Por Marcos Calligaris

Suena Miles Davis en un bar de la Cañada de Córdoba. Son las notas de Blue in Green, un estándar del trompetista de Illinois, cuya autoría es también adjudicada a Bill Evans por algunos eruditos del jazz. Prefiero pensar que la compusieron juntos, con una copa de por medio y en algún bar como en el que espero a José Gómez Romero.

José Gómez Romero también es trompetista, toca el violín y es un enamorado del jazz. De hecho su iPod rebosa con música del género, aunque también le gusta intercalar con tangos y música clásica.
Pero tanto ha influido el jazz en su vida que tras enamorarse de la música del Quintette du Hot Club de France, decidió dar a luz a su alter ego, y lo nombró como el líder de aquella formación: Django Reinhardt.

José Gómez Romero se convirtió en Dyango, con una y griega para colaborar con la fonética española. La trompeta fue quedando en el olvido y su leitmotiv pasó a ser la melodía romántica. “Lo romántico nunca va a pasar de moda”, me dirá más tarde.

Lo veo venir. Mientras se acerca sonriente recuerdo a mi madre cantando Corazón Mágico, (¿quién no tiene una madre que no haya tarareado Corazón Mágico?).
También lo recuerdo interpretando aquel dúo junto al Polaco Goyeneche. Nostalgia de las cosas que han pasado…
Se sienta a mi lado.

Hace unos días el diario Clarín consultó a través de una encuesta “¿Cuál es tu ‘gallego’ más querido?”, y figurás entre los primeros cinco, sólo superado por Serrat, Sabina, Banderas y Torrente…
“¿En serio?”, pregunta Dyango con la sorpresa dibujada en su cara.

En ese momento irrumpe en la entrevista su manager -que nunca se despegaría de nuestro lado- y me pide más precisiones.

“¿Quiere decir que Dyango figura por delante de Raphael, Julio Iglesias, Bardem, Almodóvar y Miguel Bosé? ¿Sabés qué?, se lo ha currao (‘ganado’, en la acepción ibérica del término) durante 45 años”, asegura el hombre y agrega: “Lo que pasa es que Dyango ha venido durante muchísimos años seguidos a Argentina, incluso cuando aquí no había nada de plata”.

“Esa es la puta realidad, me lo he currao como un negro. Serrat también se lo ha currao,” dice Dyango a las carcajadas, con esa inconfundible voz ronca.

— ¿Qué tomás?—, me pregunta Dyango.
— Brandy, le respondo, señalando al mozo del bar que ya encaraba como un toro hacia nuestra mesa con un pedido que le hice momentos antes. (¿Qué mejor que entrevistar a Dyango con un Brandy, para entrar en calor?, pensé.)

Su manager interrumpe nuevamente: “¿A quina hora hem d’anar avui?”
Dyango me mira con una mezcla de resignación y picardía, y abre sus brazos con las palmas hacia arriba: “¡Otro asado! Tenemos otro asado hoy”. Y termina de ponerse de acuerdo con su manager: “Ocho y media. Ok. Ocho y media”.

Ella em va estimar tant  / Jo me l’estimo encara.”, digo tartamudeando, haciendo alarde de lo único que soy capaz de pronunciar en catalán.

Plegats vam travessar / una porta tancada”, replica Dyango sutil, con fina entonación y elogio incluido para Serrat: “Qué bonita canción”.

Tenés una elogiada versión de Paraules d’amor…
Sí, la he cantado. Fue un homenaje para un compañero, más que un compañero, un amigo intenso. Eso es Serrat para mí. Cuando le hice el homenaje…

“¡Pero que no es Brandy eso!”, vuelve a interrumpirnos el manager. El mozo acaba de dejar la botella que le encargué y suscita una pequeña discusión. (Yo me quedo con Serrat en la punta de la lengua y asisto a un interesante duelo).

Manager: ¡Que no es Brandy eso!
Dyango: Eso es coñac…
Manager: ¡Que no es coñac, es un Grand Marnier! ¡Que eso se usa para los postres!
Mozo: (Con tono sobrador) El que conoce de bebida, viendo la botella se da cuenta de que eso es Brandy…
Manager: (Con tono de especialista) Que eso no es Brandy, te digo. ¡Por favor! Es de color naranja, el Grand Marnier es de color naranja.

(Sentí algo de pena por el mozo… ¡Discutirle la autenticidad de un Brandy a Dyango! Uno no sabe con quién puede cruzarse en la vida.)

Dyango bebe un sorbo y me mira. Siento que le debo una explicación.
“Esta noche quiero Grand Marnier para entrar en calor”, digo para zafar.
Dyango sonríe y la deja pasar. “¿Dónde habíamos quedado?”, pregunta y al instante se responde solo: “en Serrat”.

Son amigos me decías…
Sí. Te contaba de la amistad que tengo con Serrat. Para empezar, somos del mismo barrio, el Poble-sec, en Barcelona. Hemos jugado juntos al fútbol…

¿En el Barcelona?
Sí, ahora somos viejos ya, pero jugamos en el Barça. Cuando se retiran los jugadores del primer equipo, hay un grupo importante de jugadores (Agrupación Veteranos – FC Barcelona) que organiza partidos y nos han dejado jugar siempre. Te podés imaginar cómo jugaban ellos y cómo jugábamos nosotros, pobrecitos…

También me hablabas del día que le hiciste un homenaje a Serrat…
Sí, como se trataba de un homenaje, empecé diciendo lo siguiente en catalán:
“Siempre se ha dicho que la mejor canción de amor de toda la historia de la música es Ne me quitte pas, de Jacques Brel, pero yo sencillamente puedo decir que para mí la mejor canción de amor que se ha escrito, la escribió mi amigo Joan Manuel y es Paraules d’amor”.

¿Qué es lo que más te llega de la canción?
Esa nena de 15 años que nunca sabrá si era ella… Es maravillosa.

Con “Som més que un club”, el Barcelona también tiene su homenaje de tu parte…
Sí, es un himno, el segundo himno del Barcelona, un himno de amor.

“Cantarte es cantar la nostra vida /   l’avi a la graderia de Les Corts
la samarreta que el Reis em portaren / l’intercamvi de cromos de jugadors (…)”

Dyango comienza a entonar el himno de su autoría, el que entonan miles de catalanes cada vez que el Barcelona les da una alegría. (El señor de la mesa del lado parece haber reconocido a Dyango por su voz y sin dejar de mirarlo de reojo manda mensajes de texto vaya a saber a quién).

El catalán sigue entusiasmado (Grand Marnier en mano y ante la mirada atenta de su manager) cantando el himno al Barcelona. “Escuchá, luego viene el estribillo”, me dice:

“Som més que un club / tant si es vol com si no es vol / Som més que un club”.
Y me lo traduce: “Somos más que un club, tanto si se quiere, como si no se quiere”. “Esa parte va para el Real Madrid”, aclara como si hiciera falta.

¿Fuiste a ver la última final del Barça con el Real Madrid?
No pude, porque estaba de gira. Pero creo que el Barcelona está dando una lección de futbol.

¿Creés que es el mejor equipo de la historia?
En principio es el mejor equipo que ha tenido el Barça. Y te voy a dar una opinión muy sentida, para mí es el mejor equipo de la historia del fútbol.
Desde la gestión del presidente (Josep Lluis) Núñez, allá por los ochenta, el Barcelona se convirtió en una escuela. Él tuvo la visión de crear una escuelita, donde todos los niños a partir de los 7 años practican el mismo fútbol. Así aparecieron Messi, Iniesta, Xavi, Pedro…

 

 

Catalán hasta la médula

Recién mencionabas a Serrat y escucharte hablar en catalán me recuerda a una frase de “El noi del Poble-sec”. Joan Manuel dijo que siente la necesidad de expresarse en catalán y no abandonar esa parte fundamental de su vida “sin la cual me sentiría vacío”. ¿Pensás lo mismo?
Sí. De tanto en tanto hay como una fuerza muy grande en nosotros que nos obliga a cantar en catalán. Imaginate que lo querés con locura, es el idioma que has hablado en tu casa, es el que usabas en la calle con los amigos.
En nuestra época de estudiantes no lo podíamos usar con nuestros compañeros de escuela, porque en esos tiempos de posguerra estaba prohibido. Pero es el idioma de ‘casa nostra’, por muchas armas que hubiera y por muchas historias que quisieran imponer, en casa lo usábamos.

¿La policía era la encargada de controlar el uso del idioma?
Sí. La policía hablaba en castellano, entonces si hablabas en catalán te apuntaban a la cara y te decían: “hábleme en cristiano, hábleme en cristiano”.

En eventos masivos suelen ponerse de manifiesto las diferencias entre catalanes y el resto de España. ¿Existen realmente o es sólo rivalidad provinciana?
Se dice que mientras Barcelona trabaja, el resto está durmiendo en la paja. Pero se dicen tantas cosas, que para mí son tonterías, rivalidades. Todo el mundo tiene que trabajar, sino no se come.

Teniendo en cuenta la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña y los esfuerzos para lograr un autogobierno. ¿Te imaginaste alguna vez a Cataluña independiente de España?
Sí, me lo he imaginado. En este momento hay una gran controversia al respecto. Incluso se están realizando encuestas en diferentes pueblos con una pregunta sin mala intención: “¿Le gustaría la independencia de Cataluña?” Hay que contestar que ‘si’ o ‘no’, y yo voté que sí. Estoy muy bien con España, pero Cataluña para mí es muy importante. Y seguro que por mis apellidos (Gómez Romero), yo vengo de gente que ha llegado de afuera, pero la gente que llega a Cataluña se integra.

Sin embargo hay un prejuicio que dice todo lo contrario, qué si no hablás catalán, el catalán ni te mira…
No, no, no, no, no, no, no, no, no. Eso es absolutamente mentira. Eso es la cosa más fea que se pueda llegar a decir. Somos bilingües y si alguien se nos dirige en castellano, respondemos en castellano. Ahora se está dando que los hijos de los inmigrantes están más identificados con el sentir catalán, con el idioma, que los que hemos nacido ahí. Adoran Cataluña.
Lo que puede pasar es lo que viste hace un rato, que yo me pongo a hablar con él (el manager que nunca se despegó de nuestro lado) en catalán, es inevitable.

Tanguero por adopción


Dyango es un apasionado del tango. Esa pasión lo llevó a grabar su último trabajo, “Puñaladas en el alma”.

¿Qué me podés contar de tu relación con Goyeneche?
Con Goyeneche tuve la relación del músico. Cuando tenía veinte años vine por primera vez a Argentina, me fui al ‘Caño 14’ y conocí al Polaco. Él decía la canción de un modo distinto a los demás y eso hizo que me interesara muchísimo por su persona. Así nació una gran amistad entre nosotros, tal es así que duró toda su vida y parte de la mía. Cuando se murió yo no estaba aquí, pero llegué a los veinte días y le pedí al mi chofer que me llevara al cementerio a ver dónde estaba mí Polaco. Le pedí que me espere en el auto. Era de noche, yo tenía un cagazo, no te podés imaginar… No encontré a nadie, sólo a un guardia al que le pregunté por Goyeneche y me señaló una calle tétrica. Finalmente encontré el panteón del SADAIC y estuve hablando con él, recordando con él…

Con Goyeneche cantaste una recordada versión a dúo del tango ‘Sur’…
Sí, en aquel momento parecía nada y hoy es una cosa maravillosa que la gente lo recuerda y se enloquece.

En tu último disco lo homenajeás con Garganta con arena, de Cacho Castaña.
Cacho es un gran amigo mío y un gran compositor. Él hizo esa canción para el Polaco y a mí me hizo vibrar. Entonces si yo quiero rendir un homenaje al Polaco, tengo que ir a parar a la canción de Cacho. Letra por letra, palabra por palabra, refleja lo que era y lo que hacía Goyeneche. Todo el mundo sabía que respiraba hecho una mierda, todo el mundo sabía de sus vicios de cantor, todo el mundo sabía que se estaba muriendo y le pedían que cante. Todo eso era Goyeneche.

Siguiendo con tu último disco, también incluiste Oblivion, de Piazzolla, que en su original es instrumental…
Los temas de Piazzolla no llevaban letra. Si te fijás, a Oblivion lo cantaron Milva, Mina y otros artistas, y cada uno le puso la letra que le salió. Es muy curioso, porque todas las letras son distintas. Pero lo esencial de esto es la canción de Piazzolla, que elegí entre tantas hermosuras.

En la dirección musical de ‘Puñaladas en el Alma’ está Carlos  Franzetti, ganador de un Grammy, y que ha trabajado nada menos que con Goyeneche, Paquito D’Rivera y hasta con la Filarmónica de Brooklyn. ¿Fue difícil conseguirlo?
Eso me gustaría resaltarlo. Franzetti es uno de los directores más grandes. ¡Es un desgraciado! Lo busqué por todos lados porque quería que hiciera este trabajo y lo encontré en New Jersey. Finalmente lo pudimos hacer encantadísimos y ahora somos íntimos.

¿Por qué pensás que tenés tan buena acogida en el mundo del tango?
Perdoname la pedantería, creo que soy el único que ha cantado tangos como se debe cantar. Y lo digo con toda la humildad del mundo, porque he estudiado música y entiendo. Es de lo único que entiendo (Risas).
Los demás han cantado muy bien, si escuchás un disco de Julio Iglesias es muy bonito, suena precioso, pero el tango no es eso. El tango es mucho más fuerte, más apasionado, incluso, si se puede decir, es mucho más agresivo.

Para el tango ¿se nace o se hace?
En el tango se nace y después se estudia. Yo estudié para cantarlo. Aquí los tangueros dicen: “Dyango es el único que sabe cantar tango viniendo de afuera”.
Cuando hicimos ese dúo, el Polaco –que era muy comediante el cabrón- se daba la cabeza contra la pared y decía: “¡Cómo puede venir un gallego a enseñarnos a cantar tangos!”.

¿Cómo lo toman los españoles cuando cantás tangos?
No tan efusivamente, pero yo siempre canto tangos.

¿Seguís tocando el violín y la trompeta?
La trompeta ya no, cuando dejás de tocar un tiempo perdés la mano. Pero al violín lo toco de vez en cuando.

¿Todavía escuchás a Django Reinhardt?
Sí, pero más a su compañero, Stéphane Grappelli. Esa época del Quintette du Hot Club de France fue un milagro maravilloso, cuando en Europa el swing no era de primer orden.
Luego, al piano me gustan Bill Evans, Michel Petrucciani y Chucho Valdés, con quien si Dios quiere, vamos a hacer algo juntos.

Leí que tenés un iPod lleno de jazz. ¿Qué es lo último que le agregaste?
Sí, está repleto de jazz y tango. Lo último que estuve escuchando es un trabajo que hizo Carlos Franzetti cuando yo lo conocí. Es un disco de Goyeneche, que se llama ‘El Polaco por dentro’.

¿Te queda algún gusto por darte?
En la música siempre te quedan cosas pendientes. Ahora voy a hacer algo con Chucho Valdéz y me encantaría hacer otro disco de tango con Franzetti.

¿Seguís sosteniendo que lo romántico nunca va a pasar de moda?
Sí, totalmente. La gente necesita de ese tipo de música, necesita estar en contacto con algo que le haga sentir, eso es algo que nunca va a cambiar. Yo estoy loco por Gustav Mahler, escucho el adagio de la Sinfonía nº 5 y se me caen las lágrimas.

“Son ocho y media”, interrumpe el manager -que nunca se despegó de nuestro lado- y Dyango recordó que el asado comenzaba ocho y media.
Ha sido un placer.

En pocas palabras

Una ciudad: Barcelona
Una lengua: catalán
Una bebida: un buen vino y de tanto en tanto, una buena cerveza.
Una comida: verduras hervidas. (Acelgas hervidas con un buen aceite de oliva no pueden faltar nunca).
Una canción: Solitude, de Duke Ellington.
Un músico de jazz: Dos: John Coltrane y Miles Davis.
Un cantante argentino: El Polaco Goyeneche
Un cantante español: cualquiera que lleve más de 25 años en escena.
Un cantante en inglés: Frank Sinatra
Un trompetista: Miles Davis
Un jugador de fútbol: Messi
Un político: Jordi Pujol. Ha sido el presidente de nuestra tierra (Generalidad de Cataluña) durante 23 años.