enya
Cristina Fernández de Kirchner: Nada

Adriana Varela, una flor de gata

Entrevista a Adriana Varela
Por Marcos Calligaris

Adriana Varela es de esas minas con las que da gusto hablar. La gata suena grave, suena sincera, suena nostálgica, suena sentimental. Quizás por eso le bastaron sólo unos pocos años para convertirse en una estrella de la canción. “La Varela” era fonoaudióloga y rockera, pero un día cantó un tango y se dio cuenta de que también esa música la conmovía. Entonces se propuso dejar todo y brindarse en cuerpo y alma desde un nicho donde el varón siempre se reservó el derecho de admisión, el tango.

El sonido ronco de su voz me toma desprevenido: Adriana, tenés la misma vos que al cantar…

Eso me decía el polaco, “vos cantás como hablás, por eso me gustás”. Continue reading

Luis Galván: “He tenido una gran posibilidad”

Entrevista a Luis Galván, campeón de la Copa del Mundo de Fútbol Argentina 1978.
Por Marcos Calligaris

Luis Adolfo Galván brilló en Talleres de Córdoba a finales de los ’70 e inicio de los ’80. Pasó también por Belgrano, aunque principalmente posee en su haber el privilegio de haberse coronado campeón mundial con la selección argentina en 1978.

Santiagueño de nacimiento y cordobés por adopción, Galván fue una pieza fundamental de la gloriosa selección de Menotti integrada por Kempes, Fillol, Passarella, Ardiles y Tarantini entre otros.

Hoy, desde su escuela de fútbol nos habla del significado de un mundial para un jugador. Sus anécdotas, sus miedos y su pálpito para Alemania 2006.

 

¿Cómo evaluás tu paso por la selección del ‘78?

El jugador de fútbol, como cualquier persona que elige una profesión, tiene muchos sueños. En mi caso siempre anhelé jugar en un club grande y una vez que llegué en un club importante, ambicioné obviamente jugar en la selección. En mi caso particular, fui cumpliendo todo paso a paso. Y por supuesto, cuando llegué a la selección, sentí que había cumplido los objetivos que me había planteado en un principio.

¿Cómo vivís el hecho de ser campeón mundial, teniendo en cuenta lo que significa el fútbol en nuestro país?

Cuando uno deja de jugar, cae más en la cuenta de que ha tenido una gran posibilidad, y que muy pocos la tienen. Lo digo como hombre del interior, que muchas veces nos vimos relegados en la selección nacional. Ganar el mundial fue mucho más de lo que había pretendido o hubiera soñando, pero claro que fue un camino arduo y difícil.

¿Hay algo parecido en cualquier ámbito de la vida, a dar la vuelta olímpica en un mundial de fútbol?

Mirá, en la vida te pasan cosas muy lindas e incomparables. Te puedo mencionar el hecho de tener una familia, el nacimiento de un hijo como otros tipos de alegrías, pero fueron muy distintas. En el caso del fútbol, le dimos una alegría muy grande a la gente y eso es increíble; en cuanto a los logros familiares, los vivimos con mucho orgullo en el núcleo familiar. Son cosas distintas, pero que me llenan de orgullo y felicidad.

En el medio de la ansiedad de tanta gente, ¿Cómo vive un jugador los días previos al comienzo del mundial?

Sinceramente se vive con muchísimos nervios. Llega un momento en que tomás verdadera dimensión de lo que representa jugar un mundial para este país. En ese torneo te ve todo el mundo, sentís la presión de que una mala actuación tuya puede generar una jugada decisiva. Se te cruzan miles de cosas por la cabeza. Por supuesto, también pensás en lo mejor, como ganar un partido o el campeonato, pero sentís mucha ansiedad y cuesta muchísimo conciliar el sueño por las noches.

¿Que aspecto considerás vital para el éxito de la selección?

Principalmente la unión del grupo. Si analizás a cualquier equipo campeón, te vas a dar cuenta que tenían un grupo fenomenal. Es fundamental el apoyo de cada integrante, juegue o no juegue, para lograr el éxito

¿Qué anécdota se te dispara rápidamente si pensás en el mundial del ’78??

Me sucedió algo muy curioso con respecto al técnico. Yo empecé mi carrera en un lugar de Santiago del Estero, y en el año ’65, Boca fue a jugar a mi ciudad. Yo jugué para el club santiagueño y lógicamente, uno de los integrantes de ese Boca era nada menos que Cesar Menotti. Yo nunca le conté nada de que lo había enfrentado en aquel partido, incluso tampoco se lo dije cuando fue mi técnico en la selección. Finalmente hace pocos años me acerqué a un hotel de Mar del Plata donde estaba concentrando con Boca y le mostré una vieja revista. “¿Cómo no me comentó nunca de este recorte?” me dijo. Le respondí que nos iban a hacer más viejos de lo que somos. (Risas)

¿Le tiene fe a la selección para Alemania?

Hay que ver como llegan los jugadores, tanto física, como mentalmente. Creo que de jugadores como Riquelme, Aimar y Mascherano depende el buen funcionamiento del resto.

Pero yo les tengo mucha confianza a los jugadores. Y no te olvides de una cosa, los ex jugadores somos los hinchas número uno de la selección.

Eduardo Angeloz y política después de la política

Entrevista a Eduardo César Angeloz, exgobernador de Córdoba
Por Marcos Calligaris

19.00 hs. de un día de octubre de 2007.

La cita es en un tradicional bar céntrico de la ciudad de Córdoba.
El entrevistado me ha convocado a las 19hs. Llego puntualmente, busco su rostro y lo localizo en un vértice del local, solo. Ambos asentimos con la cabeza al mirarnos y me dirijo hacia su mesa.
Frente a mí está Eduardo César Angeloz, aquel que fuera tres veces gobernador de la provincia de Córdoba entre 1983 y 1995. Aquel que fue candidato a Presidente de la Nación por la UCR en 1989, y que perdió por 15 puntos frente a Carlos Menem.

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El regreso de Mateyko

Por Marcos Calligaris

Difícil resulta disociar el nombre de Juan Alberto Mateyko de La Movida del Verano.
Sucede que justamente por ese exitoso ciclo estival, “El Muñeco” tiene más Martín Fierro que dedos en las manos.

Dueño de una inconfundible voz ronca, Juan Alberto nació en Buenos Aires y amagó con ser abogado, pero la vida de Cacho Fontana o Héctor Larrea le resultaban más seductoras.

Pateó el tablero, se animó incluso a ser modelo y hasta –en una faceta algo desconocida- participó en diez películas.

Eterno amigo de esos amigos que todos quisieran tener, a su celular pueden llamarlo Julio Iglesias o el mismísimo Puma Rodríguez, una tarde cualquiera, y preguntarle cómo anda.

Punto y aparte para La Movida del Verano. Un período de desconcierto y a Mateyko le ofrecieron trabajar en Córdoba. En La Docta el desafío no era simple, había que pararse frente al grupo líder de la radiofonía local, pero asegura que el desafío lo atrajo. “A mí me encanta competir, lealmente, con esfuerzo,” aclara.

A ocho meses de largar con “La Movida de la Tarde”, por Radio Mitre, ya se anima a diagnosticar sobre el mercado local: “el cordobés te incorpora o te ignora”. Y apostando un pleno a la primera opción, comenzó a recorrer cada una de las fiestas tradicionales de la provincia con el fin de conocer la idiosincrasia cordobesa y poder adentrarse en su comunidad. “Estando acá descubrí que Córdoba es la cuna de los shows, de los festivales. Yo a eso no lo vivía en Buenos Aires o Mar del Plata. Hasta te diría que es algo único en el mundo”, arriesga.

Cuando se le pregunta por televisión en Córdoba, responde con un misterioso y prudente “tiempo al tiempo”, y también deja deslizar la posibilidad de reeditar la convocante Movida del Verano desde las sierras.

“Separado pero no distanciado” de su ex mujer, Mateyko se toma su tiempo para reflexionar acerca de los difíciles momentos que proceden a una separación, y cuenta cómo se desvive por sus pequeños hijos.

Un Mateyko legítimo abre las puertas de su intimidad en una profunda entrevista.

En tus comienzo habías largado con la carrera de Derecho, ¿qué pasó en el medio?

Sí, hice un año de Abogacía pero en el medio apareció esta vocación. En la radio escuché que convocaban a aquellos que quisieran tener su carnet de locutor. Yo había mamado la comunicación desde chico y cuando llegó el momento de tomar la determinación, averigüé todo lo que había que hacer y fui sin comentárselo a mis padres. Había que hacer un casting en el ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica). Éramos 50 y quedamos sólo 25. Fue entonces cuando tomé la decisión, hablé con mis viejos y les dije ‘mi carrera es ésta’.

¿Cómo tomaron la decisión tus padres?

Yo les dije que no les iba a fallar, les di los ejemplos de Cacho Fontana, de Héctor Larrea, les dije que me gustaría seguir una línea empezando como locutor y seguir hasta poder consolidarme como animador, presentador y entrevistador. Ellos lo tomaron bien.

También tuviste una época de modelo publicitario…

Sí, hacía algunos avisos como modelo de casas importantes. Uno de los trabajos que me marcó bastante fue la elección de Miss Televisión, en canal 7. De ahí salía quién podía ser el modelo o la imagen para representar a una casa de ropa.

¿Tuviste una vida de barrio, de club?

Sí, iba a Ferro, un club social y deportivo muy bueno en ese entonces. Tuve una afición al deporte, jugaba al fútbol, al tenis, practicaba natación.

¿A qué se dedicaban tus padres?

Mi viejo era camionero y a su vez encargado de un edificio, y mi mamá era ama de casa. Entonces para mí es un recuerdo imborrable todo lo que me dieron sin poder acceder a ciertos estratos sociales. A fin de año yo me iba un mes entero a la casa de mis tíos en Entre Ríos a visitarlos y veía que ellos hacían todo ese esfuerzo por mí, me daban todo ese cariño. Yo tenía el sueño de devolvérselos.

¿Sentiste que saldaste esa “deuda” con tus viejos?

No, nunca se salda. Los vi muy orgullosos y felices, aunque lamentablemente papá murió en el ‘74 y mamá en el ‘87. Ella me vio un poco más, pero no conoció a mis hijos y a quien en ese entonces era mi mujer. Ellos anhelaban siempre que yo tuviera una familia.

Córdoba, ‘corazón de mi país’

Luego de muchos años de ejercer la vida y la profesión entre Buenos Aires y Mar del Plata, a Mateyko le llegó la oportunidad de instalarse en Córdoba. El desafío no era simple, pero hoy desde Radio Mitre arremete con su estilo poniendo al aire “La Movida de la Tarde.”

¿Cuál fue tu primer contacto con Córdoba?

Mi primer contacto fue en 1971, siendo notero de Lucho Avilés, cuando me tocó viajar en avión a Córdoba para cubrir la entrega de los premios Bamba. Recuerdo que nunca había viajado en avión y Fernando Bravo me jodía, me decía que me iba a marear. Resultó que cuando estábamos aterrizando, el que se descompuso fue él.

Luego llegaría una experiencia de La Movida del Verano en La Docta…

Sí, en el año ‘96 hice La Movida en el Parque Sarmiento con figuras convocantes como Enrique Iglesias, La Mona Jiménez, Dyango, Tru-la-lá, Chebere. Recuerdo que cuando salí al escenario, me pareció estar en Mar del Plata. Increíble, sólo faltaba el mar. Me gustó el clima, la recepción, y te aclaro que una de las personas que más manija me dio –porque era muy amigo de Gustavo Yankelevich- (por entonces gerente de contenidos de Telefe), fue Mario Pereyra, y también Rony Vargas.

El destino quiso enfrentarlos en el dial años más tarde…

Sí. Cuando vino Julio Iglesias a mi programa, dio una opinión. Dijo: “yo tengo grandes amigos en la otra casa, (se refería a Mario y a Rony) y aquí tengo a otro amigo. Aquí no se trata de quién le hace daño al otro; el beneficiado va a ser el oyente”.

Ese comentario de Julio Iglesias se dio cuando ya estabas instalado en Córdoba. ¿Cómo fue ese arribo?

Cuando largamos en Carlos Paz, pensamos que íbamos a juntar 3 mil personas y terminamos juntando entre 12 mil y 14 mil. Eso fue en enero de 2008 y fue mi primera temporada completa allí, por Radio Mitre. En ese momento vino el Puma Rodríguez, también Patricia Sosa, La Barra, Trulalá, Chebere, el Negro Álvarez, y teníamos una unidad móvil, exteriores y hasta una pasarela.

Luego me llamaron por teléfono y me preguntaron cómo me veía trabajando permanentemente en Córdoba, con un desafío fuerte, que era competir con Cadena 3. Yo dije que me gustaba, pero que estos son procesos a largo plazo.

¿Costó insertarte, con todo lo que implica dejar la familia y el entorno?

En cuanto llegué, un periodista me advirtió que ningún porteño había triunfado en Córdoba. Yo le dije que no sabía cómo eran, pero sí sabía cómo pensaba trabajar yo. Había que trabajar fuerte, entonces no podía desarraigarme de Córdoba todos los fines de semana. Así fue que me senté con mis hijos y les dije: “Chicos, papá necesita competir, voy a Córdoba a trabajar”. Te diría que éste fue uno de los desafíos más altos de mi vida. Y lo necesitaba.

¿Te sentís finalmente instalado?

Sí. Pero los trabajos para poder instalarte en otro lugar no son de un día para el otro. Soy ansioso, pero sé que tengo tiempo por delante. En la calle, o en el Dino -donde voy a tomar un café, solito por ahora (“por ahora”, confiesa, y es una declaración este periodista no dejará pasar en el correr de la entrevista) la gente se me acerca y me dice “gracias por estar”. Siento que hay una devolución, que me escuchan.

¿Cómo te sienta competir contra un líder del segmento como es Cadena 3?

No hay que subestimar a las otras radios, porque hay muchas.
Yo tengo un profundo respeto por gente que vino hace muchos años y que con un laburo de hormiga recorrió todo el mundo, cuando por ejemplo se presentaba un disco. Los sé muy trabajadores, que es la clave en cualquier ámbito. Si no le ponés pasión, esto no funciona.
Mientras tanto creo que de a poquito vamos logrando los objetivos. Ellos están cumpliendo 25 años, entonces hablemos de que son 25 años contra 3, y en mi caso, son 25 años contra 8 meses. Hice un curso acelerado.

Quiero tener un millón de amigos (famosos)

“Me junté a almorzar con el Puma (…)”; “Hace unos días me llamó Julio Iglesias y me dijo (…)”; “Me comentó Palito que (…)”; “Recuerdo una vez que estábamos con Monzón en Mónaco (…)”: “Le prometí a León Gieco que (…)”
Entrevistar a Mateyko es también conocer un poco acerca de sus amigos. Algunos de ellos fueron o son algo exitosos…

Debido a tu estilo te han criticado por ser demasiado complaciente a la hora de hacer una entrevista…

Lo que pasa es que si vos invitás a alguien a cenar a tu casa y sos su anfitrión, no le podés decir ‘mirá, yo voy a tomar agua mineral sin gas, si vos tomás con gas, no te voy a dar’. Es un estilo, y yo respeto los demás estilos. Me da bronca cuando alguien quiere hacerse el punzante y no le sale.

¿Así fueron surgiendo amigos como Julio Iglesias o Palito Ortega?

Yo tengo historias que nunca se fueron perdiendo. Cada vez que un artista se presentaba y luego se iba –te hablo de los internacionales como Serrat, Julio Iglesias, o el Puma Rodríguez- yo los seguía difundiendo. Pero mi lista musical es amplia, incluye a Mercedes Sosa, Shakira, León Gieco, Palito Ortega, Fito Páez, Charly García. Lo que tengo es buena relación con varios, no se puede tener tantos amigos. Nunca hice un juego sucio para la perdurabilidad de una relación.

¿Son amigos con los que podés tener charlas de todo tipo, o terminás interpretando un cierto papel?

Si uno se maquilla todo el día y habla de lo mismo siempre, es aburrido.
El Puma Rodríguez, por ejemplo, fue una de las primeras personas que se enteró de la propuesta que me hicieron de Córdoba y me dijo: ‘hacelo’.

La Movida del Verano que pasó (¿y la que vendrá?)

“La Movida me dejó marcado, la gente lo sigue recordando. No era común que existiera un programa que dure sólo tres meses, todos los domingos con una convocatoria tan grande y que sea gratis. Muchos artistas como Enrique Iglesias y Ricky Martin mostraban sus presentaciones en La Movida como publicidad en todo el mundo,” recuerda orgulloso el “Muñeco”. Y no es para menos, aquel programa inmortalizó la figura de Mateyko para toda una generación, por aquellas faraónicas puestas en escena, por las figuras que desfilaron junto al mar, por las multitudes que se agolpaban en la arena.
Desde el final del ciclo, Mar del Plata perdió un atractivo fundamental. ¿Habemus Movida del Verano en Carlos Paz?

¿Cuál es el mejor recuerdo que tenés de La Movida?

Antes que nada, el mejor recuerdo es haberla hecho y después, todos los recuerdos que tengo son lindos.
Si me preguntás cuál fue el momento más difícil, fue la primera vez que invité a Marco Antonio Solís. A mí los viernes no me querían dar el pronóstico de los sábados, porque si veía la palabra “inestable” ya empezaba a sufrir. Ese sábado terminó en una lluvia torrencial y tuvimos que parar el espectáculo y terminar en un estudio de Canal 8 de Mar del Plata.

¿Quién fue el artista más convocante?

Hay gente que cree que fueron los Backstreet Boys o Ricardo Arjona… No, el más convocante en los 7 años de La Movida fue Rodrigo, llevó 100 mil personas.

 

¿Qué posibilidades hay de un retorno de la Movida del Verano?

Es una asignatura pendiente. Hay dos posibilidades, no hay una tercera. Hacer un programa elaborado frescamente desde Radio Mitre y que lo presentemos desde diferentes lugares de Córdoba, para que sea nacional. La otra posibilidad es, habiendo sido testigo del éxito y la convocatoria del evento “Primavera sin alcohol”, en Carlos Paz, me gustaría hacer algo en verano, ahí mismo pero con cámaras recorriendo todo el país. En ese sentido ya estamos hablando con algunos funcionarios y empresarios.

 

Vida privada, vida pública

Casi como una regla inequívoca de la popularidad, los famosos deben aceptar la exposición pública de sus avatares privados. Juan Alberto Mateyko debió manifestarse en su momento acerca de los pormenores de la separación con su ex mujer, Naaním Timoyko. También tuvo que explicar las circunstancias por las cuáles decidió adoptar un hijo. Sin embargo él no tiene reparos en hablar de su vida privada.

 

¿Cómo se constituye tu familia? Sos un defensor de la adopción…

Mi hijo (Juan Bautista) tiene 11 años y mi hija (Rosa María), tiene 17.
Juan Bautista, que lo amo con todo mi cariño igual que a su madre, es un hijo del corazón. Cuando mi hija tenía 5 años, Naaním me dijo: “no viene el hermanito de Rosita, ¿y si adoptamos?” Ok, le respondí. Hablamos con Rosita e hicimos todos los trámites de adopción. Comento esto porque hay gente que duda… y no hay hecho más maravilloso que tener un hijo del corazón.

¿De qué duda la gente?

El trámite es a veces traumático cuando lo hacés por derecha. Pero un día yo estaba trabajando en Rivadavia, me llama mi mujer y me dice: “nació nuestro hijo”. Era santiagueño, ya tenía 25 días y había que ir a buscarlo. Para ella era como que iba a parir. Cuando llegamos y lo tuvo en brazos me dijo una frase que me quedó calada: “fue un parto prolongado y sin dolor”.

¿Con Naaním continúan separados?

Con la mamá de mis hijos estamos separados pero no distanciados. Con ella tenemos la responsabilidad de saber cómo va la crianza, el colegio, la conducta de nuestros hijos.

¿Pudiste rehacer tu vida después de la separación?

A ella la amé profundamente, tuve dos hijos y la separación fue hace dos años. Cuando uno se separa tiene que rearmar su vida. En el medio de estar rearmando mi vida, me propusieron lo de venir a Córdoba y recién ahora me siento estabilizado.

 

¿Pensás traer a tus hijos a vivir a la ciudad?

No, ellos están muy bien con la mamá, que es ejemplar. Además van al colegio allá, pero cuando vengan de visita pienso llevarlos a lugares hermosos que estoy conociendo.

Viviste muchas cosas de repente ¿Cómo estás emocionalmente?

Mucho, mucho mejor, sino no sé si podría mantener una charla tan distendida como ésta.
Yo era muy amigo de Carlos Monzón y aprendí algo que se dice en el boxeo: al promediar una pelea hay un momento de cambio de oxígeno, entre el sexto y el octavo round, yo estoy en esa etapa.

¿Extrañás Buenos Aires?

Extraño los asados con mi hijo, jugar al fútbol con él y poder llevarlo a dar una vuelta.

¿Qué hacés cuando lográs apartarte del mundo de los medios?

Me gusta leer, caminar, correr, hacer gimnasia, jugar al tenis. Luego, como hábito los domingos me gusta leer todos los diarios en la zona del Complejo Dino. También tengo un grupo de amigos, algunos de la radio y otros de otros ámbitos.

Hace un momento me dijiste que “por ahora” estabas solo. ¿Hay algo en vista?

Mirá, si tuviera que hacer un casting sería un soberbio, porque el casting es mutuo. Pero eso fluye espontáneamente. Creo que eso puede aparecer en la esquina, en una reunión…

¿Qué edad tenés?

Yo soy como el Puma Rodríguez, tengo más de 50 y menos de 60.

¿Te ves muchos años más en Córdoba?

Para mí Córdoba es un país. Por la cantidad de habitantes, por la importancia. Cada vez que un artista viene a Buenos Aires, luego viene a Córdoba. Hay buenos restaurantes, hay buena gente, una Ciudad Universitaria maravillosa…
Yo no soy jugador, pero por Córdoba aposté.
De las definiciones de Mateyko se desprende el sentido de la complacencia, el hecho de estar a gusto en un trabajo, en un entorno, en un lugar. Si sus proyectos prosperan es firme candidato a adquirir la ciudadanía cordobesa honoris causa.

 

Ping Pong

Un cantante: Paul Anka

Una cantante: Hoy, Julieta Venegas

Dos canciones: “Mi pueblo natal”, de Juan Gabriel, y “Gigante, chiquito”, de Sergio Denis.

Un equipo: River Plate

Un libro: El principito

Una película: La sociedad de los poetas muertos

Un medio periodístico: La Radio

Una persona: Mis padres. Son la clave de todo.

Un país: Córdoba

Una comida: asado

Una bebida: vino

Una mujer: Angelina Jolie

Un político: Arturo Frondizi, un tipo reconocido tarde.

Soledad Pastorutti y la revolución del folclore

Entrevista exclusiva
Por Marcos Calligaris

Llegó al mundo un 12 de octubre de  1980, en una humilde casita del hasta entonces ignoto pueblo de Arequito, Santa Fe.

Hoy ese mismo Arequito está ubicado en el inconsciente colectivo del folclore nacional. Es su responsabilidad, la responsabilidad de Soledad Pastorutti. “La Sole”, a secas, como todo el mundo la conoce, apareció en la escena folclorista en 1995, en la ciudad bonaerense de Escobar. Pero fue al año siguiente que tras el grito de “Aquí Cosquín” el “huracán de Arequito” llegaba al corazón de la expresión folclórica argentina para arrasar. Había llegado para quedarse.

Pasaron 12 años desde aquel comienzo. En el medio La Sole grabó 11 discos, vendió millones de copias, protagonizó una película, se presentó en más de 180 pueblos y ciudades argentinas, llevó su show a través de toda Latinoamérica, Francia, Italia, España e Inglaterra,  participó como actriz en dos telenovelas y hasta condujo un programa de televisión.

Soledad cuenta con los laureles de una artista veterana, pero aquella adolescente que puso de cabeza al folclore recién cuenta 26 primaveras.

En una extensa entrevista; en un impasse de su carrera, Soledad Pastorutti analiza su vida. Nos habla de sus miedos, su familia, sus proyectos.

Muchas cosas para contar con sólo 26 años…

Es cierto, pero yo lo vivo como un comienzo. Cuando uno es joven y todavía tiene mucho camino por recorrer, también tiene mucho más tiempo para sostener una carrera. Si yo tuviera otra edad, quizás ya estaría más relajada.

Mi curriculum me genera un peso importante y mi vida recién comienza. Por un lado estoy orgullosa de todo lo que logré, pero siempre estoy pensando en lo que me falta por hacer, sobretodo el hecho de sostener la carrera, que es muy difícil.

¿Tu carrera tiene mucho que ver con tu forma de ser?

Si. Tengo un personalidad que me exige todo el tiempo mejorar y crecer. Una vez Facundo Saravia me dijo una de las frases más acertadas y es que a mí me pasó una de las cosas más difíciles que le puede suceder a un artista. Todo el mundo comienza desde abajo, de a poquito, para lograr el éxito. Lo mío casi empezó con el éxito y si bien siempre hablo de las primeras épocas en que no era conocida y mi viejo me llevaba de acá para allá con el casete y el autito, tuve un camino muy cortito para llegar al éxito. Una vez que tenés el éxito y encima de la manera que lo obtuve yo, que me explotó en las manos, todo lo que viene después te parece poco y es muy difícil mantener la cordura, el equilibrio, abstraerse y poder mirar las cosas desde afuera.

¿Cómo se maneja haber logrado tantos objetivos en tan poco tiempo?

No es fácil. Creo que el ser humano necesita todo el tiempo desafíos. En mi caso soy muy inquieta -y me imagino que Messi también por eso está donde está con la edad que tiene-. Llegar al éxito rápidamente también puede ser muy frustrante. Para mucha gente es un gran privilegio y hasta provoca envidia, dicen “uh, éste ya tiene plata, casa, ya tiene fama”, pero también detrás de todo hay un gran sacrificio. Para los que somos personas conocidas, dejamos muchas cosas de lado por nuestra carrera. Te repito, todo esto puede resultarte una frustración muy grande, porque cuando ya  conseguiste todo lo que buscabas es como que después no hay nada. Si no aparece otro desafío, es terrible. 

Cuando hablás de nuevos desafíos, ¿los planteás sólo en el ámbito profesional o los buscas también en el terreno personal?

Este año me dediqué un poco más a la cuestión personal, donde venía dejando las cosas un poco de lado. Mi noviazgo siempre fue muy exitoso, nunca recibí quejas de mi novio (risas), pero sí es cierto que no pude disfrutar de un montón de cosas que tienen que ver con mi familia, con cumpleaños, con bautismos, etc. Este año decidí parar de trabajar un poco, casarme. Ojo que para alguien que está en continuo movimiento, parar de golpe también puede ser peligroso. Si vos no tenés la cabeza bien fría…es complicado. Ahora empecé a hacer las cosas de la casa… llevo una vida de ama de casa y también lleva su tiempo.

 

“El distanciamiento es necesario”

Luego de 12 años de éxito continuo, Soledad decidió tomarse un descanso, repesar su carrera.

¿Por qué decidiste parar?

Me manejo mucho por sensaciones. Hago lo que siento y cuando siento que estoy haciendo automáticamente, ya eso no es bueno. Creo que cuando uno empieza a hacer las cosas sólo porque le pagan, ya es un punto terrible y sobretodo cuando se trata de arte. La gente percibe esas cosas y puede ser contraproducente. Por eso prefiero parar. No sé si va a haber un cambio o una renovación, pero lo que sí es necesario es el distanciamiento por algunos meses de los escenarios.

Hace mucho tiempo que mi papá que me viene diciendo “ahora es el tiempo de disfrutar”. Después volverá una época en la cual deberás esforzarte. Por ahora quiero disfrutar.

¿Te cansaron las presentaciones?

Nunca tuve un tiempo para mí. Durante 10 años, actué todos los fines de semana. Y la verdad que llega un punto en el cual decís “¿Y yo cuándo vivo?” Encima, los días de semana también se labura. Está la oficina, tenemos entrevistas de trabajo.

¿Te mantenés presente a través de la prensa?

Gracias a Dios el mundo está lleno de medios y por suerte soy una persona bastante requerida. Yo me propuse, sobretodo en el interior del país –que es donde se sustenta la base de mi carrera- ir a cualquier lugar donde me llamen. A veces me llaman de pueblos más chicos que el mío y esa nota es importante para mí. Cuando uno se convierte en una figura grande,  y no puede tener el tiempo que quisiera para estar con determinada gente, los medios de comunicación lo aceran a esa gente y hace que la comunicación sea más directa.

¿Donde estás viviendo?

Vivo en Buenos Aires y en Arequito. Hace 10 años que hago lo mismo y vengo diciendo que ya voy a dejar de viajar.

La verdad es que Arequito tira y por otro lado Buenos Aires es necesario. Estando acá uno consigue más trabajo, más contactos.

¿Tenés pensado volver a vivir definitivamente en tu pueblo algún día?

Siempre siento que al final de mi vida voy a terminar en Arequito. Nunca me pude ir del todo, es un lugar donde me siento segura, cómoda. Además, en el pueblo yo no soy una persona conocida, soy querida y respetada por algunos, por otros quizás no tanto (risas). En Arequito vivo una vida totalmente normal, voy a comprar el pan, salgo a andar en bicicleta. En el pueblo la gente me ha protegido mucho.

¿Existe gente en Arequito a quienes no les caes bien?

Si, por supuesto, por diversos motivos. Uno muy simple es que en fútbol, soy hincha de 9 de Julio de Arequito y por otro lado están los hinchas de Belgrano de Arequito… Jeremías, mi marido es de Belgrano, está todo mal con él. (risas).

Después, como todo…nunca podés caerle bien a todo el mundo. Mi posición a veces atrae mucho a la envidia. Desde afuera da la sensación de que de este lado está todo bien, como que uno ya tiene todo resuelto en la vida y la verdad que no es tan así. De cien cosas que uno proyecta salen sólo dos o tres.

¿Te gustó la experiencia de probar por fuera de la música? Hacer cine, televisión…

Si, me gustó mucho. Fueron experiencias que me enriquecieron un montón. Lo que también es cierto es que yo no debo descuidar el tronco principal de mi carrera, que es la cantante, la misma que generó después a la actriz, a la conductora.

Me gusta probar con distintas alternativas. Para esta etapa de mi vida en la que no quiero actuar en Argentina por un tiempo, hasta que no tenga algo nuevo que presentarle a la gente, está bueno seguir vigente a través de la televisión o de otro medio. De hecho, ahora estoy grabando High School Musical de Argentina, donde voy a ser jurado. Me gustó la idea.

Por otra parte, hace bastante que Jorge Guinzburg me está buscando para actuar. Siempre hay proyectos dando vueltas. Si creo en la persona, siento que voy a sentirme cómoda y que además me va a servir para mi carrera, le doy para adelante. A veces me equivoco, a veces no. En general, el que no se equivoca es el corazón.

¿Qué te gusta hacer para abstraerte de la vida profesional?

Me gusta mucho el deporte. Soy media fanática de la gimnasia aunque al no tener una vida rutinaria no lo puedo hacer mucho. Me gustaba mucho jugar al tenis y ya hace muchísimo que no lo hago, pero siempre salgo a correr. Me gusta correr por el campo, escuchando música. Si mi mamá me acompaña, salgo a caminar para charlar un rato.

También me gusta mucho leer. Ahora me acuesto muy tarde y suelo estar cansada, así que leo un par de páginas y me quedo dormida. Lo otro que siempre me gustó es escuchar música y a eso nunca lo dejo de hacer.

¿Qué música te gusta escuchar?

Soy bastante amplia. Puedo escuchar desde tango y folclore hasta cumbia; Silvio Rodríguez y Serrat. Lo que no escucho mucho es música electrónica. Y no soy cerrada con la música, cuando estoy en un lugar en el que yo no elijo la música, no tengo ningún problema, voy y me divierto igual.

¿Podés disfrutar de la música que escuchás o la percibís con un oído crítico?

Por suerte todavía logro desalienarme, seguir siendo una persona común y corriente, y  también dejarme llevar por esas sensaciones simples que te generan las canciones. No estoy todo el tiempo pensando en si el cantante desafinó, o no.

¿Se te ocurre pensar de vez en cuando qué hubiera sido de tu vida si no hubieras tenido éxito con la música?

Nunca me lo puse a pensar seriamente. Pero por lo inquieta que soy, creo que en alguna otra cosa habría trascendido. No con este éxito ni mucho menos quizás, pero si me proponía hacer algo creo que lo habría logrado. La familia y los amigos hubiesen sido los mismos y eso es lo más importante.

¿De tu música, cuál es el disco que más te gustó?

Cada disco me enorgullece en su momento y es muy difícil elegir uno. “A donde vayas” es quizás el que más me enorgullece, pero porque fue en el que más trabajé yo, incluso como productora. En ese disco me tuve que hacer cargo de la producción a último momento y me enorgullece porque lo pudimos hacer y además porque se vendió muy bien.

¿Te gusta más escribir o componer música?

Me gusta más escribir, aunque por lo general a mí me sale todo junto. Por ejemplo, en el disco pop que esta por sacar mi hermana Natalia, hay un tema en el cual me pidieron que le pusiera letra y la verdad que no me fue tan difícil. Pero cuando generalmente hago canciones, hago todo junto porque me sale así.

Se viene el lanzamiento de tu hermana Natalia como solista. ¿Te sentís responsable de su carrera?

La gente tiene esa idea de que en algún momento yo seguí sola. En realidad nunca estuvimos separadas. Lo que pasó es que a Nati siempre le gustó menos la exposición pública, entonces cada vez que había que hacer alguna nota iba yo. Además se dedicó a estudiar y eso le quitaba tiempo. Ella se recibió y ahora que está más relajada aceptó hacer un disco solista. Pero yo no siento ningún tipo de responsabilidad porque la conozco y sé que todo lo que se propuso, lo logró. Quería ser abogada, lo es, quería ser escribana  y lo es. Yo lo que hago es aplaudirla y acompañarla en este momento de su carrera que es muy especial.

¿Estás pensando en ser mamá?

Si, es uno de los motivos por el cual no casamos. Que sea lo que Dios quiera y cuando Dios quiera. Si pudiese elegir, me gustaría que no sea tan pronto para poder lograr todos los proyectos que tengo a nivel laboral, porque el día que quede embarazada quisiera tomarme mi tiempo.

¿Cuándo volvés a los escenarios?

En Argentina vuelvo en octubre, pero no todavía a Buenos Aires. Dentro de poco tengo un mini recital, un compromiso que asumido con Claudia Maradona.

¿Tenés algún boceto de tu próximo disco?

No, por ahora solamente estoy armando un disco con canciones que me gustaría cantar, pero hay que ver si todas son compatibles entre sí, si tienen que ver con lo que soy yo. A mí me encanta el Rock and roll, pero imaginate si en mi espectáculo tuviera que cantar Rock… sería medio raro, ¿no?

Tu carrera se sustenta también en una imagen muy transparente sobre vos misma. Eso es una tentación para el mundo de la política. ¿Nunca te ofrecieron participar políticamente?

En general no me meto mucho. Me interesa mucho y cuando alguien oficialista, elegido por la gente, me llama, siempre quiero ir, más allá de si estoy o no de acuerdo con la persona. La eligió la gente y listo.

Tengo mi forma de pensar y no me gusta demasiado hacerla pública porque siento que arrastro otras opiniones. Todo aquel que tiene un micrófono, tiene que cuidarse mucho en lo que dice. Además uno puede equivocarse. Me encanta la política, pero ya soy cantante.

Con tu fundación, llenás un poco esa inquietud política…

Si. Quizás en un país ideal no existirían fundaciones, ni comedores escolares, ni mucho menos. Mi fundación me sirvió mucho para responderle a la gente que me mandaba cartas pidiéndome un montón de cosas. Hay gente que está desesperada y busca ayuda por cualquier medio. La nuestra es quizás una forma más organizada de poder ayudar.

¿Qué le dio Soledad Pastorutti a la cultura, a la música argentina?

Tanto como un aporte a nivel técnico no creo que le haya dado. Lo que sí puedo decirte que le di es una sonrisa, le di frescura.

Luego de recorrer expresiva y transparentemente su carrera, Soledad vuelve a recluirse en su silencio. Estará presente quizás de alguna otra manera, pero por ahora su canto, su esencia, se mantendrá en silencio. Un necesario silencio para una artista que ya lo logró todo.

José María Listorti, en la línea sucesoria Tinelli

Por Marcos Calligaris

José María Listorti integra desde los primeros días el staff de Marcelo Tinelli, pero ha sido el presente año el de su gran proyección. A su protagonismo como conductor de dos exitosos programas como ‘Este es el Show’ y ‘El casting de la Tele’ hay que sumarle su rol indiscutido en los sketches más picantes del conmemorativo ShowMatch de los veinte años. Como si fuera poco, el mandamás de Ideas del Sur lo desafió a reemplazarlo en el frágil ‘Bailando Kids’. José María tomó la posta y aprobó el examen, una experiencia que lo llenó de orgullo y que paralelamente encendió la mecha de la discusión sobre la sucesión artística de Marcelo Tinelli. “Creo que no hay un sucesor de nadie, todos somos únicos”, se defiende rápidamente Listorti, quizás a modo de sacarse la presión, pero él sabe que es uno de los mimados del número uno de la televisión argentina.

Mientras está en boca de todos y se prepara para ser papá en noviembre, José María Listorti no olvida sus comienzos como movilero del programa radial de Mario Pergolini y mucho menos puede dejar de recordar cuando de chico se pasaba horas frente al televisor mirando a su gran ídolo, Carlitos Balá. “Hace unos días –recuerda emocionado hasta las lagrimas- me llamó Balá y me dijo que de los humoristas actuales, yo soy el que más lo hago reír. ¿Sabés lo que significa para mí que mi propio ídolo me llame para decirme eso? Fue muy fuerte, me temblaban las piernas”, reconoce con la voz temblorosa.

José María vive un momento de omnipresencia en la televisión, pero no quiere marearse. “La cantidad de horas de aire no son proporcionales a la cantidad de talento que tengas”, analiza. Y en cuanto al  futuro, sueña con hacer cine y ficción. “Sé que se va a dar”, arriesga.

¿Cómo fue tu llegada a los medios?

A mí de chico me gustaba mucho la televisión. Era y sigo siendo fanático de Carlitos Balá. Intenté siempre meterme y me costaba mucho. A los diecisiete años ya pasilleaba por los canales para ver si podía conseguir algo. Así fue como decidí estudiar locución y ahí me hice amigo de Freddy (Villarreal), que justo había enganchado para trabajar en radio. Freddy me llevó a la Rock & Pop, donde hacíamos los móviles para Mario Pergolini. Fue entonces en el año 93’ que la conocí a Marcela Feudale, quien me dijo que había un casting para VideoMatch. Mandé un video, me llamaron, me hicieron una prueba y acá estoy.

Resulta llamativo que hayas comenzado tu carrera en el programa que sería el más exitoso de los últimos 20 años…

Si, pensar que mucha gente se muere por trabajar con Tinelli, nosotros empezamos ahí. Y eso a la vez te genera una pregunta, ¿a dónde te vas después de trabajar con Tinelli?

En algún momento te alejaste de Tinelli, ¿a qué se debió esa decisión?

Cuando me fui de VideoMatch opté por nuevos caminos, sabía que iba a algo inferior. Para mí fue una responsabilidad muy grande, tardé cómo dos años en irme, porque cuando lograba decidirlo me decían, ‘quedate un año más que la vamos a romper’… Y llegó un momento en que dije basta, tomé la difícil decisión de irme para crecer. En ese momento me iba de Telefe, canal número uno de la televisión argentina; me iba del programa número uno, que era ShowMatch y me iba de la productora más grande, que es Ideas del Sur.

¿Qué conclusiones sacaste al ver la televisión desde la otra vereda?

Me di cuenta que es muy difícil hacer un programa de humor, de televisión, fuera de Ideas del Sur. Ellos la tienen muy clara, si necesitás llevar un avión desarmado a Colonia lo tenés, en otro canal quizás necesitás un gorro para hacer de diariero y no lo encuentran.

En ShowMatch trabajé once años y fueron once años en los que he conocido mucha gente. Es un elenco muy grande en el que nos hicimos amigos, vamos a comer, conocemos el crecimiento de los hijos, los casamientos, las separaciones. Y no sólo con la gente de artística, sino también con los de producción, los de técnica.

Trabajar en otro canal fue muy desequilibrante para mí, no conocía a nadie, sufrí muchísimo la adaptación. Quizás no se notó al aire, pero lo sufrí.

Un tipo caseroLuego de las luces, los flashes, del gran mundo del espectáculo, José María disfruta mucho de la vida en casa. De novio con Mónica González, esperan su primer hijo para noviembre.  

¿Qué hacés cuando llegás a tu casa y ya no tenés ninguna obligación?

Hago de todo, me encanta jugar al PlayStation, estar en la computadora, me gusta ver series -ahora estoy con la cuarta temporada de ‘Prison Break’ y me vi todo ‘Lost’-, voy al cine y al teatro con mi mujer, aunque como ella está embarazada de siete meses, con el tema de la Gripe A estuvimos un poco aislados. Soy un tipo muy hogareño, me gusta estar en mi casa tomando un mate, un café.

En noviembre llega un nuevo Listorti…

Sí, Franco Listorti. Si Dios quiere va a nacer a principios de noviembre, ayer pudimos verle la cara.

¿Tenés planeado algún cambio de rutina para esta nueva etapa?

No, a eso me lo va a ir marcando Franco. No sé si va a dormir mucho o poco, si cuando se despierte se va a levantar mi mujer, o los dos. Supongo que al principio nos levantaremos los dos, pero como yo no tengo teta, le tocará a ella…

¿Mantenés las amistades del barrio, de la infancia?

Sí, todos los jueves nos juntamos a comer. Me los sigo encontrando en el barrio, en los cumpleaños, nos vemos muchísimo. Siento que en ese sentido mi vida no cambió nada y eso está bueno.

Listorti conducciónDesde la conducción de ‘Este es el show’ y ‘El Casting de la tele’ José María viene pidiendo pista desde hace unos años. Este año se probó la ropa de Marcelo Tinelli y demostró que tiene pasta para manejar un programa top como ShowMatch. ¿Estás definitivamente lanzándote a la carrera de conductor?

A mí me gusta hacer de todo. Hice teatro con Moria Casán y Nito Artaza y me gustó. En televisión me gusta poder hacer un musical, conducir, hacer un sketch, ponerme una máscara para hacer a (Julio) Cobos. Trato de no limitarme. Hay gente que dice “yo a esto no lo hago…” pero a mí me gusta hacer de todo, porque sé que todo me sirve. A la revista le pongo un poco de conducción y a la conducción le pongo un poco de revista, y así. También hago radio, porque soy locutor nacional y me queda pendiente hacer ficción o cine.

¿Bailando kids, fue -como muchos sostienen- un fracaso?

No. Un fracaso no, porque cuando Marcelo decidió no conducirlo más, estaba haciendo 20 puntos de rating, y hoy día eso es lo que está midiendo ShowMatch. En la televisión argentina muy pocos programas hacen 20 puntos, si eso es un fracaso…

Pero no podés negar que Tinelli necesita más que 20 puntos de rating…

No pasa por ahí. Pasa también porque los viernes hay menos encendido. El tema de los Kids le quitaba mucho tiempo, entonces Marcelo dijo ‘vamos a descansar un poco’, porque se venía un año complicado, con la separación y está viajando mucho. Aprovechó para estar más con su familia y atendiendo asuntos personales como San Lorenzo. En definitiva, buscó más tiempo para él.

A vos te tocó por un lado ponerte al frente de un programa con la suerte echada, y por otro reemplazar nada menos que a Marcelo Tinelli…

Para mí fue la gran noticia de mi vida. Primero iba a ser por una semana porque él tenía que viajar y después ya me quedé porque le gustó cómo lo había hecho. Yo ya lo había reemplazado para el nacimiento de su hija, me había encantado aunque estaba más nervioso porque me habían avisando una hora antes de salir al aire. Yo tenía veintipico de años y menos experiencia.

Esta vez fue espectacular, que el número uno de la televisión argentina piense en mí para remplazarlo es algo que no me lo saco de la cabeza y en cada nota que hago se lo agradezco. Estás jugando con el ocho de espadas. Es el aval del tipo que te está diciendo ‘sos vos, dale hacelo vos’. Después en los números ya no me puedo meter, sé que a mi trabajo lo hice bien, pero si el programa no ha pegado como era la intención, no depende de mí.

De los programas que estás realizando, ¿cuál disfrutás más?

Disfruto de todo, pero me gusta mucho hacer ‘Este es el Show’, porque va en vivo, porque tengo que interactuar con la gente, porque tiene mucho humor y la conducción es mucho más desacartonada, porque van invitados, famosos. También es medio cansador porque son tres horas en vivo, pero me divierte mucho hacerlo.

Por otro lado ‘El casting de la tele’ es muy divertido verlo, pero como conductor, mi participación es mucho más pasiva.

“Si Kirchner iba al programa, la historia hubiera sido otra”En un año de elecciones legislativas el programa de Marcelo Tinelli volvió a tener un rol protagónico en el mapa político, quizás mayor al de 2001, cuando muchos vieron en la ridiculización del ex presidente Fernando De la Rúa, una de las claves de la caída del gobierno aliancista. ¿Puede un programa humorístico definir parte de la vida política de los argentinos? 

¿Tuviste algún tipo de presión, aliento o sugerencia por parte de Julio Cobos al imitarlo?

No, nada de nada. Ni al principio para decirme que baje, ni después para felicitarme porque llegué a la final.

Cobos parecía el más débil y al final salió favorecido…

¿Viste? Todos decían: ‘eh, lo estás matando’ y al final salió favorecido.  Yo dije que como era el más débil en la casa, iba a salir más beneficiado afuera, porque la gente se pone del lado del más débil.

¿Creés que Cobos lo supo leer de esa manera y por eso no se entrometió en el programa?

No. Desconozco la base política que tenía él en Mendoza, pero  me parece que si es un político enserio, la cuestión política tiene que sobrepasar lo humorístico.

¿Cómo ves que algunos políticos hayan tomado partido asistiendo personalmente a Gran Cuñado y otros no?

Cobos tenía la ventaja de que no era candidato personalmente. Me parece que el error lo tuvo Néstor Kirchner en no haber ido. Creo que si Néstor iba al programa, la historia hubiera sido otra.

¿Te parece que esa actitud de Kirchner fue decisiva para la elección? Estaríamos hablando de que un programa humorístico tuvo un rol determinante en la vida política argentina…

Me parece que sí, lamentablemente. Creo que un programa de televisión no tendría que determinar que gane o que pierda un político. Pero De Narváez se hizo conocido en lo de Tinelli, lo demuestran las encuestas. Le preguntaban a la gente de dónde lo conocían a De Narváez y respondían de Gran Cuñado. Es muy fuerte, pero Gran Cuñado medía 30 puntos de rating y un programa de política 2 ó 3 puntos.

Tu estilo de conducción luce tinellizado, ¿lo considerás así?

Sí, es verdad y por eso él me pone ahí. Siempre digo que cuando tenés que conducir un programa de tantos años, no le podés romper el código de un día para el otro. Si un participante saca un diez, yo no puedo decir ‘qué bueno, tiene un diez’, tengo que hacer lo mismo que hace Marcelo: ‘dieeeeeeezzz’, así con el tono hacia arriba.

Pero al mismo tiempo uno no podía abstraerse de que el conductor era José María…

Sí, me lo han dicho muchos e incluso lo he podido observar en videos. Tenía un estilo muy tinellizado y a la vez también estaba mi conducción. Pero no te olvidés que hasta tenía que vestirme igual, no podía salir con un jean, me dio hasta su ropa. Eso más toda la escenografía, el logo atrás y las bailarinas, inevitablemente iba a ser parecido.

No tenés ningún drama de pasar de desnudarte en un sketch a conducir un programa formal…

Es que eso es lo que te suma como artista. Todo es un aprendizaje. Yo tengo una listita en la que voy tachando: a esto ya lo hice, a esto también… y eso me hace crecer.

¿Qué tenés pendiente sin tachar en esa lista?

Me gustaría hacer cine y ficción aunque no por ahora, estoy muy cómodo con lo que estoy haciendo. El día de mañana me encantaría hacer una tira de Pol-ka, algo así.

¿Te ves haciendo un papel serio?

Sí. No te digo algo como ‘Mujeres Asesinas’, pero podría hacer algún papel de ‘Valientes’, por ejemplo. Me gustaría y sé que algún día se me va a dar. Mientras tanto me gusta adquirir experiencias para luego plasmarlas en otras actividades. Yo en cada cosa que hago pongo inconscientemente todo lo que aprendí. Tengo recién 17 años de carrera y me encanta poder zafar de situaciones gracias a momentos que viví. Me pasó, por ejemplo, que algún compañero se quedó sin letra y haber podido arreglarlo gracias a la experiencia, o en una cámara oculta saber cómo actuar si una persona reacciona mal.

¿Este es tu año con más horas de aire?

Sí, pero no me fijo en eso. Hoy se da así pero quizás el día de mañana podría tener un programa semanal, y me encantaría. La cantidad de horas de aire no son proporcionales a la cantidad de talento que tengas, eso no suma. Vos podés hacer un programa como Susana Giménez, que está tres horas semanales y es un muy buen producto. Ahora me toca estar más tiempo y quizás dentro de dos meses no, es parte de esta profesión.

Pero no podés negar que tenés un rol mucho más protagónico que otros años…

Sí, pero el tema del protagonismo también trato de manejarlo. Yo no hago la recorrida por todos los programas de chimento porque trato de no cansar. Me han invitado Lucho Avilés, Canosa y trato de no ir, para no estar todo el tiempo en la pantalla. Con las entrevistas sucede lo mismo, trato de dosificar, porque si no de repente se vuelve una invasión. De decir ‘mirá qué bueno este pibe’, a ‘ya me cansó este pibe’, hay una línea muy delgada.

¿Cómo fue reencontrarte este año con tanta gente que la que habías trabajado?

El reencuentro por los 20 años de VideoMatch fue muy lindo. Ese primer viaje a Colonia, donde nos encontramos todos fue genial, o haber ido a España con Pablo y Pachu a grabar notas fue increíble. Pensaba: “¿qué estoy haciendo acá de nuevo, cómo puede ser que la vida me haya dado una segunda oportunidad?”. Volverlo a vivir está siendo maravilloso.

¿Cómo es tu relación con Marcelo Tinelli?

Hay una distancia que la marco yo porque no quiero molestarlo. Yo no lo jodo para nada porque sé que tiene muchas cosas en la cabeza. Lo llamo muy poco por teléfono y las veces que me ha llamado él fue para darme consejos de la conducción. Cuando lo llamo es para saludarlo por el cumpleaños o para algo muy importante. Igualmente es una gran relación, hace muchos años que nos conocemos, tenemos muy buena onda y miles de anécdotas.

¿Tenés amigos en el ambiente artístico?

Sí, tengo muchos, pero te doy un ejemplo de lo que sucede, con Diego Pérez tengo una afinidad terrible porque hacíamos ‘El Insoportable’, viajábamos por el mundo, dormíamos en la misma habitación, nos íbamos de vacaciones juntos y tenemos miles de anécdotas. Pero ahora él trabaja con Maru Botana y ya no nos vemos más porque no nos coinciden los horarios. La amistad la tenés, pero muchas veces el trabajo te hace separar.

¿Te incomoda que te planteen como el sucesor de Tinelli?

No me molesta. Pero siempre tratamos de buscar un sucesor y creo que no hay un sucesor de nadie, todos somos únicos. Messi es un fenómeno, pero si lo comparan con Maradona es un cuatro de copa. En humor pasa lo mismo, Francella es un genio, el que más me gusta hoy, pero si lo comparás con Olmedo, pierde. Acá va a pasar lo mismo, Tinelli es un fenómeno y el que venga abajo va a perder siempre. Además mi carrera no va para ese lado, yo no quiero ser Marcelo Tinelli. Porque no tengo su temperamento, porque no estoy en la situación social en la que él se hizo famoso en la década del noventa y en la que también creció como empresario.

¿Como empresario no te ves?

Me gusta estar en la televisión, hacer humor, teatro y radio, pero de ahí a tener una radio propia o una productora como Ideas del Sur, ni loco. No me interesa tener la presión y la responsabilidad que tiene Tinelli. Marcelo, más que una persona de Medios es un empresario y es muy difícil ser empresario en este país, tenés que estar las 24 horas trabajando.

¿Es particularmente duro para un actor quedarse sin propuestas laborales?

Es tremendo. A mí me pasó hace unos años, que me fui dos meses de vacaciones y cuando volví en febrero, no tenía nada firmado hasta que pude volver a trabajar en mayo. Fueron unos meses en los que no sabía qué hacer. Es un laburo muy injusto en ese sentido, un día comés caviar y al otro podés estar comiendo arroz. Y es mucha más la gente que le va mal que a la que le va bien. Hay miles de actores y conductores sin trabajo. Pero de todo se aprende, ahora ya sé que el día de mañana ya tengo otras quintitas y trato de buscar otras cosas.

¿Tenés planes para fin de año?

No, voy a descansar. En noviembre es el nacimiento de mi hijo y quiero disfrutarlo. Para año que viene estamos viendo si hacemos otro año de ‘Este es el show’ y vamos a ver si buscamos un formato que reemplace ‘El casting de la tele’. 

Con humildad al actuar y con simpleza a la hora de pensar en grande José María planea ganarse un lugar entre los peces gordos de la televisión argentina. El tiempo y el talento están de su lado para intentarlo.

 

Jairo, esencia criolla

Entrevista a Jairo
Por Marcos Calligaris

Mario Rubén González nació en Cruz del Eje, ciudad donde a los doce años ya era folclorista.

Tenía sólo quince años cuando partió hacia Buenos Aires y se forjó un relativo éxito como “Marito”. Actuaba en ‘La escala musical’ y fue telonero de Neil Sedaka, Rita Pavone y Chubby Checker entre otros.

En la gran urbe realizaba shows asiduamente, hasta que dos años después se le cortó la racha. No cantó más, en las discográficas le decían que se le había pasado el cuarto de hora. Él quería triunfar, pero no le agarraba la mano a la gran ciudad. “A Buenos Aires nunca lo entendí, pasé por ahí como un tarado” confiesa.

Pero se quedó, comenzó a estudiar dibujo y hacía retratos en las plazas para comer. Incluso consiguió un trabajo como dibujante de carátulas en el sello CBS y fue allí mismo donde un amigo le presentó a Luis Aguilé, quién lo apadrinaría y sería el promotor de su futuro éxito. Marito Gonzáles usaría a partir de ese momento el bíblico seudónimo de “Jairo”.

Corrían los años setenta, Jairo comenzó a forjar caminos europeos. Grabó cinco discos, incluyendo “Jairo canta a Borges”, se casó y tuvo tres hijos en España. En 1975 recibió una invitación para realizar un espectáculo en París y allí se quedaría 16 años. En París se codeó nada menos que con Charles Aznavour, Pierre Pret, Gilbert Bécaud y Charles Trenet, entre otras figuras de la canción francesa.

En un mano a mano, Jairo habla de todo. De sus problemas con el corralito, su familia, su éxito en Francia, su relación grandes artistas nacionales e internacionales, su incursión el cine, sus discos, sus ratos libres. Un auténtico Jairo.

Seguís teniendo tonada cruzdelejeña…

Si, algo queda siempre. Cuando voy a Córdoba me vuelve. Mis hijos me cargan a veces, he vivido muchos años afuera pero el acento no ha cambiado mucho.

¿Cómo fue la decisión de irte a los 15 años?

No fue nada fácil. Lo que pasa es que ya estaba muy decidido a empezar una carrera como cantante. Era más intuitiva la cosa, no estaba basada en nada concreto. No había nada que me señalara que iba a hacer una carrera como cantante, era bastante aventurada la cosa. Además a esa nada es seguro. Lo único seguro es estar al lado de tus padres.

Y fue definitivo…

Si. He vuelto circunstancialmente. En los años sesenta me quedaba a veces hasta tres meses. Pero después ya no. Cuando me fui a España mis visitas se hicieron más esporádicas y más cortas, algo que lamento mucho porque me he perdido de vivir muchas cosas.

¿Te costó Buenos Aires?

A Buenos Aires nunca lo entendí. Pasé por ahí como un tarado porque la verdad es que no entendí el método. No me dieron las instrucciones de uso. Y no me refiero a Buenos Aires como ciudad, sino al medio en el que me movía. Lo que hacía no tenía consistencia y por ende no tenía futuro. Fue muy duro porque tuve algo de reconocimiento al principio y luego fue el ostracismo total. Eso es lo peor que te puede  pasar.

Pasaron cinco años y partiste rumbo a España. ¿Cómo se dio?

Lo de Europa surgió porque surgió. Yo no hice nada para que se diera. En realidad yo escribía algunas canciones con otro muchacho y se la llevábamos a los cantantes para ver si las querían cantar. En una de esas oportunidades se las llevamos a Luis Aguilé que vivía en España. La idea que yo me vaya a España y el primero que pensó que yo podía tener éxito allá fue Aguilé.

A partir de ahí, empecé a pensar que era posible que pudiera cantar en Europa, pero en realidad Europa ni siquiera entraba en mis planes. Lo mío es ver si podía hacer algo acá.

 

Hacer la Europa

Con un éxito relativo e intermitente en su país, Jairo probó suerte en Europa. Un mundo desconocido y de ensueño esperaba por el artista

 ¿Cómo llegás a instalarte en el mundillo de la canción en España?

A mí lo primero que me llamó la atención fue la reacción de la gente. A la gente le gustaba cómo cantaba. Yo no lo entendía muy bien, me decía “Mirá vos cómo les gusta”. Después poco a poco yo mismo fui mentalizándome y eso fue muy importante porque fui tomando confianza, que en Buenos Aires la había perdido. Comencé a grabar discos en condiciones que ni había soñado grabar. Después las cosas se fueron dando de una manera muy natural.

¿Y lo de ir a cantar a Francia cómo surgió?

Me eligieron desde Argentina porque era un espectáculo de música argentina y donde querían una intérprete femenina y uno masculino, Ya tenían a Susana Rinaldi y luego de barajar varios nombres se decidieron por mí.

¿En qué momento comenzaste a vincularte con grandes artistas?

Como la mayoría de ellos lo hice en Francia. Con los artistas españoles tenía un gran vínculo.

Charles Aznavour afirmó alguna vez “Jairo no es ni rock ni folk, ni funky, ni punk, él es él mismo, con su talento, y en los tiempos que corren esto no es nada corriente”. ¿Qué creés que fue lo que cautivó a los europeos de Jairo?

Después de darle muchas vueltas al asunto, me di cuenta que les gustaba el sonido de mi voz. Era bastante original para ellos y cantaba como no cantaban otros. También creo que es una cuestión de suerte. Los artistas dependen mucho de la suerte, es un factor muy grande. Vos podés tener mucho talento, pero si no estás en el lugar y momento justo…

Y llegó en momento de cantar en francés…

Si, a  mí me gustaba mucho la canción francesa. Hay gente a la que le gusta más otro tipo de canciones. Yo estaba enamorado de la música folk de los sesenta, pero por otro lado en Buenos Aires me empezó a gustar la música francesa, así que cuando llegué a Francia ya tenía una idea de qué se trataba.

¿Qué fue lo mejor que te pasó en Francia?

Lo mejor que me pasó fue la reacción de los otros artistas. Hubo como una adhesión, una solidaridad muy grande conmigo.

Una vez me pasó algo increíble. Yo ya había hecho dos o tres programas de televisión, o sea que la gente ya me conocía. Un día yo estaba en el medio de la avenida Champs Élysées, tratando de cruzar y de repente paró un auto y se baja Pierre Perret, que es un cantante muy querido por los franceses, me da un abrazo y me dice “Yo lo he visto a usted, sea bienvenido”. Se subió al coche y se fue. Impresionante.

De repente, me mandaba un mensaje Gilbert Bécaud, diciéndome que me querían ver en  la oficina de su compañía, que yo era uno de ellos. Fue fantástico

Además del canto, incursionaste en televisión, ¿Cómo fue esa experiencia?

Si, conduje algunos programas y también participé en películas.

En París tuve un programa por TF1 que se llamó “Station Argentine”. Nuestro país es el único del mundo que tiene una estación de subte en París. Cuando tuve ese programa ya hablaba bien, pero antes había tenido otros sin hablar bien.

¿Cómo surge luego la invitación para actuar en un film danés?

Yo canté en el aniversario número 90 del Moulin Rouge. Ese espectáculo, que además era a beneficio de UNICEF se vio por MundoVision en toda Europa. Así fue como me vio desde Dinamarca Sven Gronlike, un director quien pensó que yo daba muy bien uno de los personajes que había en la su futura película.

¿Cuál fue tu papel en la misma?

Se llamaba “La Balada de Linda”. Yo reencarnaba a un artista, un caminante que venía del sur. Yo llegaba a un pueblo donde estaban armando la primera línea de un ferrocarril. El film se trataba de una mujer que estaba casada con un molinero, por interés. Él era un viejo rico. Un día llega el ferrocarril y con él los ferroviarios. Uno de ellos le atrae mucho a la chica y representa la fuerza bruta. Por otro lado también llega un circo al pueblo, y entre esa gente estoy yo, que canto, y para ella represento el romanticismo. La mina me parece que termina yéndose con el ferroviario. (risas)

¿Se puede decir que te gustó hacer cine?

Me gustó hacer esa película, pero después hubo otras en las que no me gustó mi actuación.

La gente del cine me trató de maravilla siempre, pero yo fui un desastre. En “Funes, un gran amor”, de Raúl de la Torre me sentí bastante cómodo, pero cuando me tocaba hacer algún protagónico, no me gustó nada cómo trabajé.

Con la frente marchita

Luego de su éxito europeo, Jairo codiciaba una revancha en su tierra. “Quería tener éxito acá. Estaba obsesionado con eso. Yo había fracasado en Argentina y volvía como un artista consagrado en otro país, con mucha experiencia. Se supone a que a la canción ya me la sabía, ¿no?” se sincera.

Lo primero que hizo fue grabar un disco que fue una pegada. “El disco se llamó ‘Cielos’, lo hicimos con Pedro Aznar y tenía canciones que habíamos escrito con Daniel Salzano en España y Francia. Ahí empezó todo y poco a poco la gente comenzó adhiriendo. Luego todo entró en un carril fluido”, concluye.

¿Considerás haber logrado tu cometido?

Si, pero instalarme, mantener una línea, ser coherente ha sido un arduo trabajo. En Argentina es muy peligroso el mundo del espectáculo, tiene muchos carriles peligrosos, donde no hay que meterse. Hay que pensar en la música y el arte. Si uno hace eso, tiene muchas posibilidades de que la gente lo entienda.

Llevás más tiempo siendo Jairo, que Mario Rubén. ¿Vivís totalmente alejado de aquella vida de chico de pueblo, humilde…?

No, yo sigo muy unido a todo eso. Me sorprendo de mi memoria y también sorprendo a la gente que está conmigo. A veces me dicen “¿Cómo te podés acordar de eso?”. De cuando era chico, de los lugares, de los nombres y sobretodo de los sonidos.

Fuera de la música, ¿qué otras cosas te gusta hacer?

Me gusta mucho la pintura. Antes de irme de Buenos Aires había trabajado como ilustrador. Ahora pinto y dibujo en mi casa. Pero es algo muy mío. Me han ofrecido muchas veces mostrarlo pero no me animo. A lo mejor más adelante. Tengo un buen nivel técnico, creo que varios se sorprenderían. Recuerdo que una vez se hizo una exposición de escultura y pintura en Francia, donde cada artista llevaba algo para mostrar, y los diarios destacaban mucho mi cuadro.

Pero para mí, la pintura es algo paralelo a la música y es una actividad en la que yo encuentro ciertos alicientes que no encuentro en la música. Lo hago por el placer de hacerlo.

También me gusta mucho leer.

Lo primero es la familia

Al mirar hacia atrás y repasar su vida, Jairo no piensa ni en su éxito, ni en sus discos, ni en París, ni en su relación con Borges o Piazzolla, piensa en su núcleo familiar.

Lo que más me enorgullece es haber tenido la familia que tengo. Valoro mucho lo artístico y haber tenido relación con personas que son vitales para la cultura argentina, como Borges, Cortazar, Yupanqui, Piazzolla, María Elena Walsh, pero eso entra en otra escala de valores. A mí lo que más me hace sentir pleno es la familia. Ver a mis hijos lograr algo, cuando hablo con ellos, cuando me cuentan algo que están por hacer”, se sincera el cantante.

¿Cómo se compone tu familia y a qué se dedican?

Mi mujer, que se llama Teresa y es madrileña. Luego están mis hijos.

El mayor (Iván Gonzáles) es actor y está en Francia, donde le está empezando a ir muy bien. Está allá desde hace dos años y ha hecho cine, teatro y protagónicos. Ha entrado muy bien, creo que ahí encontró el lugar perfecto.

El secundo es Yaco, que es el productor de mis discos y el sostén más grande que tengo desde el punto de vista profesional. Él es el único de los cuatro que vive en Argentina, está casado y tiene dos hijos.

El tercero se llama Mario. Él es Abogado, Licenciado en Ciencias Políticas en París y miembro del Partido Socialista francés. Hace unos días me acaba de dar la noticia de que está en la lista del Socialismo para las próximas elecciones municipales de París.

La cuarta es la única mujer, se llama Lucía y vive en España y estudia Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid.

¿La distancia con tus hijos es complicada?

Un poco, no tanto como la gente se crée. Además yo soy el menos indicado para hablar de distancias, o de impedirle irse a mis hijos, yo me fui cuando tenía 15 años. Ellos tienen la suerte y la posibilidad de hacer lo que quieren. Eso es un privilegio muy grande.

¿Cómo estás económicamente?

Bien. Tranquilo. En Argentina hemos tenido problemas, como todos los argentinos con el corralito. Cuando ocurrió eso fue como un paro, pero al día siguiente me dije “ya está, listo, hay que ir para adelante”. Pero ahora estoy tranquilo, no tengo sobresaltos, tengo todo lo que quiero, viajo cuando quiero y hago lo que quiero.

¿Qué planes tenés en mente?

Ahora estoy promocionando un disco de folclore que se llama “Criollo”. Es la primera vez que hago un disco de este género, yo nunca había correspondido al mundo del folclore que tantas puertas me abrió. Estoy muy ilusionado con el disco.

Después me voy a Europa un mes. Me voy a tomar algunos días en Madrid y luego voy a París, donde tengo que arreglar la producción de un disco cantado en francés, italiano y español. Ese disco de Francia traerá muchas presentaciones en Europa.

También estamos componiendo canciones con Daniel Salzano para un próximo disco y quiero terminar un libro que estoy escribiendo hace mucho. Ya casi está terminado.

Jairo sigue siendo un criollo por definición. Y consciente de que su logro en tierras europeas fue merced a sus raíces, actualmente le apuesta todas sus fichas a su tierra. ‘Criollo’, su último disco es una muestra de su gratitud hacia su esencia.

Jorge Lafauci: “Para mí es un esfuerzo ser duro”

Por Marcos Calligaris

Es el malo de Bailando por un Sueño, pero de malo no tiene un ápice. “Ser estricto no significa ser malo”, aclara.

Se trata de Jorge Lafauci, ese personaje duro que integra el jurado del programa más visto de los últimos años.

Sin embargo no fue Marcelo Tinelli quien lo descubrió. Lafauci tiene una larga trayectoria como periodista del espectáculo. Se siente orgulloso de recordar que entrevistó a “figuras máximas” como Tita Merello, Luis Sandrini, Alfredo Alcón, Norma Aleandro, Mirta Legrand, Leonardo Fabio, Hugo del Carril, Anibal Troilo y Goyeneche, entre otros.

También se jacta haber sido presidente de APTRA, de que María Elena Walsh lo haya elegido para presentar un libro de poemas, o de haber estado en la entrega de los Oscar, cuando fue premiada “La Historia Oficial”.

Cinéfilo, Lafauci asegura que “nunca dejaría de ir al cine o al teatro por ver un programa de televisión”.

Profesor de Letras de la UBA, carismático, hipocondríaco, sensible, de mal carácter, tiene “de todo un poco”.

Ese es Jorge Lafauci.

¿Es un bicho de ciudad?

Me gusta la vida de ciudad, soy urbano porque me gusta mucho el teatro, las confiterías, los restaurantes y el cine sobretodo. Me gustan también los lugares de veraneo, pero donde hay un poco de gente. Me gustan Córdoba, Mar del Plata y también ir a lugares poco poblados, pero pocos días.

¿No lo estresa la metrópoli?

Por supuesto que cosas como el tránsito estresan, y uno quiere llegar siempre a tiempo a todos lados. Tengo la costumbre de decir que sí a varias cosas al mismo tiempo, o con muy poca distancia entre sí y después se me complica llegar. Yo no tengo coche, entonces me manejo en taxis o subterráneo como puedo.

Lleva un ritmo muy acelerado…

Desde hace 3 años que estoy en Bailando, estoy en México, también como jurado de un programa paraguayo y todos se preguntan cómo surgió todo.

Entonces, ¿cómo surgió todo?

Siempre respondo que tuvo que haber una parte mía. Si me quiere psicoanalizar, soy ideal,  porque yo soy muy psicoanalizado.

¿Es verdad que hace terapia desde los 25 años?

Más o menos, sí.

Su forma de ser hace que le hayan preguntado varias veces si no tuvo problemas en su niñez…

Tuve una familia muy buena. Tengo una hermana, María del Carmen, que es psicóloga en el Pirovano, tengo sobrinos, una hija, nietos. En muchas notas me preguntan sobre mi infancia, buscan detalles de qué pasó… y yo tuve una infancia muy buena. Tuve dos padres que trataron de darme –dentro de la humildad- todo lo posible.

¿Era malcriado?

Y… por ejemplo mis padres nunca me dejaron ir al primario y al secundario de mañana, porque decían que no me podía levantar tan temprano. Así que yo de jovencito me volví medio noctámbulo, para mí es más fácil acostarme a las 5 de la mañana que levantarme a las 5.

¿Cómo era la relación con sus padres?

Mi madre falleció joven, cuando tenía 62 años. Ella fue la persona que más me contuvo y me ayudó en la infancia en cosas elementales como buscarme apuntes y hasta estudiar conmigo. Todo el amor por la literatura y el cine, todo eso me viene por mi madre.

De mi padre también heredé cierto rigor, cierta conducta, y sobretodo una ética profesional; él era de la Marina Mercante. A mi padre le gustaba la cosa popular y creo que yo junté un poco todo eso, siento que ellos me ayudan en lo que hago.

Él falleció hace 6 años cuando tenía 90.

Pum para arriba

En 2006 Marcelo Tinelli lo llamó por teléfono y le propuso ser el jurado estricto de Bailando por un Sueño. Jorge aceptó y desde ese momento su vida personal y profesional tuvo un vuelvo.

Actualmente su nivel de exposición es altísimo…

Sí, es tanto que yo mismo no lo puedo creer. Salgo a la calle y toda la gente me para, me saluda, me tocan bocina, me llaman desde los colectivos. Cuando voy a comprar una entrada para un espectáculo y hay cola, tengo que refugiarme en un bar.

Es como un antes y un después, que tiene sus ventajas y desventajas, porque es grato que la gente te quiera, pero es una exposición muy fuerte.

A mí me cuesta estar en boca de todos los programas de televisión, me cuesta que juzguen cada cosa que hago, pero con la ayuda de Dios, de la terapia y de mis afectos, trato de salir adelante siempre.

Pero usted no es nuevo en esto de los medios…

No. Yo empecé en el periodismo gráfico hace muchos años, aunque nunca tuve esta exposición. Igual, fui presidente de APTRA, iba a distintos programas televisivos, iba a festivales de cine, siempre como periodista. Hace 10 años, yo dirigía la revista TV y Novelas, y me ofrecieron participar junto a Any Ventura, Guillermo Pardini, y Guillermo Blanc, como penalista del programa “Yo amo a la TV”. Ese fue mi debut en televisión. Después tuve algunas incursiones en otros programas, como Zap TV.

En el 2000 me llamó Daniel Hadad para proponerme hacer radio, empecé en Radio 10 junto a Karin Cohen y estoy hasta el día de hoy allí, ininterrumpidamente.

¿Su programa de radio tuvo más rating luego de su incursión en Bailando?

No tengo idea, pero en Radio 10 todos los programas tienen que ser número 1, sino no están en esa radio. A parte el programa no tiene nada que ver con Bailando, tiene temas de familia, de interés general.

¿A qué público cree que le cae mejor?

El programa de Tinelli me dio el público juvenil, el público adolescente y el público de chicos. El de radio es un público mayor, son señoras que me siguen desde hace años; ellas son las que me piden que no sea malo, que ponga mejores notas. Los chicos jóvenes, en cambio, son partidarios de que ponga las peores notas, ellos tiene esa cosa como más cruel. Imagínese, tengo un nieto de 5 años y cuando salimos a cenar con mi hija y hay un pelotero, se me vienen todos los chicos a saludarme. En los colegios hay una jerga, dicen “no te hagás el Lafauci”, o por ejemplo, le dicen Lafauci a los profesores duros.

Es fanático del cine, ¿no pensó en desarrollar algún proyecto de esta actividad en algún momento?

No, para qué. Repito, yo soy un periodista de espectáculos, que en este momento es jurado.

Pero tengo la sensación de que de alguna manera usted está actuando en Bailando, que tiene un papel…

No, yo no estoy ahí solamente para hacer un papel como dice usted, sino que apelo a todos mis conocimientos. No soy un coreógrafo puesto a juzgar a colegas, ni un bailarín.

Además, no me quiera ver en otras cosas porque no voy a estar en otra cosa que no sea el periodismo.

Sin embargo, trascendió que Nazarena Vélez lo tentó para hacer teatro en Córdoba…

Si, me llamó Luciano Garbellano y me ofreció trabajar en un espectáculo de verano en Carlos Paz junto a Nazarena Vélez y Moria Casán, y aunque fue una oferta muy importante dije que no. Le vuelvo a aclarar, yo soy periodista. De todos modos yo iba a actuar de Lafauci, no iba a ser un personaje.

Al principio me sedujo la idea, pero pensé que después de toda mi exposición en los últimos tiempos, si encima tengo que estar todo el verano con una exposición constante, no me iba a hacer bien a la salud.

En una entrevista reciente usted declaró ser “totalmente pesimista respecto de la pareja” y agregó que “nos han educado mal: si uno no está en pareja, si uno no tiene hijos, sufre”. ¿Prefiere la vida en solitario?

Yo salgo solo, tomo algo solo, leo el diario solo, voy a visitar a mis parientes…

Pero no quiero dictar cátedra, ni ser un filósofo sobre la pareja, uno tiene que aceptar lo que tiene en la vida. Lo que quise decir es que de repente uno tuvo que cortar una relación de matrimonio y no por quedarse solo o estar solo tiene que sentirse amputado.

“No creo en nada de lo que veo en la tele”

Como jurado de Bailando por un sueño, Jorge Lafauci se ganó un lugar entre las personalidades más populares de la TV. Sin embargo mantiene una postura crítica frente a la televisión y no se acostumbra a estar en boca de todos.

¿Cuántos años estuvo casado?

Más de 10 años, tengo una hija y dos nietos. Pero ese es un tema del que no quiero hablar, porque no soy una figura mediática.

¿Le molesta hablar de su vida personal o del tema del matrimonio puntualmente?

No es que me moleste, sino que considero que  no es algo que deba tener relevancia.

¿Se hace mala sangre cuando lo critican en algún programa?

Sí, todavía me hago mala sangre con todo lo que se dice, no es fácil estar en el medio. Con la terapia, con la ayuda de mi gente y de mis amigos, me he dado cuenta de que yo estoy en el medio y tengo que responder a ciertas cosas del mismo, pero no a todo.

Yo no tengo que vender un espectáculo como los demás, ni siquiera como mis compañeros de jurado –que son excelente gente- pero van y de paso venden algún espectáculo, yo no.

Su postura intransigente en Bailando da la impresión de que no le afectara nada.

¿Cómo no me va a afectar nada? Cuando sucedió lo de la señora Sabrok, me la pasé guardado toda la semana con una sesión especial de terapia.

Le hablo de la imagen que usted da en la tele…

¿Usted cree en lo que se ve en la tele? Yo no creo en nada, creo que todo es show. Me sorprende que me plantee eso cuando todos los que me conocen saben que no soy así, que para mí es un esfuerzo ser duro. Y no tiene nada que ver con los puntajes que doy, puedo ser muy estricto con los puntajes y ser una persona sensible. De todos modos no crea que ando llorando por ahí…

 

¿En el cine no se emociona?

Si, es cierto, en el cine me emociono cuando me gusta una película, cosa que no me ocurre nunca con la televisión

¿Quedó afectado con la situación del escupitajo de Sabrina Sabrok?

Ya está olvidado, ya fue. La televisión en este momento es un circo romano, o lo aceptás, o te vas. Yo ahora lo acepto porque me conviene profesionalmente y para vivir. Trato de ser tolerante con todo y a veces me equivoco. No crea que me gustó la situación, pero ¿le voy a dar más trascendencia que la que tiene? No, no voy a permitir que estas cosas me enfermen.

¿Es verdad que es hipocondríaco?

Sí, soy una persona hipocondríaca, muy atenta y muy asustadiza con respecto a la salud. Soy de ir a los médicos, hacerme estudios, chequeos, ir a las guardias, controlarme la presión, soy también un poco religioso, un poco supersticioso, tengo de todo un poco.

¿Lo ve como algo positivo o negativo?

En mi caso es positivo, lo que pasa es que a veces la ansiedad hace que uno se asuste más de la cuenta. Creo que ser hipocondríaco me ha ayudado a cuidar un poco mi salud.

¿Le tiene miedo a la muerte?

Le tengo respeto, pero sé que todo se termina, espero que no sea un proceso doloroso y desgastante. A lo que temo mucho es que le pase algo a un ser querido. Desde chico rezo siempre por mis seres queridos.

¿Es de ir a la iglesia?

No voy con la frecuencia que debería. Todas las semanas una vueltita me doy, aunque no siempre me quedo a misa.

Bajo el ala del rey del rating

Jorge Lafauci podría levantarle un monumento a Marcelo Tinelli, el gran productor de Ideas del Sur que sentenció un antes y un después en la vida del periodista.

 

¿Qué le significa Marcelo Tinelli?

Es un gran animador, quizás el mejor que yo vi en años. Tiene la capacidad de tocar todos los temas, aun los más fuertes, pero con elegancia, con refinamiento, con gracia. Conoce tanto la televisión que puede alargar un programa o cortarlo sobre la marcha.

En cuanto a lo que me tocó a mí, él también me llega, porque cuando otras carreras se van opacando, yo tuve un reciclaje de la mía con Marcelo Tinelli.

¿Por qué cree se fijó en usted?

Nunca lo hablamos, pero supongo que me vio en algún programa, creo que fue en una parodia tipo cámara oculta que hicimos en “Yo amo a la TV”, para salir al aire en el programa de él. Al final no llegó a salir al aire, pero casi simultáneamente me llamaron para ser jurado.

¿Hasta cuándo tiene contrato en Bailando?

Hasta fin de año, yo voy renovando por año.

¿Se imagina el programa sin usted?

No sé, a eso no lo puedo aventurar.

Revista Noticias publicó recientemente en su portada “Un líder en crisis”, donde asegura que Tinelli se cae al ritmo de su rating. ¿Sigue siendo el líder?

A mí me parece que cuando hay un éxito muy grande en la televisión, hay gente que lo apoya y gente que no. Tinelli vende y su formato también, entonces da para todo, para que lo critiquen y para que lo elogien.

¿Cuándo se va a despachar con un 10 en Bailando?

No lo sé. Cada vez que veo bailar pienso en los grandes, en Ginger Rogers, en John Travolta, en Michael Jackson. Entonces en base a eso, si hubiera bailara Julio Bocca, quizás…

Jorge Lafauci se despide. Entre estrenos de cine, programas de radio, grabaciones y entrevistas no tiene mucho tiempo de sobra. Pero más allá de algún contratiempo, manifiesta disfrutar de un presente irrepetible que marcará su nombre a fuego en la televisión.

Ping Pong con Jorge Lafauci

Una novela nacional: Boquitas Pintadas, de Manuel Puig.

Una novela internacional: Ulises, de James Joyce.

Un escritor argentino: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges.

Un escritor internacional: William Shakespeare.

Un día ideal: Un día primaveral, estando de vacaciones en la playa.

Un lugar: En Argentina, Mar del Plata. Sino, te puedo decir Nueva York, Río de Janeiro.

Una comida: El asado.

Cristina Fernández de Kirchner: La apoyo.

Evita: La mujer más importante que dio el siglo 20, junto con la Madre Teresa de Calcuta. Soy peronista, pero peronista de Perón y Eva.

Jorge Lafauci: Es una buena persona, con valores éticos bastante importantes, y rigurosa en el programa. Tiene a veces demasiados miedos y también mal carácter.

Un Cacho de Buenos Aires

Entrevista a Cacho Castaña
Por Marcos Calligaris

Humberto Vicente Castagna es su nombre real, pero no se gasten en llamarlo Humberto porque no se va a dar por aludido. Él responde al apodo de Cacho. Cacho Castaña.

Cacho Castaña es el músico que arribó al buen puerto del estilo propio en género del tango.

Cacho es el compositor que escribió más 2500 canciones donde figuran verdaderos clásicos del 2 x 4.

Cacho Castaña es el “tipo macanudo” que se sienta en el ‘Café la Humedad’, un sábado con trampas, de billar y reunión.

Cacho es ese tanguero, que como muchos cayó rendido ante la “garganta con arena” del Polaco Goyeneche.

Cacho Castaña es “aquel hombre de los que ya no hay más”, como suele confesar Adriana Varela.

Cacho Castaña es un típico porteño de barrio, un ex roquero, un ex solterón, un ganador, un ‘cacho’ de Buenos Aires.

Se baja el telón, Cacho Castaña, va a hablar de su vida y toma la delantera resumiendo su infancia en menos de un párrafo: ‘Nací en Capital Federal, en el barrio de Flores, un 11 de junio de 1900… (suelta la primera carcajada y logra impedir que calculemos su edad) Me crié en ese mismo barrio y fui a un colegio de curas. A los 6 años empecé a estudiar piano y me recibí a los 14. Un año antes había empezado a tocar el piano en la orquesta típica de tango del maestro (Oscar) Espósito. A esa misma edad fui pianista estable de Radio Excelsior.’

Justo antes de escuchar mi primera pregunta, Cacho dispara:

‘Yo quería ser como Mariano Mores, pero después apareció Elvis Presley y se pudrió todo. Nos dejamos crecer las patillas, empezamos a mover las pelvis y nos fuimos a la mierda todos los pibes…’

¿Te metiste musicalmente con el rock?

Si, claro. Tenía mi grupo de Rock. En esa época hacíamos Rock and Roll en castellano como los Teen Tops. Pero después la pegamos con el tango mezclado, ese mismo estilo que hago ahora.

Y ese ¿Se podría decir que es tu sello particular?

Si. En la década del ‘70, lo único que te pedían las compañías discográficas eran discos populares. El tango nunca vendió muchos discos. Yo tenía la idea de hacer uno muy distinto y desde que empecé a producirme sólo, tuve la suerte de conseguir siempre discos de oro y platino. Está bien, no son ‘tango-tango’, son ‘tango-balada’. De todas maneras, hoy me doy cuenta de que no estaba tan equivocado.

Tanguero familiero

Como todo hombre orgulloso de sus raices, Cacho vuelve sobre sus orígenes, sobre su familia. Lo escuchamos atentamente.

“Mi familia era maravillosa. Estaba compuesta por mis viejos y mis dos hermanos. Lamentablemente ya fallecieron todos, pero puedo decir que tuve una infancia muy feliz. Éramos como los Campanelli. Mi vejo era Zapatero. Yo también, mi profesión era ‘dibujante de calzado de dama’”.

¿Había algún otro músico en la familia?

No. Nadie.

Entonces ¿de dónde te nace el amor por la música?

¿Yo qué sé? Quería ser artista, tocar el piano, la guitarra, cantar. Creo que es algo que nace con uno. Estudié 8 años música y ni me di cuenta. Pero si vos pensás que vas a hacer una carrera de 8 años… te suicidás. (vuelve a reír a carcajadas). Es así, cuando algo te gusta ni te das cuenta.

¿En qué momento te diste cuenta que estabas instalado definitivamente?

Fue hace mucho tiempo. El primer tema que metí discográficamente fue en el año ‘70. En aquel momento fui al festival de música de Japón y gané con el tema ‘Me gusta, me gusta’. Nunca supe cómo les gustó a los japoneses y si me lo explicaban tampoco iba a entender.

De todos modos yo ya había lanzado mi disco en Argentina y venía funcionando muy bien. Además hacía 3 años que venía haciendo televisión, cantaba todos los fines de semana en los ‘Sábados de la bondad’, que conducía Héctor Coire por Canal 9.

 

¿Qué le dio tu música al género del Tango?

Pienso que documenté un poco más la época. La época del conventillo y del malevo ya no existe más. A su vez, trato de hacer música más moderna, más roquera, más podrida. Es como cambiarle un poco la pilcha.

¿Cómo es un típico día de Cacho Castaña?

Nunca es igual. Siempre ando de un lado para el otro. A veces tengo que ir a un programa, otras veces a una radio, tengo que pasar por la compañía, charlar con los músicos. Nunca tengo un día parejo, es tremendo.

 

¿Te seguís juntando con tus amigos del barrio?

Si, totalmente. Eso no puede cambiar nunca. Eso es como el club, no lo podés cambiar. (Cacho aprovecha para recordar que es hincha de San Lorenzo)

 ¿Qué música te gusta escuchar?

De todo, según el estado de locura que tenga. En el auto tengo los discos de Rodrigo, del Polaco Goyeneche, de Alejandro Sanz, de Luis Miguel, etc.

¿Ves alguna figura joven que esté surgiendo en el tango?

El que va a andar muy bien es este pibe que nació en Flores que se llama Cacho Castaña. Ese pibe va a andar bien. Dale un poquito de tiempo nomás.

Describime cómo vivís la relación con las mujeres en tus shows. Son muy particulares…

Si, me gritan de todo. Se genera un ambiente lindo donde me gritan y yo les contesto. Es un quilombo, muy divertido.

Pero ahora se te acabó la soltería… ¿Te cambió mucho la vida después del casamiento?

Si, llego más temprano a casa.

 Estuviste internado hace poco. ¿Cómo estás de salud?

Bien, bien. Eran todas pelotudeces. Todo bien, todo bien.

¿Preferís seguir cantando hasta el final o te ves largando antes?

Me imagino que voy a largar antes, no voy a dar lástima, viste…

A Cacho Castaña le gusta hablar de todo. Quedó comprobado.

Y no va a retirarse sin antes dejarnos dos novedades. La primera es que en octubre saldrá su nuevo disco de cual no puede adelantar nada, porque tiene “todo verde todavía”.

De la segunda novedad puede adelantarnos un título: ‘El Arte de fumar debajo del agua’. Se trata de su autobiografía; de la historia de su vida que estará en las librerías el próximo año.

Algunos la tomarán como una biografía, para otros será un manual sobre cómo debe vivir un ‘verdadero macho’.

 

Ping-Pong con Cacho

Una comida: Los Mariscos

Bebida: Vodka

Estación: Verano

Club: San Lorenzo

Lugar para vacacionar: Punta del Este

Lugar para comer: Cualquiera donde haya Cena Show

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